The Outer Banks ya va a cumplir tres años contando la historia de John B, Pope, JJ, Sarah y Kiara, un grupo de adolescentes en busca del tesoro más grande en la historia del muelle de Kildare: el Royal Merchant. Esta saga está llena de misterio, acción, aventuras y, en esta entrega, pudimos conocer más a fondo la relación de los protagonistas con sus respectivas familias.
Uno de los hechos que más ha llamado la atención del público de la popular serie de Netflix es cómo los padres de Kiara (Madison Bailey) la envían a una escuela reformatoria para jóvenes con problemas. En esta institución, Kiara, quien previamente había escapado de su hogar para ir en busca del tesoro con sus amigos, es diagnosticada con Trastorno de Oposición Desafiante -u ODD, por sus siglas en inglés- debido a sus conductas rebeldes.
Este suceso despertó a múltiples fans de la serie en las redes sociales, quienes creían que otorgarle ese diagnóstico al personaje era muy ‘exagerado’. Sin embargo, pocos sabían que el ODD es una condición real que poseen múltiples jóvenes durante la adolescencia. Por ese motivo, Hogar&Familia de El Comercio conversó con Karina Otoya, docente de la carrera de Psicología de la UPC, quien nos explicó cómo identificar esta conducta en los jóvenes y las formas de tratarla.
¿Cómo identificar el Trastorno de Oposición Desafiante?
Según Karina Otoya, existen ciertas conductas que pueden permitir identificar un posible caso de Trastorno de Oposición Desafiante, el cual puede ser diagnosticado desde los 5 años de edad. Entre ellas, la experta resalta prestar atención en caso nuestro hijo sea hostil, desafiante, opositor y desobediente no solo con sus padres, sino con cualquier figura de autoridad en general, como los maestros o la ley misma.
Además, hizo hincapié en los ocho comportamientos a los que hace referencia el Manual de Desordenes Psiquiátricos (DSM5) para poder identificar un posible diagnóstico de ODD. La psicóloga resaltó que, con solo cuatro de estas conductas, es preciso acudir a un especialista para poder analizar el caso.
- Perder los estribos rápidamente
- Discutir con adultos constantemente desde temprana edad
- Desafiar abiertamente o pasivamente a figuras de autoridad
- Hacer cosas deliberadamente para molestar a otros a propósito
- Culpar a los demás por sus errores cuando se queda en evidencia
- Son personas muy susceptibles y sensibles, pues se ofenden rápidamente
- Normalmente están malhumorados, molestos y resentidos
- Son personas con recurrentes pensamientos rencorosos y vengativos
La docente Otoya resalta que estos comportamientos, para mostrar un posible caso de ODD, deben ser recurrentes en un periodo de seis meses. Esto se debe a que también es posible que un niño o un adolescente esté atravesando una etapa difícil en su vida, lo cual podría llevarlo a actuar de esa manera. Sin embargo, en este caso, las conductas podrían durar máximo tres meses. Por ende, si los comportamientos desafiantes exceden los seis meses ya sería necesario realizar una intervención.
¿Cómo actuar si mi hijo posee estas conductas?
Según la especialista, es imprescindible iniciar una terapia individual para el niño o adolescente que muestre estas conductas con frecuencia. Karina Otoya añadió que el Trastorno de Oposición Desafiante no es un patrón que se herede ni algo biológico, sino que se va configurando con una mala relación con los padres o un método inadecuado de crianza. Por ese motivo, también recalcó que poder seguir con el tratamiento no es solo labor del hijo, sino también de los padres.
La experta resaltó que el ODD se da en casos en los que los padres suelen ser excesivamente permisivos o, por otro lado, extremadamente estrictos. Por ello, indicó que cualquier extremo durante la crianza puede ser un factor de riesgo para el trastorno. ‘Para que haya oposición tienen que haber dos partes: la parte del hijo y la del adulto. La terapia va a permitir analizar qué dinámicas se dan entre ambos y alcanzar romper ese círculo vicioso’, concluyó.
Es preciso lograr que el niño o adolescente encuentre en sus padres una relación de confianza, donde no haya peleas de poder ni se busque utilizar la fuerza. De ser un caso contrario, un trastorno sin resolver puede tener como consecuencia un comportamiento antisocial o, incluso, delictivo.
Cabe agregar que, en caso de ser un niño más pequeño que el promedio, se pueden utilizar incentivos para conseguir un mejor vínculo. No obstante, de seguir el camino de la terapia en cualquiera de los casos, se pueden empezar a ver resultados positivos desde, por lo menos, un año, tomando en cuenta también un aporte positivo de las personas de su entorno.
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