Follow @PortafolioECpe!function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Se suele creer que las personas extrovertidas naturalmente se convierten en mejores líderes, pero un estudio de Harvard Business Review indicaría que esto no siempre es cierto.
Sigue a Portafolio también en Facebook
Pese a que las personas dominantes y simpáticas son preferidas a la hora de las contrataciones y ascensos de puestos gerenciales, y son percibidos como más efectivos tanto por sus superiores como sus subordinados, la investigación de Adam M. Grant, Francesca Gino y David A. Hofmann muestra que, en determinadas circunstancias, los introvertidos pueden ser mejores jefes que los extrovertidos.
Esto explicaría el éxito de personas más reservadas como Bill Gates, Warren Buffett, Abraham Lincoln, Albert Einstein o el propio Mark Zuckerberg.
Es cierto que los líderes extrovertidos tienen fortalezas importantes. Sin embargo, también tienden a acaparar el centro de atención y dominar las discusiones. El estudio afirma que, en un ambiente dinámico e impredecible, los introvertidos pueden ser líderes más efectivos, especialmente cuando los empleados son proactivos y ofrecen ideas para mejorar el negocio.
Este comportamiento, que puede hacer que los líderes extrovertidos se sientan amenazados, no incomoda a los líderes introvertidos, que tienden a escuchar con mayor cuidado y ser más receptivos a las sugerencias, convirtiéndose en líderes más efectivos de un equipo proactivo.
Para probar esta idea, los académicos realizaron un trabajo de campo en el que se enviaron cuestionarios a gerentes y empleados de 130 franquicias de una empresa de delivery de pizza. Le preguntaron a los jefes cuán extrovertidos se consideraban y le pidieron a los empleados que estimen cuán seguido ellos y sus colegas trataban de sugerir mejoras en los procesos y otras actitudes proactivas. Asimismo, se reunió datos sobre la rentabilidad de cada tienda, aislando variables como si la tienda estaba cerca de una universidad.
Los resultados mostraron que las tiendas donde los empleados no eran proactivos, un líder extrovertido estaba asociado con utilidades 16% más altas que el promedio. Sin embargo, en aquellas donde los trabajadores daban ideas, un liderazgo extrovertido estaba relacionado con utilidades 14% menores.
También se realizó un experimento de laboratorio en el que se le pidió a 163 estudiantes universitarios que trabajaran en grupos para ver cuántos polos podían doblar en 10 minutos. Cada equipo tenía un líder y cuatro empleados, dos de los cuales eran asistentes de la investigación.
Para manipular el comportamiento de los líderes, se hizo que cada uno leyera una declaración antes de que la activida empiece: algunos leyeron discursos de líderes extrovertidos, como JFK o Martin Luther King Jr., mientras que el resto leía declaraciones de líderes más reservados, como Gandhi o Abraham Lincoln.
También se predispuso a los empleados a tener comportamientos más extrovertidos, como obligarlos a parar los grupos cada 90 segundos y sugerir una mejor manera de realizar la labor. Los grupos con empleados proactivos funcionaron mejor bajo un líder introvertido, doblando 28% más polos. Los líderes extrovertidos actuaban como si estuvieran intimidados por los empleados proactivos. Los líderes introvertidos escuchaban claramente y hacían que los empleados se sientan valorados, motivándolos a trabajar más.
Sin embargo, para triunfar como líderes, los introvertidos tienen que superar un sesgo cultural muy fuerte. En una encuesta del 2006, el 65% de gerentes consideraban el ser introvertido como una barrera para el liderazgo, y otros estudios han mostrado que los presidentes de EE.UU. altamente extrovertidos son considerados como más efecitvos.
“Vale la pena reexaminar ese estereotipo. Aunque es cierto en muchas ocasiones que las personas extrovertidas son mejores jefes y los empleados proactivos son los mejores trabajadores, combinar a los dos puede ser una receta para el fracaso. Los líderes que hablan suave pueden sacar lo mejor de los empleados proactivos, así que es mejor guardar a los gerentes habladores para los equipos que funcionan mejor cuando se les dice exactamente qué hacer”, dice el estudio.