Es un ejercicio de honestidad recalcar que las rosas y los chocolates no tienen correspondencia alguna con el origen del Día Internacional de la Mujer. Aunque la ONU institucionalizó la fecha en 1975, la propuesta nació durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de Copenhague en 1910, y se instauró oficialmente al año siguiente bajo el nombre de “Día de la mujer trabajadora”. Las actividades que desde 1911 se realizaron, apuntaban a discutir y demandar que las mujeres gocen de derechos tan básicos como el voto. De chocolates, nada.
Aunque las acciones de aquel 19 de marzo de 1911 se realizaron solo en Europa, no pasó mucho tiempo para que América se sumara a ellas, aunque el motivo de dicha adhesión fue trágico: El 25 de marzo de 1911 murieron por quemaduras y asfixia 123 mujeres y 23 hombres, la mayoría inmigrantes, encerrados durante un incendio en una fábrica de Nueva York. Esto puso en debate las leyes laborales en Estados Unidos e incluso llegaron a modificarse; sin embargo la lucha por lograr mejores condiciones para las mujeres apenas comenzaba.
Hoy, 110 años después, en medio de una nueva ola feminista, la lucha se centra en lograr igualdad de oportunidades y una vida libre de violencia en diversos espacios. En el marco de esa lucha, van estas tres recomendaciones: Quemar el miedo, del colectivo chileno Las Tesis; La potencia feminista, de la politóloga argentina Verónica Gago; y Recuerdos de mi inexistencia, de la estadounidense Rebecca Solnit. ¿Cambiamos rosas y chocolates por libros?