“La Luna, nuestro satélite natural, ha sido parte del desarrollo de la sociedad desde que los primeros humanos caminaron sobre la Tierra. La Luna ayuda a que la Tierra sea más habitable al moderar el movimiento de precisión del planeta en torno a su eje, lo que lleva a un clima más estable”, explica la astrónoma peruana Carla Arce-Tord.
La relación entre los seres humanos y la Luna se ha basado en la curiosidad y la necesidad de entender su influencia sobre la Tierra y sobre nosotros mismos. Nuestros antepasados la usaron como referencia para diseñar sus calendarios y basaban parte de sus esquemas agrícolas en el ciclo lunar. En otro plano, era adorada como diosa suprema, por lo que no solo era una herramienta para satisfacer sus necesidades más terrenales, sino que llevaron su necesidad de comprenderla también al plano espiritual. Hasta el día de hoy, la astrología considera a la Luna como el símbolo de la energía femenina.
Los estudios sobre sus particularidades materiales y sus efectos sobre la Tierra se perfeccionaron a la par de la astronomía, lo que hizo que pronto el ser humano soñara con su conquista y manifestara esta ilusión de diversas maneras. Así, hacia 1649, el poeta y pensador francés Cyrano de Bergerac escribió un relato titulado “Historia cómica de un viaje a la Luna”. En ella, ensaya los más graciosos métodos para viajar a nuestro satélite. En 1835, el escritor estadounidense Edgar Allan Poe publicó “La incomparable aventura de Hans Pfaall”, donde describe un alunizaje. Llegaría 1865 para que el genial escritor francés Julio Verne publique “De la Tierra a la Luna”, relato que detalla las peripecias del envío de un objeto a la Luna y donde describe con asombrosa minuciosidad cómo serían las exploraciones espaciales del futuro. Este relato inspiraría al pionero del cine, el también francés Georges Méliès, para crear en 1902 “Viaje a la Luna”, película que revolucionó el relato audiovisual.
Pero avancemos en el tiempo. “Nuestro primer contacto como especie con la Luna se dio con el sobrevuelo y alunizaje de las sondas Lunik 1 y 2, respectivamente, en 1959. A las misiones Lunik les siguió las famosas misiones Apollo durante la década de los 60, llegando al hito histórico de llevar a los primeros humanos a la superficie de la línea en 1969 con Apollo 11. Estas series de misiones, junto con los sobrevuelos realizados en la década de los 70, nos ayudaron a comprender detalles sobre la historia geofísica de la Luna”, añade Carla Arce-Tord.
Y añade: “Durante la década de los 90, se enviaron sondas a la superficie lunar que nos permitieron profundizar en su geofísica. Las muestras obtenidas nos dieron los primeros indicios de la existencia de depósitos de agua congelada y un mapeo detallado de la superficie. Los 2000 trajeron varias misiones orbitales y de reconocimiento de superficie por parte de distintas agencias espaciales: NASA, ESA, CNSA, JAXA, entre otras. Ahora, en la tercera década de los 2000 estamos apuntando a volver a pisar la Luna más de 50 años después con la misión Artemis”.
En el 2022 se lanzó y completó con éxito la misión Artemis 1, cuya finalidad fue probar el plan de trayectoria y la sonda Orión que transportará a la futura tripulación. En el 2024 se estima el lanzamiento de Artemis 2, que llevará a la futura tripulación a un vuelo orbital, y en el 2025 se lanzará Artemis 3, que nos permitirá pisar nuevamente la Luna.
La relación entre los seres humanos y nuestro único satélite es parte de una historia aún en desarrollo.
Contenido Sugerido
Contenido GEC