Construir un futuro donde la educación del país recorte las brechas y desigualdades es uno de nuestros mayores desafíos, sobre todo en un mundo en constante cambio debido a los avances tecnológicos e innovación. La UNESCO ha establecido metas para que en el 2050 tengamos una educación solidaria, interdependiente y que considere el cuidado del planeta y sus recursos.
En ese contexto, nos preguntamos cómo se encuentra el Perú y qué debemos hacer para lograr estudiantes comprometidos y perseverantes, familias involucradas en la educación de sus hijos, maestros con apertura al aprendizaje constante y autoridades con liderazgo y capacidad de articular.
La tarea representa un enorme reto en medio de una coyuntura política y social que parece jugarnos en contra. Recientes normas aprobadas representan un retroceso en las importantes reformas educativas puestas en marcha hace más de una década y que buscaban elevar el nivel de enseñanza con maestros en constante capacitación y evaluación capaces de enfrentar, con criterio y empatía, los cambios de estos tiempos de gigantes saltos tecnológicos.
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“El Perú es uno de los tres países en América Latina con una carrera para profesores con enfoque enteramente meritocrático, Las últimas decisiones del legislativo ponen en riesgo esta orientación”, afirma el exministro de Educación, Ricardo Cuenca, para quien los giros de políticas públicas pueden generar discontinuidad, pero no son determinantes.
La capacitación docente como principal herramienta
En los últimos años, las crisis económicas, de salud, políticas y medioambientales, así como los avances tecnológicos, han obligado a especialistas a plantear una reingeniería educativa que solo puede lograrse a través de la constante capacitación docente. Para lograr los avances necesarios la tecnología e innovación nos obligan a acelerar reformas.
“La capacitación es la clave. Los maestros debemos identificar nuestras áreas de crecimiento y estar 100 por ciento actualizados porque el entorno y el mundo cambian. Tenemos que saber cuáles son las competencias digitales que necesitamos, entenderlas y desarrollarlas. No podemos enseñar lo que no entendemos” señala Lisset Asto, docente de Proyecto de Humanidades de Innova Schools en Arequipa.
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Para Moisés Pariahuache, experto en teoría educativa y docente de la UDEP, las competencias profesionales son las que hacen a un maestro eficiente y feliz y están relacionadas con el perfeccionamiento de su vocación y el aprendizaje continuo.
En esta línea, Keytlin Rurush, docente especialista en educación rural enfocada en tecnología, destaca que, para mejorar la educación en las zonas más alejadas del país, además de invertir en infraestructura, se debe preparar a los maestros para trabajar con estrategias pedagógicas adaptadas, enfoques inclusivos, interculturalidad y el uso efectivo de recursos limitados.
“El Minedu debe desarrollar programas de formación y actualización que aborden habilidades y competencias para un desempeño efectivo en entornos rurales, de manera que los maestros estén mejor preparados para enfrentar los desafíos”, señala.
¿Cómo imaginamos la docencia en el Perú de cara al 2050?
Para Lisset Asto, de Innova Schools, el futuro es claro: una enseñanza flexible con una mirada de 360 grados que trabaje a nivel cognitivo y emocional. “Una educación donde el estudiante se concentre no solo en la nota, sino en desarrollar competencias como la autonomía, el liderazgo o el pensamiento crítico, que tenga una mirada integral que le permita ser mejor ciudadano”, agrega.
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Pariahuache coincide en que la educación se apoye en otras ciencias. “La neurociencia da pistas de cómo aprende el cerebro y cómo trabaja la memoria; la antropología advierte sobre la naturaleza del hombre, la fuente de sus motivaciones y el sentido de su existencia; la biología y psicología explican los cambios orgánicos y psíquicos de la persona en diferentes etapas, etc. A medida que el profesorado tiene más acceso a esas ciencias, mejora su capacidad para configurar sus intervenciones educativas”, dijo.
Todo esto debe ser complementado con tecnología. Keytlin García destacó que “la competencia digital, las habilidades interculturales y emocionales, el aprendizaje permanente, la adaptabilidad, y las competencias para el trabajo en equipo y colaboración permitirán afrontar los desafíos educativos emergentes y preparar a los estudiantes para un mundo en constante cambio”.
Cuenca refuerza la importancia de que la tecnología forme parte de la vida educativa. “Esto significa cambios en la manera de aprender, en la manera de enseñar, en la manera de organizar currículos. En buena cuenta, es una posibilidad de reformar los sistemas educativos”, señala.
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“Si comprendemos la pandemia como una oportunidad, muchas de las apuestas, como, por ejemplo, generar más autonomía en la enseñanza y en el aprendizaje, podrían efectivamente ser realidad”, finaliza.
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