Carla Arce-Tord estudió Física en la PUCP y hoy, a sus 32 años, es doctoranda en Astrofísica en la Universidad Católica de Chile. Su futuro en la ciencia, así como su presente, es prometedor a pesar de haberse tropezado en el camino con comentarios del tipo “Tú estudias Física para decirles a tus hijos que fuiste a la universidad, ¿verdad?”.
Paola Moreno-Román, doctora en Microbiología Celular por la Universidad de Standford, a sus 30 años, cuenta una historia aún más triste: “Una compañera de mi edad salió embarazada cuando estábamos en el doctorado, mientras hacíamos rotación en distintos laboratorios. En un momento, un profesor se le acercó y, tras felicitarla por su desempeño, le dijo que considere dejar el posgrado después de que nazca su hijo y que lo retome unos años después”. Lo peor, señala la microbióloga, es que “se notaba que lo decía pensando que era lo correcto y que era el mejor consejo que le podía dar a una futura madre”.
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Es interesante cómo la maternidad se ve como aquella función que las mujeres están —estamos— obligadas a cumplir, pero que, una vez asumida libremente, se percibe como un obstáculo para el desarrollo profesional. Hay una penalización de la maternidad que alcanza tanto a las mujeres que son madres como aquellas que no lo son, pero están en la edad en que podrían serlo, y el motivo de esto, según explica Marlene Molero, CEO de GenderLab, es que se asume que su compromiso, dedicación y productividad se reducirían. “Se asume es lo clave acá, pues se actúa sobre la base de suposiciones no constatadas lo que nos lleva al terreno de los sesgos inconscientes”, añade.
Liderazgo y maternidad
Este 2021, la ONU ha designado que el tema del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) sea “Mujeres líderes: por un futuro igualitario en el mundo de la COVID-19”. El manifiesto de la ONU señala que el Día Internacional de la Mujer de este año es un clamor a favor de la igualdad, a fin de actuar para conseguir un futuro igualitario para todas y todos.
¿Es la maternidad un obstáculo para la igualdad? Un estudio realizado en Argentina en 2018 por Spring Professional, del Grupo Adecco, entre 100 ejecutivos de mandos medios y altos, señaló que 8 de cada 10 ejecutivos cree que la maternidad es vista como un obstáculo en el desarrollo de carrera de la mujer. Y 6 de cada 10 admiten que la brecha salarial por cuestiones de género es una realidad. Pasa en Argentina, pasa en el Perú, en América Latina y en el mundo.
Data de GenderLab, producto de una encuesta realizada a cinco mil personas en 2020, muestra que un 20% considera que la renovación del contrato de trabajo se pone en riesgo con la maternidad y el 35% piensa que una mujer embarazada o que es madre no tiene las mismas oportunidades para ascender. Esta data viene de un estudio que hicimos el año pasado con encuestas virtuales a más de 5000 personas con vínculo laboral activo.
La misma data muestra que, en los niveles de contratación de personal, se mantiene una relativa paridad hasta cierto punto, pero el porcentaje de mujeres que asume puestos gerenciales comienza a caer fuertemente y si uno cruza la media de edad de las personas que ocupan esas posiciones estamos justo en la edad en que las mujeres en promedio comienzan a optar por tener hijos. Alrededor de los 30.
Aunque, como explica Marlene Molero, también hay quienes ya empiezan a romper este paradigma con estrategia de contratación —como ofrecer total manejo de tiempos, por ejemplo— el camino aún es largo. Si vemos puestos de mayor responsabilidad, como los puestos políticos, por ejemplo, tenemos que las mujeres son jefas de Estado o de Gobierno en 22 países. Según cifras de ONU Mujeres, al ritmo del progreso actual, la igualdad de género entre jefas y jefes de Gobierno tardará otros 130 años.
¿Roles predeterminados?
Uno de los motivos por los cuales ser madre aún se percibe como un obstáculo tiene que ver con la construcción social de la maternidad. “El proceso de maternidad había sido asociado únicamente con las mujeres. A partir del Renacimiento, se da la inclusión de la función paterna dentro del proceso. Pese a este cambio, se debe aclarar que los deberes que se atribuyen a ambos sexos son distintos, y sobre las madres recae el mayor peso”, señala la investigación titulada “La maternidad como un constructo social determinante en el rol de la feminidad”, de la revista de Psicología de la Universidad de Costa Rica.
La revisión histórica del concepto de maternidad demuestra las transformaciones que ha tenido esta noción a lo largo de siglos, y sus consecuencias en la experiencia subjetiva y ejercicio de la crianza. Así lo explica el artículo Transformaciones Histórico Culturales del Concepto de Maternidad y sus Repercusiones en la Identidad de la Mujer, escrito por la investigadora de la Universidad Católica de Chile, María Elisa Molina. “Al revisar la literatura, Maternidad aparece como un complejo de significados particularmente rico por su relevancia para la vida humana, la cultura y la psicología individual en cada momento de la historia a lo largo de su evolución. Como parte de la complejidad de este proceso, los significados asociados a madre y mujer parecen haber ido entrecruzándose”, explica.
En el mismo artículo María Elisa Molina da cuenta que la mistificación que adquiere la condición de madre en la cultura griega y judeo cristiana también ha contribuido a que esta dimensión de la experiencia humana haya sido “sellada a fuego” en la subjetividad femenina. “Sorprende la cantidad de elaboración conceptual que impone a la maternidad una gran e ineludible responsabilidad, que va más allá de sólo engendrar niños y criarlos, comprendiendo un compromiso con la preservación de la condición humana y la cultura en su sentido más amplio”, dice.
“El ciclo reproductivo femenino es un aspecto que altera su proyecto de vida y su desarrollo laboral”, indica un informe de CIES de 2016 sobre la maternidad y el mercado laboral en el Perú. Ese mismo informe recomienda que, para generar políticas más justas en el mercado laboral, es indispensable el enfoque de género.
Lo paradójico es que el mandato social obliga a la maternidad — que incluso es sacralizada por algunas candidatas en esta campaña electoral—, pero, una vez que el niño o la niña nace, su crianza pasa a ser solo labor de la madre. Y es esa misma sociedad demandante, la que empieza a desentenderse de ella.