Es hombre. Debe estar en sus treintas. Se lo ve sonriente y despreocupado mientras maneja por Lima… Un momentito… ¿Mientras maneja por Lima? ¿Existe alguna persona que conduzca sonriente y despreocupado por cualquiera de nuestras avenidas? ¿Quién es este extraterrestre? ¿Por dónde maneja y a qué hora? ¿Cuál es su secreto?
El secreto es que la imagen pertenece a un cartel publicitario que quienes transitan por la Vía de Evitamiento deben haber visto en varios tramos de su recorrido.
El aviso intenta convencernos que, gracias a la vía expresa Línea Amarilla, es posible llegar con más rapidez al Callao desde el puente Huáscar, en San Juan de Lurigancho. Y es así. Con la nueva autopista –que incluye un túnel que atraviesa ese torrente de deslaves mineros, ácidos y coliformes fecales llamado río Rímac–, el recorrido dura menos de 30 minutos.
Pero hay un pequeño problema: al llegar al Callao, en los alrededores de la avenida Faucett, se generan atoros monumentales. Lo mismo sucede para quienes intentan volver a Lima y no quieren utilizar la autopista a fin de evitar los S/5,70 de peaje.
La concesionaria señala que es un problema de señalética y que a pesar de las mil y una gestiones que ha realizado con las autoridades chalacas, no ha encontrado eco. Lo cierto es que, tal como están las cosas, Línea Amarilla es como un relajante muscular: el alivio que provoca es solo efímero. Es un caramelito de limón para curar una neumonía.
Hace días, el Gobierno anunció el comienzo de la ampliación del Jorge Chávez, que en unos años se convertirá en uno de los más modernos de la región. El nuevo ingreso al aeropuerto será por un puente que atravesará el río Rímac, a la altura de la avenida Santa Rosa.¿Pero cómo se llegará o saldrá de ahí? ¿Qué se va a hacer para que Morales Duárez o Faucett sean vías rápidas y no los infernales e inseguros atolladeros que son ahora?
Lima y el Callao son una sola ciudad y con esa premisa debe planificarse su crecimiento. Con la autoridad del transporte urbano (ATU), recientemente creada por el Congreso, podemos empezar a pagar esa enorme deuda que tenemos con nosotros mismos y empezar a ordenar el caótico sistema vehicular que hace de nuestras vidas una pesadilla.
La ATU debe ser un organismo dinámico, fuerte, con poder de decisión, que actúe bajo criterios técnicos, sin que ello implique dejar de lado la muñeca política, indispensable para moverse en las procelosas aguas sobre las que navegará.
Porque restaurar el orden implica enfrentar mafias y cambiar una cultura en la que la adoración al auto y el “avanza nomás, hermanito” han gobernado sin oposición. Es un gran primer paso. Pero, qué duda cabe, ahora viene lo más difícil. 
Lea mañana a Angus Laurie *El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.“El ‘avanza nomás, hermanito’ ha gobernado sin oposición”.