Nada grafica mejor el insatisfactorio panorama de la masificación del gas natural en el Perú, que el declive de la industria del gas natural vehicular (GNV).
Muestra de ello es el alarmante decrecimiento del parque automotor que consume este combustible. Según la Asociación de Grifos y Estaciones de Servicio del Perú (AGESP) hay 265 mil vehículos activados a GNV, pero solo 187 mil que lo consumen.
¿Los 77 mil restantes? Pues han migrado al gas licuado de petróleo (GLP), competidor directo del GNV, explica Renato Lazo, gerente general de AGESP.
“A setiembre de este año hay 77 mil vehículos que han dejado de usar GNV, pero hace 9 meses eran 50 mil. Eso significa que la tendencia se acentúa”, apunta Lazo.
La principal razón de ello, explica, es que el GLP se está tornando más competitivo, debido al subsidio otorgado por el Estado a esta tecnología en su forma envasada (balón de 10 k), de gran arraigo popular.
“Sucede que muchos comerciantes y envasadores se aprovechan de este subsidio y compran gas envasado para venderlo a los grifos como gas a granel”, señala Walter Espinoza, consultor en hidrocarburos.
Anota que esta distorsión ha ocasionado que los grifos que expenden GNV operen debajo de su costo de equilibrio. Como consecuencia, todos han empezado a vender otros combustibles.
“Según los estándares internacionales, para que un grifo tenga éxito debe atender 1.000 vehículos diarios. Los grifos a GNV en Lima atienden un promedio de 589, y eso hace que pierdan plata”, apunta Lazo.
Pero la situación es más difícil en provincias.
“Si en Lima las empresas de GNV trabajan debajo de su punto de equilibrio, en provincia ninguna está en azul ni es rentable. Algunas han recuperado su inversión, pero ese no es el negocio”, refiere Espinoza.
La explicación de esto son las elevadas tarifas que cobran los concesionarios de gas natural, lo cual ocasiona que el GNV se expenda más caro que el GLP.
“Si el Estado no toma medidas, este será un negocio de muerte lenta”, sentencia Espinoza.