Transformar al Perú con la actividad fabril es la idea que impulsa a Pola Guanilo, gerenta general de R&G Seguridad e Higiene Industrial, el único fabricante de mascarillas desechables del país hasta la irrupción del COVID-19.
Hoy, hay cerca de diez empresas locales dedicadas a la producción de mascarillas, pero el caso de Guanilo destaca por su visión para abrir este vital mercado. ¿Cómo fue que se le ocurrió la iniciativa?
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LA GRIPE AVIAR
Corría el año 2009 y en el Perú se empezaba a implementar una nueva regulación de seguridad e higiene para la industria alimentaria, la cual demandaba el uso intensivo de indumentaria desechable en las plantas de producción.
Guanilo trabajaba entonces en Braedt, y había visto la necesidad que tenían esta y otras empresas del rubro para contar con implementos de seguridad.
“En esa época, mi esposo (Johnny Rosetti) había empezado la empresa Rosetti SAC, que fabricaba balanzas y rodillos, pero no tenían mucha salida, así que buscamos algo que pudiéramos fabricar de forma continua. De esta forma nació la idea de fabricar botas descartables”, refiere Guanilo.
De las botas, Guanilo pasó pronto a fabricar gorros, mandiles e indumentaria desechable para la industria alimentaria. Todo, menos mascarillas, que importaba de China.
Entonces ocurrió lo inesperado: Estalló la pandemia de H1N1 o gripe aviar, el antecedente más conocido del COVID-19.
“En ese momento (2009) teníamos un cargamento de mascarillas estacionado en un puerto de México, uno de los países más golpeados por la pandemia aviar” , relata Guanilo.
La empresaria agrega que, por este motivo, el gobierno mexicano le solicitó comprar el cargamento, a lo que ella no accedió porque lo tenía comprometido de antemano y porque su proveedor en China no podía reemplazarlo debido a la gran demanda.
Fue en ese momento, anota, cuando visualizó lo que podría suceder en el futuro: “¿Qué hacemos – se preguntó - si hay otra pandemia y viene al Perú? No tendremos mascarillas porque China es la única que atiende este producto”.
EXPORTACIONES
Así fue como R&G inició la fabricación de mascarillas desechables en el país. Su objetivo inicial (a falta de pandemias) era venderlas al sector salud como una solución para el contagio por tuberculosis.
“Lamentablemente, la competencia de mascarillas importadas de China era muy fuerte, y no pudimos ingresar”, comenta Guanilo.
Como consecuencia, a ella y a su esposo no les quedó más remedio que exportar su producción. Así, se fueron a El Alto, en Bolivia, donde instalaron un almacén para productos médicos.
Ahora, no sólo están bien posicionados en el país altiplánico, sino que también han abierto una oficina en Colombia y están haciendo los trámites para ingresar a Brasil. “Antes del COVID-19 hemos exportado a Taiwan, a China y a Kosovo”, apunta Guanilo.
En esta coyuntura (2020) ocurrió lo que la empresaria tanto temía: estalló una nueva pandemia (el COVID-19), China cerró sus fronteras y el Perú se quedó sin abastecimiento de mascarillas.
Así, de un solo golpe, R&G se convirtió en el único proveedor de este utensilio para el mercado local. El problema era que tenia comprometida su producción al exterior.
MASCARILLAS PARA EL PERÚ
“Entonces, tuvimos que devolver adelantos de exportación para atender el mercado local. Fue muy duro porque [los clientes] nos querían hacer hasta juicios, pero hablamos con el Mincetur para que nos apoye y nos sintamos protegidos”, relata Guanilo.
De esta forma. R&G estuvo en capacidad de atender la explosiva demanda de mascarillas, llegando a producir cerca de 80 millones de unidades “trabajando 24 horas sin parar” durante la primera ola.
Antes de eso, la empresa producía medio millón de mascarillas en un turno de trabajo. Las exigencias de la emergencia nacional la obligaron, sin embargo, a producir un millón al día, trabajando en tres turnos.
“Ahora seguimos produciendo un millón, porque hemos vuelto a exportar. Mandamos casi todo al exterior. En Perú es muy poco”, detalla Guanilo.
Entrado el 2021, en efecto, R&G vuelve a exportar la mayor parte de su producción debido a la competencia de las importaciones chinas de mascarillas, más baratas pero menos eficientes, que inundan el mercado local.
“China – señala Guanilo – nos manda una calidad que no merecemos ni necesitamos. Sus mascarillas no llegan ni al 80% de eficiencia en filtración bacterial. Y eso nos pone en riesgo”.
Por esta razón, la empresaria pide la ayuda del Gobierno para defender a la naciente industria peruana de mascarillas, de las agresivas importaciones chinas.
“Ahora hay como 8 o 10 empresas que fabrican y generan trabajo para los peruanos. Pero vamos a desaparecer si no se da igualdad de condiciones”, sostiene.
A su entender, la riqueza del país se creará en la medida en que más peruanos “transformen (fabriquen) cosas, y no con importaciones”.
Las mascarillas de R&G poseen 99% de eficiencia de filtración bacterial y están confeccionadas con inyecciones de cobre y zinc: cobre para eliminar el virus, y zinc para evitar que éste se replique. Se comercializan en retails, Lumingo e Inkafarma.
FRASES:
“Necesitamos trasformar al Perú con máquinas”.
“El Estado no puede dedicarse a sancionar siempre. Debe de dejar soñar también a los que quieren hacer industria”.
“Es triste que debamos exportar nuestra producción a Estados Unidos y Europa, pero acá no se protege la industria nacional”.
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