En tiempos de elecciones la palabra cultura parece un término exótico. Raro. Dicha solo para quedar bien ante determinados auditorios o para declamar alguna cita que parezca culta o inspirada en un mitin. ¿Qué dicen sobre este tema los 19 candidatos a la presidencia de la República en sus planes de gobierno? La mayoría poco o nada. Más allá de esporádicas menciones, algunos ignoran absolutamente el asunto —como Alan García, Alejandro Toledo y Keiko Fujimori— y otros, los más, solo ofrecen generalidades: Daniel Urresti anuncia un “carnet joven” para acceder a actividades artísticas, Vladimir Cerrón habla de incentivar una “cultura turística”, Gregorio Santos también propone “circuitos turísticos”, Miguel Hilario plantea un uso público del patrimonio cultural, Yehude Simon dice que incorporará “actividades vinculadas al arte y la cultura” en los colegios, Francisco Diez Canseco ofrece preservar nuestro quehacer cultural y Felipe Castillo asegura que impulsará “el folclore nacional y la alimentación saludable”. Quienes se ocupan medianamente del tema —al menos unos párrafos en sus programas— son Alfredo Barnechea (promoverá “la cultura y el turismo nacional”), Renzo Reggiardo (fortalecerá el sistema de museos y propiciará programas de intercambio estudiantil), Julio Guzmán (promete un TV Perú cultural y la promoción de talentos “en el arte, la cultura y el deporte”), Ántero Flores-Aráoz (anuncia la creación de un fondo nacional de cultura y el destino de un 0,85 % del PBI para el desarrollo del sector), Fernando Olivera (creará una superintendencia del patrimonio cultural) y Nano Guerra García (anuncia “un fondo concursable para promover los emprendimientos culturales”). Una mención aparte merece César Acuña: el candidato promete construir complejos culturales en las 25 ciudades capitales del país para ofrecer clases de música, computación y manualidades. Hasta ahí todo pasable. Pero luego anuncia un novedoso servicio de “emerotecas”. Definitivamente, le falta un plan lector.
Dos planesDe los candidatos mejor ubicados en las encuestas solo uno desarrolla un plan integral: Pedro Pablo Kuczynski hace un diagnóstico del sector y presenta cinco lineamientos estratégicos para su fortalecimiento, su financiamiento, la puesta en valor y la gestión del patrimonio, el desarrollo de industrias culturales y el fomento de la lectura. Una de las rezagadas en los sondeos, Verónika Mendoza, también le da un espacio importante al tema. Ella plantea, entre otras iniciativas, una ley general de culturas y “un programa nacional de fondos para la promoción, difusión y circulación de proyectos artísticos y culturales”. Ofrece, además, ampliar el presupuesto del sector al 1 % del PBI, según las recomendaciones de la Unesco.
Opiniones“Existen algunas confusiones constantes que a estas alturas ya deberían estar superadas”, dice Milagros Saldarriaga, directora de la Casa de la Literatura Peruana. “Por ejemplo, confundir la cultura con el turismo. Una visión superada ya en países cercanos como Brasil, Colombia, Argentina y Chile, donde se la ve como un espacio de diálogo, reflexión e interacción”, afirma.“En general es Kuczynski el que mejor ha articulado una propuesta”, opina el sociólogo Santiago Alfaro. “Desarrolla mucho el concepto de economía creativa que está de moda entre las gestiones más neoliberales de la cultura; habla de la creación de una red de puntos de cultura y de un programa nacional para desarrollar la lectura. Después, anuncia fondos concursables para estimular la creación —hoy solo existen para el cine—, un mecanismo de financiamiento que se da en la mayoría de países de América Latina”, agrega. Esta idea es también recogida en el plan de Guerra García. Para Saldarriaga la propuesta de PPK es diversa y está vinculada a cada área del Ministerio de Cultura; en cambio, la de Mendoza es más declarativa y utiliza el tema para crear ciudadanía.
PatrimonioEn cuanto al patrimonio material e inmaterial, Kuczynski pone acento en “la participación de la inversión privada”, mientras Mendoza ofrece un “uso social” desde la cogestión de los pueblos originarios, los gobiernos regionales, locales e instituciones públicas y privadas”. “Sin desmerecer lo privado —comenta Alfaro— el Estado siempre debe ser responsable de la gestión del patrimonio”. Si bien candidatos como Kuczynski, Mendoza y Olivera enfatizan el registro y catalogación de los bienes culturales, Saldarriaga se sorprende de que mencionen algo que ya existe. “Lo que se necesita es concluir este proceso”, opina. En otra propuesta, la de Flores-Aráoz, se anuncia la creación de un premio nacional de cultura, pese a que este reconocimiento ya se ofrece en la actualidad.
Al BicentenarioEl cineasta Fernando Vílchez escribió la semana pasada, en el blog Un Ojo Salvaje, un comentario sobre los planes de gobierno y la cultura. Consultamos su opinión y dice que lo primero que debemos preguntarnos es qué queremos de aquí al Bicentenario. ¿Seguimos creyendo que la cultura es solo una herramienta para impulsar el turismo o queremos devolverle su espíritu creativo y crítico, convirtiéndola en un sector sostenible y autónomo? “Cuando sepamos dónde queremos estar, empezaremos a tener claro qué necesitamos”, contesta por correo electrónico. De lo contrario, seguiremos confundidos. Y seguiremos escribiendo “emeroteca”.
Contra la violenciaEl gestor cultural Pedro Pablo Alayza pide ver la cultura como un instrumento contra la violencia y la inseguridad. “Ningún candidato habla de las causas de la criminalidad, pero cuando tú pones una biblioteca, un teatro o un parque con juegos en un barrio, les estás dando a los niños y jóvenes la posibilidad de creer en otras posibilidades de vida, alejándolos de la marginación y de la violencia. Eso se ha hecho con éxito en Medellín”.