Cada 25 de diciembre el mundo celebra el nacimiento de Jesús. La fecha es una de las más importantes del calendario cristiano; sin embargo, su origen se pierde en las distintas mitologías anteriores al catolicismo. La prueba más evidente es que Jesús no fue el único ser que vio la luz ese día, sino que existe una docena de dioses antiguos que nacieron en ese momento y que provienen de tradiciones tan diversas como la grecolatina con Heracles, Hermes, Adonis, Dionisio y Prometeo; o la hindú con Krishna o Buda; o la egipcia con Horus; o la árabe con Tammuz; o la persa con el sabio Zaratustra.
Lo evidente es que estos últimos días de diciembre son, si se quiere, una época importante en términos astronómicos, pues el Sol alcanza su menor o mayor altura en el cielo (de acuerdo al hemisferio). El solsticio de invierno o de verano ha sido desde siempre una festividad que ha marcado a pueblos sobre todo agrarios que dependían de los ciclos naturales. Los romanos, por ejemplo, celebraban en esa fecha una fiesta llamada Sol Invictus, pues se suponía que entonces el astro vencía a las tinieblas. El solsticio de invierno, en esta parte del mundo, ocurre en junio y durante el Tahuantinsuyo se escenificaba el Inti Raymi.
Como la Biblia no especifica la fecha del nacimiento de Jesús, esta se impuso en Roma alrededor del año 300, y las fechas variaban entre el 25 de diciembre, el 6 de enero o el 25 de marzo. ¿Por qué se impuso la primera fecha? No existen acuerdos. Tampoco está probado que esta sustituyese celebraciones paganas. Se dice que los cristianos antiguos creían que Jesús fue concebido el mismo día del año en que moría: el 25 de marzo. ¿Se contó nueve meses y dio por resultado 25 de diciembre? ¿Designio divino?