Una de las cosas con las que más patalean los padres, especialmente quienes se están iniciando en la caótica aventura de la crianza, es la hora del higiene del bebé. Dado a que con cualquier movimiento brusco podrían arañarlo o incomodarlo.
Son las zonas donde se concentra la mayor sensibilidad, como los oídos, las uñas, la boca, los dientes, entre otras zonas del cuerpo, las que deben tratarse con mucho más cuidado, dado a que podrían ocasionar alguna reacción o dolor, y de no tratarse bien y con procedimientos previamente establecidos, a la larga, desencadenaría infecciones.
A veces, por miedo, evitamos hacerlo por nuestros propios medios y elegimos la ayuda de un especialista. Sin embargo, es muy sencillo de replicar, siempre y cuando sepamos que es lo que NO debes hacer y en qué errores evitaremos incurrir. En el caso de la zona de la nariz, te recomendamos no realizar lo siguiente:
No asear frecuentemente
Usualmente, los padres tienden a fijarse en el aseo de la nariz unicamente cuando el niño se encuentra resfriado o congestionado. No obstante, el aseo debe ser periódicamente, ya que durante el día a día se acumulan diversas partículas propias del medio ambiente. De no fijarse en ello, podría ocasionarle una infección al pequeño, y con ello la aparición de enrojecimiento e hinchazón en la zona, lo cual le generaría un malestar considerable.
Emplear hisopos
Este objeto ha sido empleado por años por los padres de familia para limpiar los orificios más diminutos que posee el ser humano. Antiguamente, se empleaba también para limpiar la nariz de los bebés, pues su cavidades son mucho más minúsculas que la de un niño o una persona adulta. Sin embargo, lejos de ser una herramienta beneficiosa, estaríamos exponiendo al menor a acumular las pelusas del algodón, con lo que en un mal momento obstruiría su respiración.
Quitar los mocos con la boca
Algo muy tradicional (e incluso visto como un acto de conexión de mamá y bebé), es que la progenitora coloca su boca en la nariz del pequeño y absorba toda la mucosidad acumulada. Esta práctica debe darse por descartada, pues además de insalubre por donde se mire, expone al menor a los miles de gérmenes que se acumulan en la boca de la madre.
Usar el dedo
Emplear las manos -sin además, haber realizado una previa desinfección- es una ventana para que tu pequeño reciba una gran cantidad de gérmenes y bacterias. Además, la uña, sea corta o larga, le ocasionaría lesiones o arañones.
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