En estos días las ganas de ayudar, de dar esperanza, alegría y sonrisas se multiplican. Navidad saca lo mejor de las personas. El detalle simple o fino, el gesto amable, el abrazo cariñoso, los reencuentros, la generosidad con el que menos tiene o con el que tiene mucho y le falta amigos, las sorpresas, la solidaridad, los te quiero, los ten fe y los perdóname.
Diciembre es acaso la única época del año en la que no se piensa en uno mismo sino en el prójimo, aunque nunca antes este se haya cruzado por nuestro camino. Es un tiempo de sentimientos que deberían durar todo el año. Una temporada de colores que nos seduce y nos invita a dar.
Y las personas adultas mayores no son ajenas a ese deseo de entregarse por el simple hecho de ver feliz a los demás. El Comercio halló, justamente, a cinco mujeres adultas mayores que brindan alegría de diferentes formas en estas fiestas. Cinco historias resaltantes y que encarnan a las muchas vidas de a pie que van por ahí haciendo el bien sin esperar recompensa.
UNA NIÑA GRANDE QUE NO PIERDE LA ILUSIÓN
Pilar Muñoz-Nájar de Muñiz (65 años)
Desde octubre coloca sus innumerables arreglos navideños en su casa de San Isidro. Su hogar parece la casa de Papa Noel: árboles de diversos tamaños, guirnaldas y muñecos de todo el mundo. Pero el afán de Pilar por la Navidad va más allá. Todos los 24 de diciembre realiza con familiares y amigos una batucada navideña por las calles aledañas a su casa. Tiene más de 20 tambores para ello.
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Pilar ha decorado todos los rincones de su casa con detalles de Navidad. Organiza una batucada navideña todos los 24 de diciembre en su barrio. (Foto: Paúl Vallejos / El Comercio).
Y en Nochebuena reúne a unas 200 personas en su casa. Invita a diplomáticos. “En Navidad la pasan sin sus familias. Por eso los llamo. Esa noche se hablan muchos idiomas en mi casa. Recibo a todo el mundo. Es una fiesta. Es el cumpleaños de Jesús”, señala. Capaz de regalar de golpe un peluche gigante a una niña con leucemia y de escasos recursos que recién conoce, como lo hizo esta semana, Pilar cree que el espíritu navideño no desaparece con la edad. “Me gusta ayudar. La vida es un regalo”, afirma.
EL ÁNGEL DE LOS HOSPITALES
Sonia Ramos Rey (64 años)
Luce siempre una sonrisa que contagia paz. Sonia es fundadora de Bolaroja, asociación que forma ‘clowns’ profesionales orientados a ser agentes de transformación social. Pero, lo más importante, es una mujer dispuesta a entregar toda su capacidad organizativa para ver cómo se iluminan los ojos de un paciente de hospital al que la adversidad golpea una y otra vez.
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Sonia organiza y apoya a los 'clowns' de Bolaroja en las intervenciones que estos hacen a hospitales. Navidad la motiva aun más. (Foto: Bolaroja)
Y es que Sonia es una ‘civil’, es decir, es una de las personas que cuidan y apoyan en todo lo que pueden a los ‘clowns’ de Bolaroja en las intervenciones hospitalarias que realizan cada semana. “Al paciente hay que mirarlo a los ojos. Hacerlo protagonista. Buscamos desdramatizar el ambiente hospitalario, iluminarlo de alegría”, afirma. Liderará la Bolinavidad mañana en el hospital Loayza y en el Instituto Nacional de Salud del Niño.
LA DOCTORA RETACA
Cecilia Gadea Rubio (59 años)
Ingeniera industrial y psicóloga, cuando no tiene puesta la nariz roja una personalidad jovial y entusiasta se apodera de ella. Conocida como Doctora Retaca –por ser muy alta–, Cecilia es doctora Bolaroja desde hace 4 años. Es decir, lleva alegría a pacientes en hospitales, y con más intensidad en la época de Navidad. “Soy una amiga del enfermo, grande o chico. Lo acompaño. Solo me fijo en su parte sana para liberarlo de tensiones”, dice.
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En su calidad de doctora Bolaroja, Cecilia realizará mañana una intervención en el Hospital Arzobispo Loayza y en el Instituto Nacional de Salud del Niño, en la Bolinavidad, para alegrar a los pacientes. (Foto: Bolaroja)
LA PREGONERA DE LA FE Y LA FORTALEZA A TODA PRUEBA
Consuelo Alegre Valderrama (88 años)
“La Navidad es una fecha que me eleva el espíritu”, confiesa Consuelo, quien en estas fechas vuelca su cariño a personas con necesidades, como lo hizo el último miércoles junto con sus compañeras de las clases de baile y aeróbicos que la Municipalidad de San Borja brinda en parques del distrito. Donaron juguetes en un albergue de Surquillo que reúne a niños con cáncer venidos de provincia y que se tratan en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN). “Chicos, ante la adversidad hay que ponerse fuertes, siempre con fe en Cristo”, les dice.
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Consuelo inspiró entusiasmo y fe a niños que padecen cáncer en Surquillo. (Foto: Luis Silva Nole / El Comercio)
LA INCANSABLE IMPULSORA DE LA SOLIDARIDAD LABORAL
Sonia Leonor Talledo Espinosa (61 años)
Economista, desde hace 18 años impulsa y organiza a sus compañeros de trabajo de la Superintendencia del Mercado de Valores para donar juguetes a los niños del centro educativo estatal Santa Lucía, dedicado a niños con diversos tipos de discapacidad física o mental. Ella se encarga de organizar, coordinar y ejecutar la entrega de regalos, los cuales cumplen estrictas recomendaciones para el desarrollo de cada alumno en particular. “El día en el que ya no esté trabajando en la superintendencia, seguramente seguiré ayudando a esta causa tan noble”, promete Sonia.
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Todos los años en diciembre, Sonia Leonor organiza entrega de juguetes a niños con discapacidad. (Foto: Luis Silva Nole / El Comercio)