Si bien el contexto global se mantiene benigno –con mayor crecimiento aumentando el apetito por activos riesgosos, incluyendo las monedas latinoamericanas–, se puede argumentar que existen nubarrones en el horizonte.
El principal es la posibilidad de una guerra comercial entre EE.UU. y China, que podría golpear la demanda y los precios de las materias primas. En segundo lugar, la política macroeconómica de EE.UU., encaminada a una posición fiscal más expansiva y monetaria más restrictiva. Esto da como resultado una receta para mayores tasas de interés, haciendo que Latinoamérica se vea menos atractiva.
En tercer lugar, está el riesgo geopolítico (Siria, Corea del Norte, etc.), que es un catalizador de aversión al riesgo. En ese contexto, y considerando los factores locales, hacemos un resumen de lo que esperamos para las monedas de América Latina.
El real brasileño (BRL) se ha depreciado 2,8% en el 2018 (a 3,40 reales por dólar) afectado por la postergación de las reformas fiscales, la incertidumbre de las elecciones, y un menor diferencial de tasas contra EE.UU. –la tasa de referencia de Brasil se encuentra en su mínimo histórico–. Nuestras proyecciones para fines de año y el 2019 son de 3,25 y 3,30, respectivamente, pero vemos los riesgos inclinados hacia un BRL más débil.
Durante el mismo período, el peso argentino (ARS) se debilitó sustancialmente (8,4%, hasta 20,2). El aumento de las metas de inflación del Banco Central hizo que el ARS inicie el 2018 presionado. Existe una teoría llamada paridad de poder de compra relativa, que muestra que, cuando la inflación de un país excede la de otro, la moneda del primero suele depreciarse contra la del segundo. A esto se suma el déficit de cuenta corriente argentino, que está en máximos de 20 años (5% del PBI). Siendo así, vemos el ARS cerrando en 23 en el 2018 y en 27 en el 2019.
Por otro lado, el peso mexicano (MXN) se ha fortalecido 8,5% este año (a 18) en un marco de crecientes expectativas por la renegociación exitosa del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Sin embargo, proyectamos que el MXN termine el año en 18,5, afectado por la incertidumbre de las elecciones. En el 2019, llegará a 18.
Pasando a la región andina, el peso colombiano (COP) también se apreció fuertemente (8,8%, a 2,723) por los mayores precios del petróleo y el resultado de las elecciones parlamentarias. Asimismo, el peso chileno (CLP) se fortaleció 3,3% (a 595) influenciado principalmente por un choque de confianza positivo asociado al resultado de la elección presidencial.
En el Perú, el sol (PEN) se ha apreciado marginalmente (0,5%, a 3,22) anclado por un déficit de cuenta corriente mucho más pequeño y mayores términos de intercambio. Algo importante a resaltar es que los mercados financieros recibieron al presidente Vizcarra con optimismo, asumiendo una moderación de la incertidumbre política.
Proyectamos una depreciación moderada de las monedas andinas en el 2018 (COP 2,890; CLP 620; PEN 3,25) y el 2019 (COP 2,930; CLP 625; PEN 3,30) debido a un menor diferencial de tasa contra EE.UU.