En Lima, cada día se edifican más viviendas, pero no siempre se construye más ciudad. El año pasado se vendieron en la capital 16.337 departamentos nuevos. Buena parte de ellos, en condominios cercados por “murallas”, cuyo único vínculo con el exterior es una puerta vigilada. Urbanistas consultados por El Comercio opinan que este modelo fragmenta la ciudad y agrava la inseguridad en calles aledañas.
Un ejemplo de la falta de sentido urbano en las viviendas se constata en los dos grandes condominios ubicados frente a frente en la cuadra 5 de la avenida Domingo Orué, en Surquillo. Estos conjuntos habitacionales, construidos en los terrenos que antes ocupaban viejas fábricas, se han aislado de la ciudad con rejas o muros de concreto. El panorama en el exterior es triste: uno de los costados del condominio Jardines de Aramburú II, el que da hacia la calle Manuel Irribarren, luce tan vacío que suele ser utilizado como urinario a cualquier hora. Y en la cuadra 1 de Los Negocios, que da a la parte posterior del condominio La Floresta, nadie respeta el cartel que prohíbe estacionar.
Un problema similar ocurre frente al condominio de cinco manzanas Parques de la Huaca, en San Miguel, a espaldas de la antigua sede de la Feria del Hogar. Los vecinos de esta ciudadela enrejada colocaron esta semana conos y cintas en la calle Padre Urraca para evitar que los choferes se estacionen en forma indebida. Esto pese a que también hay señales que anuncian la zona como rígida .
Tanto en Surquillo como en San Miguel, los conjuntos residenciales mencionados albergan a cientos de familias en torres de departamentos de hasta 13 pisos. A menudo, muros y rejas se levantan a su alrededor. En palabras del urbanista Angus Laurie, los cercos en general “quitan el registro entre el espacio privado y la vereda o el espacio público. Se elimina la vigilancia pasiva o lo que Jane Jacobs [estadounidense especialista en ciudades] llamó ‘ojos de la calle’. Esto es básico para generar un barrio”, explica Laurie.
HEREDEROS DEL MIEDO
¿Por qué las empresas inmobiliarias optan por cercar los condominios? Para los urbanistas, la alta percepción de inseguridad que sufren los limeños desde los años del terrorismo ha provocado la negación del espacio público y el enclaustramiento de la vivienda. El 53% de limeños se siente inseguro en sus casas, según encuesta de junio de El Comercio, realizada por Ipsos-Perú. Ese miedo se hace evidente en avisos que ofrecen departamentos con videovigilancia y portero las 24 horas.
“Hoy, con las edificaciones individualizadas ya no se genera vida de barrio. Los edificios viven hacia dentro, la gran mayoría no tiene espacios comunes. En Lima, se vive protegido del medio que nos rodea por la inseguridad”, apunta la arquitecta Claudia María Delgado.
En resumen, Lima se está volviendo, según los especialistas, una ciudad cada vez más desconectada de su entorno. “Lo que ocurre es que ya no hay grandes políticas de vivienda. La construcción es guiada hoy por un sector privado que tiene conceptos muy reducidos del manejo del espacio público y del área libre. Lima se está construyendo en la actualidad a partir de guetos”, reflexiona el arquitecto Jorge Ruiz de Somocurcio.
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