“Las callecitas de Buenos Aires tienen ese algo qué se yo...viste!”.
Así empieza “Balada para un loco”, uno de los temas favoritos de mi padre, quien siempre escuchaba y cantaba. Aunque en aquella época yo no entendiera bien las palabras y el significado de la letra, está presente en mi recuerdo. Hoy veo que era su manera de recordar los años de juventud que vivió en esa bella ciudad a la que, cada vez que vuelvo, encuentro y descubro siempre algo nuevo.
Me volvió a pasar esta última vez cuando viajé para disfrutar de BACóctel, un genial evento para disfrutar de la coctelería porteña en todos los lugares y bares que se puedan imaginar.
Tal como dice la canción, íbamos caminando por esas calles del enorme barrio de Palermo (que hoy tiene varios apellidos: Palermo Viejo, Palermo Soho, Palermo Holywood, Palermo Chico y podríamos seguir), cuando de repente paramos frente a una puerta de lo más simple, bien podría ser una vivienda cualquiera, una casa sin pretensiones y que ya acusa el paso del tiempo. El timbre para el toque respectivo llamaba aún más la atención, decía: “Toque y espere”. Misterio.
Lee el post completo en el blog “Destilando pisco” de Soledad Marroquín.