El concepto de ‘smart city’ ha estado de moda en el urbanismo de los últimos años. Songdo Smart City, en Corea del Sur, empezó de cero en el 2003 y se terminará en el 2018. Tendrá una población estimada de 200.000 personas.
Con el apodo de la ‘Ciudad más Inteligente’, Songdo fue concebida como una urbe tecnológica desde sus inicios, donde la idea de sostenibilidad y eficiencia de la infraestructura dependería de la construcción de edificios inteligentes (‘smart buildings’).
Estos incluyen tecnología que permite controlar la temperatura, las luces, abrir puertas o subir y bajar las persianas de forma remota, bajo la premisa de ser más sostenible. En paralelo, similar a la ‘telepantalla’ de la novela “1984” de George Orwell, las viviendas y negocios incluyen el ‘telepresence’, sistema que, según su fabricante Cisco, permite a los residentes reducir su necesidad de viajar a reuniones, pues “siempre estarán ahí”, como una forma de realidad virtual.
Según Adam Greenfield de LSE Cities, la idea de ‘smart city’ nace en las corporaciones de tecnología que desean ganar utilidades a través de contratos con el Estado.
En su libro “Contra la smart city”, Greenfield anotó que “la noción de ‘smart city’ en su forma contemporánea surge de las empresas de tecnología, mas no de un grupo o individuo reconocido por sus contribuciones a la teoría o a la práctica de planeamiento urbano”.
En Lima, la idea de ‘smart city’ ha ido ganando adeptos en el último año, con grupos dentro de las universidades, municipalidades y del sector privado.
Existen muchos temas en los que la tecnología podría ayudar en la gestión de la ciudad. La formación de un centro de control de tráfico, con acceso a la data de la aplicación Waze, por ejemplo, con un control en tiempo real de la semaforización, podría provocar un gran impacto en la reducción de la congestión, y sería mucho más económico y eficaz que la ampliación de vías y la construcción de pasos a desnivel.
Más que ser una ‘smart city’, esto es ser pragmático, pues se estarían aprovechando las herramientas disponibles.
En una ciudad como Lima, en donde las municipalidades atraviesan grandes dificultades, inclusive para entregar infraestructuras básicas como una vereda accesible, el concepto de ‘smart city’ es una muletilla y no debe ser una distracción.
Para mejorar el bienestar y hacer una ciudad más inclusiva, se deben emplear métodos que miren a la ciudad de abajo hacia arriba, como peatón; métodos que, por lo general, son más económicos. El gasto en la tecnología para el espacio público o para la generación de edificios inteligentes no significa que son mejores edificios ni mejores espacios. Una ‘smart city’ no es necesariamente mejor que cualquier otra ciudad.