Cuando uno piensa en la música de las cordilleras, lo que le viene a la mente suele ser el susurro del viento, el sonido profundo y grave del aire que recorre las montañas, lavando pesares, llevando noticias a lugares remotos, hermanando el cielo y la tierra. Sin embargo, en noviembre del 2014, durante el primer Festival Internacional de Música de Alturas (FIMA) descubrimos en su melodía no solo instrumentos de viento: violines, tarkas, guitarras, bandurrias, charangos, quenas, saxofones, cuernos, acordeones, pututos, tubas, arpas, llungures, pinkillos y hasta una viola de rueda —que parece sacada del almacén de Les Luthiers— se agolparon para cantar la historia de los pueblos montañeses himalayos, andinos y alpinos.
El FIMA, organizado por la Asociación Arte de Alturas, es un evento sin precedentes que busca promover y difundir la tradición musical de las culturas altiplánicas, donde se incluyen desde ritmos ancestrales hasta fusiones contemporáneas. En su primera edición, que se desarrolló como antesala de la COP20 debido al compromiso que mantiene con la conservación ambiental, participaron más de 40 músicos provenientes de 11 países de las tres principales cadenas orográficas del planeta. Durante tres días, el público pudo disfrutar de conciertos y talleres a cargo de los artistas invitados, exposiciones, conferencias y proyecciones de cine al aire libre, todo relacionado con la música y la protección del medio ambiente. Y es que, como afirma Liana Cisneros, directora del FIMA, “la música es una de las expresiones más genuinas de la relación con nuestro entorno, con nuestro pasado y con las diversas maneras de ver el mundo”.
Intensidad y alturaHoy podemos volver a conmovernos con estas melodías. Arte de Alturas lanzó recientemente, en marco del Alpentöne de Suiza —el encuentro de música alpina más importante— un disco que compila 15 piezas interpretadas por los artistas nacionales e internacionales que participaron en la primera edición del FIMA. El cuarteto alemán Kofelgschroa, que combina el dialecto bávaro, la música folclórica y el pop, ganador del Premio Cultura 2013 otorgado por la ciudad de Berlín; Freddy Torrealba, considerado el mejor charanguista de Chile; el grupo austriaco Alma, que reinterpreta de manera contemporánea la música de raíz popular; el dúo boliviano compuesto por el quenista Marcelo Peña y Wilson Molina, experto en guitarra, charango y bombo leguero; la cantautora argentina de coplas pícaras Mariana Carrizo, ganadora del Premio Consagración en el Festival Cosquín del 2004; el dueto Vivir Cantando, compuesto por los guitarristas Fernando Salazar y Lucho Vergara, declarados los Príncipes de la Canción 2011 en el 25.to Festival de Música Colombiana; la francesa Laurence Bourdin, intérprete de piezas ancestrales de Occitania, con especial interés en repertorios medievales, renacentistas y arabo-andaluces; el quinteto Rabab Instrumental Group, con 28 años de experiencia difundiendo la música original de la India; el trío italiano Andrea Capezzuoli, que fusiona el folclore del norte del país con el jazz y otros ritmos modernos de Europa y América; Hornroh, cuarteto suizo que toca el emblemático alphorn o cuerno alpino con un estilo innovador; y los grupos peruanos Los Jaukas y Conjunto Pancho Gómez Negrón, representantes del folclore andino. Además de reconocidos invitados especiales como la cantante Consuelo Jerí, el guitarrista e investigador Ricardo Villanueva, el violinista Andrés Chimango Lares, el experto en arpa Luciano Quispe y el saxofonista Jean Pierre Magnet se unieron para dar cuerpo a una misma melodía cenital, donde las montañas actuaron ya no como murallas, sino como puentes entre estos pueblos. Pueblos que, a pesar de las diferencias culturales y la vasta distancia que los separa, comparten elementos que se ven reflejados en un mismo lenguaje: la música de alturas, ctónica. Recordemos que toda la música tiene un origen ritual, y en las montañas, donde el vínculo con la naturaleza no se ha roto, estas manifestaciones se encuentran más cercanas a sus orígenes místicos. Es por ello que estas piezas ancestrales, pese a que puedan no pertenecer a nuestra cultura, son capaces de interpelarnos con tanta intensidad: nos recuerdan nuestro pasado espiritual, nos reconectan con ese tiempo remoto en el que no éramos tan cínicos.
2.do Festival Internacional de Música de AlturasUn murmullo de cornos, acordeones, flautas y guitarras se oye cada vez más cerca: ya se está preparando la segunda edición del Festival de Música de Alturas. Del 11 al 13 de marzo del 2016, en el Parque de la Exposición, el público podrá vibrar nuevamente con piezas provenientes de los Andes, los Alpes, el Himalaya y, ahora también, de los Pirineos. Una nueva avalancha de músicos se precipitará sobre nuestra ciudad para regalarnos tres noches de música y experiencias culturales. A diferencia del año pasado, donde únicamente se ofrecieron dos conciertos en Arequipa y Cusco, esta vez, el festival se replicará íntegramente en estas ciudades, así como en Huancavelica, inmediatamente después de su finalización en Lima.
Disco:1.er Festival Internacional de Música de Alturas. Lima/Perú. Noviembre 2014Autor: VV. AA.Precio: S/. 40.00 (disponible desde el 31 de agosto, primero a pedido)
Escucha tres canciones que forman parte del disco producido por la Asociación Arte de Alturas:
1. “Ayarachi”, de Los Jaukas.
2. “Katoo chuk nundbanay waloo mashook mainay”, de Rabab Instrumental Group.
3. “Bladl”, de Kofelgschroa.
Mira un clip de lo que pasó en el FIMA 2014:
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(Video producido por Javier Corcuera)