1. Para trabajar en tu empresa o en tu negocio ¿contratarías a alguien con un pasado turbio? ¿Contratarías a alguien que sabes que ha mentido –y miente– que manipula? ¿Confiarías, por ejemplo, tus ahorros en alguien con valores radicalmente diferentes a los tuyos? ¿A alguien a quien no le crees? ¿Le confiarías tu futuro y el de tu familia a alguien sin capacidad profesional demostrada para hacer bien el trabajo que le encargas, a alguien que nada hizo de valor en su vida? Seguro que no harías nada de eso. En el mundo del trabajo profesional el pasado todavía importa.
2. La historia de vida de las personas importa en el mundo profesional y mucho. Importan las referencias, los valores, los comportamientos a lo largo de la carrera y la vida de trabajo. Importan la coherencia entre lo que se dice y se hace. Importan la verdad y el respeto por los otros, sus bienes y sus vidas. Importan también, y mucho, la coherencia y la ética de las personas con las cuales queremos vincularnos, contratar, hacer negocios o darles encargos profesionales.
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3. Establecer o entregar nuestra confianza a un profesional no es cosa ligera. Esa confianza se vuelve a ganar –o no– en cada acción, en cada actitud, en cada palabra cumplida. La merece por haber construido una vida –personal y profesional– consistente con los valores, ética y respeto que se espera que una persona decente y correcta tenga. Esto no es una moda que pasa, no es banal, no es irrelevante, es la construcción de una marca personal que perdure en el tiempo, que vale, que se revaloriza, que genera credibilidad.
4. Pese a lo que pasa en algunos ámbitos de nuestro país, frente a los ojos cada día menos indignados de la población que acepta pasiva la “normalización” de la decadencia moral presente y pasada de varios, es importante no dejar que esa “normalización” impregne nuestras conductas en lo profesional y personal. Para quienes nuestra carrera, nuestra reputación y marca personal son el resultado de una vida de trabajo seria, consecuente y responsable, nada de eso puede echar por la borda años de esfuerzo, trabajo y dedicación.
5. Por eso, hoy más que nunca, es muy importante que en el mundo del trabajo serio estemos atentos y muy pendientes no solo de hacer bien el trabajo, sino que los valores básicos acompañen y representen la marca personal de las personas. El país no puede retroceder también en lo que la mayoría de los peruanos consideramos aceptable o no en función de valores y comportamientos apropiados versus conductas totalmente inaceptables.
6. Tampoco podemos olvidar además que vivimos en un planeta cada vez más integrado, donde todo es visible, queda grabado y registrado, es compartido y visto potencialmente por todos en un instante. El Perú no es una isla. Los peruanos de bien, que somos la inmensa mayoría, no aceptamos con resignación, desidia o indiferencia que se destruya moralmente a nuestra sociedad normalizando lo hasta ayer inconcebible. Somos una nación milenaria, orgullosa de su pasado y con un futuro todavía posible.
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