La economía peruana se encuentra secuestrada por la irresponsabilidad del Congreso de la República, el oportunismo colosal de los candidatos electorales y la actitud miserable de quienes viendo la debilidad del Gobierno, lo chantajean con bloqueos de carreteras para exigir mayores gollerías del Estado.
Si a lo anterior sumamos las olas de contagios, confinamientos y la incertidumbre que trae la pandemia, diríamos que nuestras posibilidades de recuperación se van difuminando. Sin embargo, en contraste al desastre interno, el frente internacional se ve auspicioso para el Perú, si reparamos en la fuerte correlación que tienen los precios de las materias primas –particularmente los metales– y el crecimiento económico.
MIRA: Pronósticos para la economía peruana entre olas de contagio y populismo, por David Tuesta
Realizando un análisis de los datos para Perú en otros ciclos alcistas de precios internacionales, se puede concluir que un incremento de nuestros términos de intercambio derivaría en un incremento de la inversión privada, con un efecto de elasticidades que podría llegar hasta el 0,6. Es decir, un mayor ciclo en las materias primas no sólo implica un efecto precio a través del mayor valor de nuestras exportaciones, sino que activa un canal importante de ganancias en productividad asociado a la búsqueda de mayores eficiencias en el uso de los factores de producción por parte de los inversionistas, como lo demuestra una extensa bibliografía y los efectos beneficiosos observados en el Perú con la minería.
Podemos apreciar que en menos de un año el índice de materias primas de Bloomberg ha experimentado un incremento cercano al 70%. Pero lo más interesante es la dinámica que se observa en el caso de los metales, particularmente del cobre, donde la variación de sus precios se han casi duplicado en similar periodo. Todo esto que viene siendo ya muy bueno para el Perú lo sería mucho más si se consolidara como un verdadero “superciclo de los metales”. Y eso es lo que hoy anticipan los mercados.
Un superciclo de los metales se entiende como un período de crecimiento sostenido de la demanda por materias primas que los productores se esfuerzan por igualar, lo que lleva a una subida de precios que puede durar años o décadas. El elemento clave es la presencia de un cambio estructural en la demanda por dichos productos.
Similares escenarios se observaron con la industrialización de los Estados Unidos a principios del siglo XX, el rearme mundial durante los 30s y la reindustrialización y reconstrucción post Segunda Guerra Mundial. El superciclo más reciente se vivió cuando China entró en una fase de acelerado crecimiento, impulsada por un despliegue de construcción de infraestructuras y ciudades modernas a escalas sin precedentes. Basta recordar que el cobre, cuyo precio estuvo por debajo de los US$ 2.000 la tonelada durante gran parte de la década de los 90s, rompió la barrera de los US$10.000.
Viendo estas sorprendentes magnitudes, y sabiendo que los superciclos se presentan muy pocas veces, ¿podemos estar seguros de que ahora estemos ante uno? Hay varias hipótesis que sustentan esta hipótesis: la recuperación económica post-pandémica, similar a lo sucedido luego de la gripe española; políticas monetarias y fiscales ultra-laxas; las consecuencia involuntarias de políticas pro economía verde que impulsan la demanda de metales necesarios para construir infraestructuras de energía renovable y fabricar baterías y vehículos eléctricos; la presencia de fuertes gastos en programas sociales similares a los que se hicieron en momentos de grandes reconstrucciones post-guerra; y adicionalmente, desde un lado más financiero, la búsqueda de cobertura ante expectativas de mayor inflación mundial y la inversión en metales como mecanismo de hedging.
Pero otro elemento que parece estar dándole un empuje importante a este despliegue cíclico es la falta de oferta preparada para satisfacer cualquier cambio estructural de la demanda. El gasto de capital para la producción de minerales ya era bajo antes del COVID-19, y los productores estaban dando prioridad al mantenimiento de las operaciones existentes. Esta situación da espacio amplio de una sobredemanda que puede permanecer por un tiempo prolongado hasta que la oferta haga catch up.
En el caso del cobre las previsiones son bastante alcistas. Goldman Sachs, una de las fuentes más entusiastas con el comportamiento actual del mineral acaba de revisar sus perspectivas al alza por encima de los US$ 10.500 por tonelada en un objetivo de doce meses. Hay que recordar que el cobre estuvo alrededor de los US$ 4.000 hace menos de un año.
Dado el contexto actual de noticias desalentadoras en el ámbito doméstico, cae bastante bien la oportunidad que nos trae el escenario global. Así, si lo que hemos observado en los últimos meses en el mercado de materias primas se convierte en un superciclo, el Perú podría dejar de aspirar solo a un efecto rebote en el crecimiento y a una dinámica apática para los años que viene.
Un gobierno inteligente a partir de julio podría aspirar a más, haciendo uso de este escenario persistente de precios internacionales elevados que traiga un mayor crecimiento potencial a través de más inversión privada y productividad total de factores. Claro está que para aprovechar esta coyuntura internacional “caída del cielo” se requiere elegir en abril y mayo a un gobernante que simplemente crea en la inversión privada y que esté dispuesto a realizar las reformas necesarias para potenciar su dinamismo. Sino, estamos perdidos.
TE PUEDE INTERESAR
- El clima para hacer minería empeora en el Perú: ¿Cómo recuperar la competitividad? Sigue EN VIVO la mesa redonda de El Comercio
- Precios de la plata suben impulsados por frenesí de inversionistas minoristas de Reddit
- BCP: Economía peruana habría caído 9% en febrero por cuarentenas focalizadas
- ¿BVL repetirá en el año rendimiento de doble dígito de los primeros dos meses del 2021?
- Ejecución de proyectos mineros en cartera reduciría la pobreza al 15%, según Perumin