Hace 500 millones de años, el planeta estaba dividido en dos inmensos continentes llamados Laurentia y Gondwana. Y todo el territorio peruano, como gran parte de Sudamérica, yacía sumergido en el fondo del océano. En ese suelo marino habitaban extraños seres capaces de absorber la materia orgánica que caía hasta este ecosistema rudimentario, dominado por altas temperaturas y bajos niveles de oxígeno. Uno de estos ejemplares, alargados y cilíndricos, debió haber quedado atrapado entre estos sedimentos en un estado de preservación tan excepcional que 460 millones de años después, sus enroscados restos fósiles han sido descubiertos por un equipo de paleontólogos peruanos del Instituto Geológico Minero y Metalúrgico (Ingemmet), claro que su hábitat había cambiado muchísimo: ya no era un fondo marino, sino una empinada ladera ubicada a 12 kilómetros de Carhuamayo, en Junín. Bautizado como Juninscolex Ingemmetianum este gusano tiene ahora el honor de ser el fósil de cuerpo blando más antiguo del Perú. Son tan raros estos fósiles que existen pocos registros en Sudamérica.
“Para un paleontólgo esto es como sacarse la lotería”, dice el geólogo José Reyes Carrillo, quien preside el comité del III Simposio y I Congreso Internacional de Paleontología, que se realizará en Lima, entre el 26 y 29 de noviembre, en el auditorio del Ministerio de Energía y Minas. Ahí será presentado el Juninscolex junto con otros dos hallazgos: un trilobite descubierto en Umachiri, Puno, con una edad aproximada de 493 a 495 millones de años; y un cocodrilo gavial, del Mioceno, encontrado en Ocucaje, Ica.
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Una plaga prehistórica
Sobre el trilobite, Reyes Carrillo afirma que estos seres eran artrópodos, al igual que las langostas. “Se creía que en el Perú no teníamos fósiles tan antiguos —dice—, pero este trilobite data del Periodo Cámbrico, casi 500 millones de años, y su descubrimiento abre un nuevo campo de estudio para descifrar restos de la edad más antigua del planeta”.
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Según refiere el geólogo, los trilobites, como las hormigas o las cucarachas actuales, tenían las articulaciones segmentadas. “Estos animales —explica—, aprovechaban la materia orgánica que caía en el subsuelo marino, y se adaptaron tanto a este tipo de alimentación que se reprodujeron en abundancia. Son considerados como una plaga del Paleozoico y sus fósiles nos sirven ahora para datar las rocas. Si yo encuentro el mismo trilobite en Sudamérica, otro en Norteamérica y otro en China, puedo decir que las rocas de esos tres lugares tienen la misma edad”.
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Un pariente lejano de los cocodrilos
El tercer hallazgo, que se presentará en el congreso, ha sido llamado, genéricamente, ‘cocodriliano de tipo gavial’, y se cree que pertenece al género Piscogavialis. Sorprende el excelente estado de conservación del fósil preparado por el paleontólogo Mario Gamarra. Los restos, todavía en estudio, tienen una edad estimada de diez a nueve millones de años.
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Según el biólogo Iván Meza Vélez, estos reptiles primitivos formaban parte del grupo de los arcosaurios, donde también se ubican los dinosaurios. “Los cocodrilianos se dividen en tres grupos —agrega—: cocodrilos, caimanes y gaviales. Estos últimos tienen una morfología craneal diferente a la de cocodrilos y caimanes, pues su hocico, delgado y largo, no tiene tanta fuerza ni para abrir ni para cerrar la mandíbula, porque está adaptado para comer solo peces. En el Mioceno existían gaviales en todo el mundo, en el Perú estaban en la costa, en la selva y en las lagunas de la sierra”.
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Época de oro
Estos descubrimientos confirman el auge de la paleontología peruana, que en años anteriores presentó fósiles tan importantes como los del Perucetus Colossus o los del plesiosaurio en el Morro Solar, y que son motivo de orgullo de los científicos locales.
“Podríamos decir que estamos entrando en una época de oro de la paleontología en el Perú —expresa Reyes Carrillo—, porque antes (fines del siglo XIX y gran parte del XX), quienes hacían paleontología en nuestro medio eran extranjeros, naturalistas que venían a Sudamérica y realizaban estudios y dejaban algunas colecciones en universidades como San Marcos, pero recién en los últimos 30 o 40 años somos ya científicos peruanos quienes estamos estudiando nuestros fósiles, nuestra geología y esto es motivo de identidad, pues muchos de estos restos llevan el nombre de nuestro país y nuestra cultura como Inkayacu, un pingüino gigante que vivió hace 30 millones de años en Pisco, y que ya es reconocido internacionalmente”.
Las investigaciones paleontológicas se están extendiendo a distintas regiones del país mediante convenios de cooperación, como son los casos de Tumbes, Piura, Cajamarca, Junín e Ica. En este contexto, el especialista destaca la realización de este simposio y congreso internacional, donde se realizarán charlas, exposiciones y talleres para niños, y se demostrará cómo era la vida en nuestro territorio, desde el lejanísimo Cámbrico, cuando lo que hoy es el Perú era solo un oscuro suelo marino, hasta la floreciente vida del Mioceno, con abundantes peces, gaviales y cetáceos primitivos que nadaban por mares de aguas cálidas y tranquilas.