Es uno de los mayores villanos del Nuevo Testamento. El otro es Judas Iscariote, quien traicionó a Cristo. Y no es para menos: Herodes es acusado de haber ordenado matar a todos los niños menores de dos años en Belén para evitar que Jesús llegara a ser el “rey de los judíos”. Según los Evangelios, unos magos venidos de Oriente le informaron del nacimiento del Mesías. Desconcertado, el rey les pidió que averiguaran dónde se hallaba tal niño porque él también quería adorarlo. Los magos encontraron al recién nacido pero, advertidos por un ángel, regresaron por otra ruta. El hecho es narrado solo en uno de los cuatro Evangelios —el de Mateo—. En la Biblia católica se indica: “Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había sido precisado por los magos” (Mateo 2, 16-18). ***La matanza de los inocentes es el episodio más terrible que sigue a la Navidad y sirve a la vez para describir la huida de la Sagrada Familia a Egipto luego de que otro ángel le revelara en sueños a José las criminales intenciones de Herodes. Fue una huida nocturna, por un desierto de varios cientos de kilómetros, con poca agua y comida. Pero ¿sucedió realmente este acontecimiento? Según la especialista en temas religiosos Dorothea Ortmann, la historia era bastante conocida en Oriente desde épocas muy antiguas. “Era habitual que, cuando alguien no hallaba a quien buscaba, matara a todos los que encontraba. Es probable que el evangelista haya tomado este hecho de las muchas narraciones que circulaban en su tiempo”, dice. Todo lo que se conoce de Herodes proviene del historiador judío Flavio Josefo. Llamado el Grande, Herodes gobernó en Judea entre los años 37 y 4 a. C. (evitemos la confusión: se cree que Cristo nació dos años antes de la muerte de Herodes, hacia el año 6 a. C.). Josefo se esforzó por retratar a Herodes como un rey lujurioso, tiránico y cruel, pero no mencionó jamás la masacre de Belén. Otro estudioso, el español Antonio Piñero, catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid y autor de la novela “Herodes el Grande”, califica como “inverosímil” este episodio. Piñero ofrece, por el contrario, otros datos que ayudan a reconstruir al Herodes histórico, un gobernante sagaz que reinó por más de tres décadas entre los judíos gracias al sustento de Roma, en medio de intrigas familiares, asesinatos y conspiraciones. En su tiempo, Judea vivió una época de prosperidad: reconstruyó el templo de Jerusalén, edificó un teatro y un hipódromo; y, a orillas del mar, entre las actuales Tel Aviv y Haifa, levantó una ciudad lujosa y opulenta. La llamó Cesarea en honor a Augusto, su protector. Su vida privada fue tormentosa. Tuvo nueve esposas y muchas concubinas en un tiempo (siglo I a. C.) en que la poligamia era censurada entre los judíos. Herodes dejó a su primera esposa, Doris, y repudió a su hijo Antípatro para casarse con Marianne, nieta de Hircano II, un antiguo rey judío. De esta manera mejoraba su linaje. Sin embargo, en el año 29 a. C., la hizo ejecutar acusándola de infidelidad. También mandó a matar a su suegra Alejandra y a su cuñado José, marido de su hermana Salomé. Dos décadas después, sus dos hijos, Alejandro y Aristóbulo, también murieron degollados por complotar contra él. Tampoco se salvaría Antípatro. Muertos sus hermanos, era su posible sucesor, algo que Herodes no podía tolerar.
***Todo este derramamiento de sangre ha llevado a los exégetas a preguntarse si en verdad los inocentes asesinados no eran otros que los propios hijos del tiránico rey o algún candidato a sucederlo. César Cervera, del diario ABC de España, cita al historiador bíblico Daramola Olu Peters, quien dice que la palabra matanza [referida por Mateo] “podría ser solo el asesinato de algún hijo de los aspirantes a ocupar el trono”. El ‘error’ ya lleva varios siglos. Según el historiador Francisco de Asís García, desde el siglo II d. C. la matanza de los inocentes pasó a formar parte del martirologio católico, y luego fue representada en el teatro y la pintura medieval. En el siglo XII estos niños sacrificados fueron vistos como los primeros mártires de la cristiandad en una época —la de las Cruzadas— en que la Iglesia necesitaba ejemplos de entrega y valor. Por ahora deslizamos una suposición: el rey de Judea fue muy probablemente un hombre intrigante y siniestro, pero quizá también ‘inocente’ del crimen más atroz que la historia popular le ha endilgado.