Estaba decidida a convertirse en vegetariana. Probó las zanahorias de todas las maneras posibles. Hizo lo mismo con el tofu, las hamburguesas de lentejas, los chips de garbanzos.
Pero los pollos, bifes y chorizos se las arreglaban para cruzarse en su camino. Los veía en restaurantes, revistas, en la televisión; incluso llegó a soñar que los olía y saboreaba. Hace pocos meses entendió que ni su salud ni ninguna moda podrían conseguir que olvidara la carne de por vida. Y encontró una solución: el flexitarianismo.
El término agrupa a todos aquellos vegetarianos flexibles que han optado por una dieta rica en vegetales, granos, frutas y legumbres y a veces, cuando el cuerpo lo pide, un trozo de carne. Los flexitarianos se enorgullecen de ser más delgados que los carnívoros y de ser menos propensos a enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer, entre otros.
El grupo ya forma parte de la larga lista de tendencias con nombres de trabalenguas relacionadas con los regímenes alimenticios, como el pescetarianismo o el ovolactovegetarianismo, por nombrar apenas dos. Campañas como la Meatless Monday (sin carne los lunes) y libros como La dieta flexitariana la han popularizado en todo el mundo.
Pero, ¿cuánta carne se puede comer dentro de esta categoría? ¿Existe una medida? ¿Puede ser de cualquier tipo? ¿Cuáles son los beneficios de esta dieta?
UNA DIETA PERMISIVA La doctora Montserrat Rodríguez, médico nutricionista, se define a sí misma como flexitariana y recomienda este tipo de régimen a sus pacientes. Estaba en la búsqueda de un estilo de alimentación que me ayudara a perder peso y a mejorar mi calidad de vida: a estar menos cansada, a solucionar los problemas hormonales que tenía, etcétera, explicó a BBC Mundo.
Las carnes rojas, los derivados lácteos, los alimentos procesados (harinas, grasas, enlatados) le hacen daño al cuerpo humano. Cuando comemos más vegetales y frutas, inmediatamente se ven los resultados: uno se empieza a desintoxicar, a sentirse mucho mejor. Bajo esa premisa, parecía que el vegetarianismo era la clave, pero a mí me seguía haciendo falta la proteína animal. Por eso entiendo a quienes acuden a mi consulta, dice la especialista.
Quienes se han vuelto vegetarianos saben que se trata de una filosofía exigente. No sólo hay que lidiar con el autocontrol, sino con el ambiente y las personas que nos rodean (con las abuelas que preguntan ¿Y no vas a comer más nada?). Una dieta que incluya proteína animal es mucho más realista y ayuda a lidiar con la ansiedad, ya que se puede escoger entre una amplia lista de alimentos permitidos.
En cuanto a las reglas para calificar como un flexitariano, Rodríguez coincide con otros especialistas al asegurar que no existe un acuerdo para definir las cantidades exactas de carne que deben consumirse.
Algunos, como yo, escogerán no comer carne roja y concentrarse en el pollo y el pescado. Yo creo que lo ideal es comer una proteína animal una sola vez al día y suprimirla del todo por lo menos tres días a la semana. Sin embargo, la categoría es tan amplia que queda a la interpretación de cada persona. Si alguien comía chorizo dos veces por semana y ahora lo come dos veces al mes, ya se está convirtiendo en un flexitariano para sus cánones. La definición lo permite y lo incluye.
La medida ideal es la que te haga sentir mejor, añade la doctora.
MÁS BENEFICIOS Suprimir la carne de la mayoría de las comidas también puede ayudar al bolsillo. Los menús vegetarianos suelen ser, en promedio, un 60% más económicos que los que incluyen proteínas.
Para la nutricionista, un menú ideal incluye en el desayuno granos o carbohidratos complejos: panes, avena, frutas con semillas. Lo ideal es hacer dos meriendas, una a media mañana, otra a media tarde. En la primera suelo recomendar nueces, almendras o frutas y en la segunda, un batido de vegetales que puede tener espinaca, col rizada, un poquito de celery, pepino, moras, piña, manzana, así como una cucharada de semillas de linaza o chia, dice.
Rodríguez recomienda consumir una proteína vegetal en el almuerzo, lentejas o garbanzos con quinua o arroz integral, combinado con ensaladas o vegetales, y en la cena sugiere comer pescado, mariscos, pollo o claras de huevo con vegetales cocidos.
Según un estudio comisionado a principios de 2013 por la compañía vegetariana Linda McCartney Foods, fundada por la fallecida esposa de Paul McCartney, el flexitarianismo está cerca de convertirse en una mega tendencia debido a sus múltiples beneficios. Aunque ha sido criticada por quienes dicen que, si se quere mejorar la salud y además ayudar a los animales y el ambiente, no se puede ser casi vegetariano: que se es o no se es.
Un portavoz de la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA, por sus siglas en inglés), Bruce Fiedrich, ha contestado a los detractores diciendo lo siguiente: Si la gente decide comer menos carne para mejorar su salud, los animales saldrán beneficiados. Dos personas que reduzcan su consumo a la mitad ayudan de la misma manera que una sola persona vegetariana. En otras palabras, por algo se empieza. Popularidad
No me sorprende que esta tendencia gane cada vez más adeptos, dice la doctora Rodríguez. Porque esta corriente no es tan estricta como el vegetarianismo o el veganismo y, sobre todo, porque permite mantener unas buenas condiciones de salud, dice.
Y eso es algo que, los ovolactovegetarianos por ejemplo no consiguen, pues suelen tener los triglicéridos altos debido a que todas las proteínas que consumen las obtienen de la leche y los huevos, que contienen altos niveles de colesterol. Por eso muchas veces, incluso, sufren de sobrepeso.
El flexitarianismo, además de permitir el consumo de un pedacito de carne con toda la carga cultural y tradicional que implica, sobre todo en los países de América del Sur ayuda a mantener el equilibrio, en todo sentido.