BETTY SOTO @bm_soto
Redactora de Sociedad
El acoso sexual al interior de los centros educativos causa indignación, pero quizá ya no sopresa. El caso del director del colegio Bartolomé Herrera, Marco Hualpa Bendezú, acusado de proponer relaciones sexuales a su ex alumno, ha puesto de nuevo sobre el tapete los más de 500 casos que se han denunciado en Lima en los últimos años. Solo el citado docente tendría denuncias desde el 2000.
Entender por qué los profesores acosan es difícil. El psicoanalista Leopoldo Caravedo sostiene que ellos necesitan tener una posición de poder para atacar a sus víctimas. “Actúan como el animal que caza a su presa. Hacen una lectura de las debilidades de la persona y se aprovechan de ello para acercarse y acosarlos”, explicó a El Comercio.
Los acosadores actúan movidos por una fuerte pulsión sexual que nace en edades tempranas. “La mayoría fueron agredidos en la infancia y buscan vengarse o tienen una personalidad esquizoide, que no les permite establecer vínculos profundos con las personas. Entonces, es más fácil obligar o manipular”, explica la psicóloga forense Silvia Rojas.
Manipular es justamente la característica básica del acosador, apunta el psicoanalista Caravedo. “Acercarse a la víctima requiere de artimañas que se establecen de a pocos. Su personalidad se camufla. En la vida pública no son patanes, ni imprudentes, más bien son empáticos o muy tranquilos con la gente”, indica. Esta pasividad o una actitud muy normal es lo que les permite conectar fácilmente con su víctima.
Otro rasgo característico es que en su vida familiar tienen problemas de disfunción sexual, causados por el abuso en la infancia. Ello ocasiona que el acoso sexual sea una vía de escape para lidiar con la confusión que sienten hacia su virilidad.
Cuando el acosador trata de atrapar a su víctima se muestra muy interesado en ayudarlo o protegerlo. Así se establece el vínculo de confianza, pero una vez que el abuso se da o no, el acosador usa la culpa para callar a la víctima. “Le hace sentir a la persona y aún más al menor que se merece lo que le sucedió, y por eso no debe hablar”, indica el psicoanalista.
Pero, ¿los acosadores son casos perdidos? Probablemente no, pero muchos se resisten a cambiar. Es el caso de los acosadores egosintónicos, quienes no sienten culpa al acosar y piensan que es algo normal y cotidiano en su vida. Caso contrario son los egodistónicos, quienes sí sienten culpa y tratan de resistir la pulsión sexual que los llama a acosar.
De cualquier manera, la mejor ayuda es la psicológica y la psiquiátrica, que cada vez es más aceptada por los acosadores. “Como son descubiertos, ya no sienten tanta vergüenza para tratarse. Ellos requieren de un tratamiento largo que los libere de los sentimientos reprimidos”, apunta la especialista Rojas.
“Ellos son vulnerables. Terminan acosando a las personas equivocadas justamente porque su pulsión sexual los vuelve irracionales. Quieren satisfacer sus deseos y pierden el control. Así caen”, finaliza Caravedo.