Cuando uno pide un préstamo a una entidad financiera, encontrará diferentes tasas de interés, que dependerán del tipo de crédito que uno desea. ¿Y de qué depende esto? Depende del riesgo que asume la entidad financiera al otorgar dicho préstamos. Por ejemplo, será mayor la tasa de interés de un préstamo de consumo en efectivo que para el caso de un crédito automotor.
En el primer caso, el cliente cobra el dinero y la entidad no tiene muchas maneras de hacer cumplir los pagos, salvo el acceso a las cuentas del cliente o incluirlo en las centrales de riesgo. En el segundo caso, la entidad financiera podrá quedarse con el vehículo si el cliente no paga, y eso significa menos riesgo. Y es más barato aún un crédito hipotecario, pues la entidad se puede quedar con la vivienda, que es más fácilmente localizable que un vehículo.
Así, por ejemplo, según la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), podemos ver que la tasa por un préstamo de consumo con tarjeta de crédito está en un promedio de 46,9%, mientras que un vehicular está en 10,3% y un hipotecario en 9,3%, todos en soles.
Igualmente, el riesgo de cobranza también se manifiesta en las tasas de los préstamos a las empresas de distintos tamaños. Es más difícil que una gran corporación deje de pagar un crédito frente a una pequeña empresa. Según la SBS, un préstamo corporativo tiene una tasa de 5,8%. A las grandes empresas está en 7,1%, medianas a 10,7%, pequeñas a 20,8% y microempresas a 32,2%.
Pero también hay diferencias de tasas tratándose de un mismo producto. Por ejemplo, si una persona de altos ingresos pide un crédito vehicular, logrará una menor tasa activa que si quien lo solicita es una persona de menos ingresos o si se trata de alguien que en anteriores oportunidades haya incurrido en morosidad.