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Que no es posible el desarrollo económico sin un sistema educativo de calidad, que asegure las capacidades de los futuros miembros de la fuerza laboral suena a verdad de Perogrullo. Empero, la situación de países como el nuestro presenta que es más fácil decirlo que hacerlo. Lant Pritchett, de la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard, ha identificado, desde el lado académico, la forma de lograrlo.
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Decir que en el Perú la educación es mala es nadar en la redundancia. En el frente educativo, Perú es un ejemplo de un problema común a muchos países, pero creo que aquí es un poco más pronunciado. Lamentablemente, la burocracia cree que su misión es que todos los niños vayan al colegio, pero se olvidó en el camino que debían recibir educación de calidad para tener éxito en la vida. En el Perú, la mayoría de niños tiene la oportunidad de ir a la escuela, pero si mides lo que los niños peruanos aprenden, los resultados son decepcionantes y las pruebas PISA lo demuestran. Esto no tiene otro nombre que crisis educativa.
¿No es el caso típico de los países en desarrollo?Gracias al estudio de la organización Young Lives, que monitorea a 12.000 niños durante quince años en cuatro países (Perú, Vietnam, India y Etiopía), se sabe que, antes de entrar a la escuela, los niños del Perú están al mismo nivel de los de Vietnam. Sin embargo, su paso por el colegio afecta sus habilidades, al punto que los vietnamitas, que viven en un país en todos los sentidos más pobre que el Perú, superan a los peruanos.
¿Argumentar que somos un país con recursos limitados es una justificación válida?Es un error de enfoque muy común creer que la calidad del aprendizaje está relacionada con el dinero que se invierte por alumno. Vietnam gasta menos por estudiante que el Perú. El tema es la eficiencia con la que se gasta. Lo que planteo en mi libro “The Rebirth of Education: Schooling Ain’t Learning” (“El renacimiento de la educación: escolarización no es aprendizaje”) es que la correlación entre el porcentaje del PBI que se destina a la educación y el desempeño de los estudiantes es muy débil. México multiplicó por cinco su gasto por alumno y no ha obtenido mejoras significativas. La salida de la crisis educativa no es el gasto.
¿Cuál es, entonces?Hay que pensar en cómo está organizado el sistema. La mayoría de ellos se asemeja a una araña. Tienes una tela de araña, una burocracia, con un cerebro central, la araña, que decide todo: en qué se gasta, cómo se gasta, qué se enseña. La consecuencia de ello es que el progreso se mide en tener más maestros y más colegios. Yo creo que debería pensarse en el sistema para que se asemeje a una estrella de mar, que no tiene cerebro. Es una colección de brazos que va en una dirección no porque hay un ente central que lo decide, sino porque uno o varios brazos identifican la comida y se mueven hacia ese lugar. El sistema se mueve porque las piezas se mueven.
Lee la entrevista completa en la edición impresa de Día_1.