Hace unos días, El Comercio publicó los resultados de un estudio de la ONG Luz Ámbar que señala que existe un déficit de 45.000 estacionamientos en Lima. Un déficit de parqueos en términos generales sucede cuando la oferta no responde a la demanda.
Esto es justamente lo que pasa en Lima, dado que el precio para estacionar en la calle es gratuito en la gran parte de la ciudad, o de un sol por hora en algunas zonas, incluyendo partes de Miraflores y San Isidro, donde supuestamente existe el mayor déficit, según este informe.
Este precio es establecido por la municipalidad metropolitana y está fuera del control de las municipalidades distritales. Hoy en día, las únicas herramientas que tienen para responder a este déficit es mediante la construcción de más estacionamientos a través de asociaciones público-privadas (como los son los ejemplos de Parque Kennedy y Rivera Navarrete), y a través de la implementación de políticas para subir los requerimientos de estacionamientos privados dentro de los edificios.
Como he mencionado antes, estas soluciones del lado de la oferta no responden al déficit en el largo plazo. En realidad, lo que hacen es empeorar nuestra congestión, ya que aumentan la oferta de estacionamientos en una ciudad que no tiene suficiente capacidad vial.
Para proteger a los vecinos que viven en calles residenciales cercanas a zonas comerciales, que sufren por el tráfico y bulla causados por el uso de sus calles como estacionamientos, las municipalidades distritales solamente pueden transformar estas calles en zonas rígidas. Esto resuelve el problema de una inundación de vehículos en ciertas calles, pero al mismo tiempo no permite su uso a sus propios residentes.
Hay varias soluciones que sí funcionan. Lo más obvio es cobrar un precio por el derecho a estacionar que equivalga al precio de equilibrio del mercado. Cuando la demanda aumenta, se debe responder con precios más altos.
Considerando el porcentaje de familias limeñas que tienen un auto, esto no puede ser considerado excluyente, más bien, tiene el doble beneficio de eliminar el “déficit” de estacionamientos, y al mismo tiempo crea una gran fuente de ingresos para las municipalidades que pueden ser usados para iniciativas que promuevan el transporte público, y la experiencia peatonal: estrategias que reducen la congestión y la demanda para estacionar. Por otro lado, la introducción de permisos para estacionar en las calles cercanas a sus casas es otra estrategia que ha sido implementada con éxito en muchas ciudades del mundo, y que protegen a los residentes de zonas residenciales cercanas a calles comerciales, a los que debemos proteger y no ahuyentar si queremos generar ciudades realmente mixtas.
Las soluciones existen, son obvias y, a diferencia de otros problemas que tenemos, son fáciles de resolver. Al ver las ciudades donde estas medidas han sido implementadas, sabemos que tienen grandes beneficios socioeconómicos y ambientales. El gran enigma es: ¿Por qué la municipalidad metropolitana no las implementa?