-ISSA WATANABE: “Desayunaba con ovejas voladoras”
El año pasado le preguntaron a Vik Muniz cuándo comenzó a dibujar. Él respondió que no recordaba, pero sí recordaba cuándo los demás dejaron de hacerlo. Me robo su respuesta. Todos los niños dibujan. De chicas, mis hermanas y yo desayunábamos con ovejas voladoras, ranas con zapatillas y ratoncitos que hablaban sobre el precio de los quesos. A medida que fui creciendo, la casa se siguió llenando. Ahora soy yo, la adulta que dibuja y mi hija Mae, la niña que desayuna con tres gatos azules y un mastodonte. Hay un poema de Szymborska que explica lo que es para mí la ilustración: cuenta cómo una niña va descubriendo el mundo, probando el movimiento de las cosas a su alrededor. La poeta, a través de la niña, se pregunta a dónde irán a parar los platos, cucharitas y tazas que están sobre la mesa cuando ella tire de la punta del mantel. La realidad ve una respuesta. La ilustración contempla todas las respuestas.
-NORI KOBAYASHI: “Buen concepto y mucho corazón”
La literatura infantil ayuda al desarrollo de la imaginación e incentiva a la lectura, también aporta a que los niños entiendan al mundo de una manera sencilla y dinámica. Mi primera aproximación fue a muy temprana edad a través de los cuentos. Recuerdo que algunos libros se encontraban en japonés, y al no poder leerlos me guiaba por los dibujos, creo que eso me ayudó a descubrir que hay una manera de comunicarse con imágenes. Estudié y me desempeñé como diseñadora gráfica, pero siempre estuvo presente la ilustración, por lo cual decidí desempeñarme en ese rubro teniendo la oportunidad de trabajar haciendo ilustraciones infantiles, donde pude volver a esa narrativa gráfica que tanto me atraía de niña. Solo que ahora soy yo quien lo crea, lo cual personalmente, es una experiencia divertida y gratificante. Una buena ilustración tiene que tener principalmente un buen concepto y mucho corazón.
-ANDREA PAZ: “Mi trabajo es a la antigua”
Siempre he ilustrado, desde niña tuve esa inclinación: tomaba cualquier cosa que pintara y ya estaba dibujando sobre algún soporte. Mis padres fueron mis primeros maestros. Antes de terminar el colegio gané un concurso y obtuve una beca para estudiar en Montemar. Trabajo a la antigua, a mano. Adoro tocar los materiales, mezclarlos, sentirlos. Para crear un personaje tengo que captar su espíritu. En el caso de “Chimoc”, Claudia, mi hermana, co-creadora del personaje, había hecho un trabajo de investigación fotográfica sobre los perros peruanos sin pelo. Ambas decidimos que este era el personaje perfecto para protagonizar nuestras historias. Hemos publicado varios títulos nuevos: “Tusuj” (Santillana), “El día del planeta” (Panamericana), entre otros. Estamos preparando varios títulos que se lanzarán en la FIL 2015.
-CHRISTIAN AYUNI: “La ilustración hace volar la imaginación”
Mi trabajo como ilustrador empezó al salir de la universidad. Recuerdo estar en la sala de espera de una editorial para una entrevista de trabajo y ver un libro que me hizo pensar: “yo quiero hacer un libro así”. Este era “No te rías Pepe” de la autora e ilustradora japonesa Keiko Kasza. La técnica y el estilo me llamaron mucho la atención. Mi amiga, que había ido conmigo a esa entrevista, me comentó: “Esos libros los ilustran afuera, acá no se hacen libros así”. Unos años más tarde publiqué mi primer libro ilustrado en la misma editorial. La ilustración da pie a que el niño haga volar su imaginación. Esto se logra cuando el texto y la ilustración van de la mano en objetivos y no se atropellan entre ellos.
-MARCOS PARIONA: “Me pongo en el lugar del niño”
Mi aproximación con la ilustración infantil empieza con los cuentos de aventuras que me leía mi madre, con gigantes, héroes y náufragos. Sin duda, son siempre un referente. Luego de estudiar la ENSABAP, empecé a trabajar como ilustrador y un día llegué a la Editorial Bruño. Ahí comprendí la real dimensión de lo que pretendía hacer. Eso me llevó no solo a ilustrar y diseñar sino a descubrir el placer de leer buenas historias. El ilustrador es un artista y su talento trasciende en su capacidad interpretativa de la idea del autor, por eso ilustrar es dar forma y color a una versión paralela y siempre previa a lo que el autor nos presenta. En la literatura infantil el artista interioriza la narración y la decodifica con la imaginación propia de un niño, yo me pongo en su lugar. Es crear un mundo del cual un niño pueda apropiarse y que sea fértil para sus fantasías.
-VÍCTOR AGUILAR: “Trabajar con José Watanabe fue genial”
Antes de trabajar con José Watanabe nunca había participado en un libro infantil. Pensé que sería difícil pero cuando me entrevistó, me contó la historia y mientras la iba imaginando. Incluso, él tenía algunos bocetos, pero me dio plena libertad. Nos reunimos unas tres veces. En ese momento ya estaba un poco mal de salud. Watanabe me daba las imágenes. Contaba la historia con tanto detalle que era fácil captarla. Una vez me dijo: “A los niños les gusta detenerse en la imagen y mirarla. Aparte de la historia, debe haber otro elemento que esté pasando por ahí. Si vas a dibujar una escena en el mar, no hay que limitarnos a los personajes, sino que atrás puede estar pasando un cangrejito. A los niños les gusta descubrir cosas que no están en la historia”. Como si fueran parte de un juego. Trabajar con el poeta fue una experiencia genial; tuve mucha suerte.