La vida del dirigente vecinal Richard Orlando Agurto Zelaya, ‘Lisura’, fue siempre al límite y entró en corta cuenta regresiva desde el jueves 20 de noviembre del 2015, cuando lo acribillaron delante de su esposa entre los jirones Ica y Puno del Callao. Había dejado a su hijo en el colegio y regresaba a casa con la actitud vigilante de siempre. En el trayecto compró pan para el desayuno sin apartar la mirada de su entorno. Sabía que lo querían matar. A inicios de marzo de ese año, en tres llamadas telefónicas, ‘Lisura’ fue advertido que sus movimientos eran reglados e iba a perecer baleado tarde o temprano.
Conocía también del peso de las amenazas desde que su rutina bamboleaba, a inicios de los 90, entre la venta de droga y el robo agravado. Luego, en las disputas como parte de los nacientes sindicatos de construcción civil chalacos. Richard Agurto había sorteado así su vida. Entre 1992 y el 2006 estuvo preso cuatro veces en el penal de Lurigancho y una, en el penal Miguel Castro Castro. Años después llegó a encabezar una asociación para la lucha contra la criminalidad en el primer puerto y empezó a frecuentar una iglesia evangélica. El primer roce de la muerte lo halló en medio de esa aparente quietud.
Familia de dirigente asesinado en #Callao: “¿Y el estado de emergencia?” https://t.co/0xmSxYijVV pic.twitter.com/dYryJYITdU— Sociedad El Comercio (@sociedad_ECpe) febrero 10, 2016
A dos cuadras de su vivienda, el freno en seco de un vehículo gris heló a ‘Lisura’. Un sujeto con el rostro descubierto caminó hacia él empuñando una mini uzi de 9 milìmetros y descargó tres balazos contra su espalda, clavícula y brazo izquierdo. No alcanzó si quiera a clamar por su vida, pero agonizante pudo desplazarse unos metros hasta el ingreso a un pasaje. Cayó de bruces sobre el pavimento y fue encañonado otra vez. En segundos, Agurto vio de soslayo como el tiro de gracia del sicario quedaba contenido por un desperfecto en el arma. Aprovechó para levantarse de nuevo, ingresó a una quinta y escapó.
Desde su internamiento en el Hospital Daniel Alcides Carrión, el herido dejó entrever en una entrevista difundida por TV que el delincuente Luis Santiago Donaire Flores, de 23 años, alias 'Pato ciego', fue quien le disparó a matar. La Policía lo confirmó en sus pesquisas y, una semana después, hallaría a Donaire en la clínica San Judas Tadeo de San Miguel. Allí se recuperaba de las lesiones que contrajo durante el tiroteo que desató en una fiesta, una semana después de atacar a ‘Lisura’.
Agurto declaró que ‘Pato ciego’, con sus ataques y amenazas, pretendía obligarlo a desistir de las actividades que realizaba por la pacificación del Callao. Sin embargo, fuentes de Inteligencia de la Policía informaron a El Comercio que el atentado del 20 de noviembre tendría que ver con la sangrienta pugna por el control del puerto chalaco para los envíos de droga al extranjero.
Un contingente policial custodió al baleado Agurto en los días de su hospitalización. Mientras tanto, los amedrentamientos seguían llegando al celular que usaba y también al de su hermana. La denuncia pública llevó a Donaire, incluso, a publicar en su cuenta de Facebook que iba a acabar con la esposa e hijo del dirigente.
Los familiares de ‘Lisura’ estaban aterrados y solicitaron que se extiendan las garantías para sus vidas. Para entonces, ya sabían que apenas dos días antes de arremeter contra Agurto, ‘Pato ciego’ había ultimado al campeón de fisicoculturismo Ángel Veliz y, dos días después, a Miguel Flores Monroy, amigo del deportista. También, que irrumpió a tiros en una pollada, causando la muerte de dos personas, y que cruzó disparos en una celebración barrial de Ciudad del Pescador. Fue ahí que el sicario recibió el impacto por el cual quedó internado en la clínica San Judas Tadeo, donde lo halló la Policía.
HORA FINAL
En casi tres meses las heridas de Agurto no sanaron y la presión del miedo, para sus parientes, tampoco cesó. A fines de enero e inicios de este mes una voz anónima le dijo por teléfono que si la primera vez se había salvado, en una segunda embestida su muerte sería segura. Todo parecía encaminado a que se frustre la diligencia judicial, programada para marzo, donde ‘Lisura’ debía reiterar su acusación como testigo en contra de ‘Pato ciego’. Para los detectives a cargo del caso ya había una venganza en camino; sin embargo, saber que Donaire estaba en la cárcel aún permitía al activista seguir su rutina habitual. Sus movimientos, al parecer, fueron 'marcados' con sigilo.
La noche del martes 9 de febrero, Richard Agurto fue a la casa de su suegra para recoger a su hijo y luego llevarlo a la iglesia evangélica donde congregaba. No encontró al pequeño y acudió solo al templo, ubicado en el jirón Zepita del Callao. Al final del culto, antes de retirarse, dijo a uno de los pastores que sospechaba que alguien lo había seguido. Este echó un vistazo a la calle y aseguró a Agurto que todo estaba tranquilo. Le dio su bendición y se despidió de él.
‘Lisura’ caminó hasta la cuadra 3 de Zepita. En la esquina de la calle Montezuma, la misma escena de su peor momento volvía a repetirse. Un hombre con el rostro descubierto se acercó en trote hacia su posición y empezó dispararle a quemarropa. De nuevo, el dirigente intentó sobrevivir a la ráfaga de proyectiles pero el ensañamiento contra su vida esta vez fue rápido y atroz. Con su último resquicio de conciencia, el activista logró desplazarse unos metros y se desplomó como en el ataque de noviembre. Ahora nada lo salvó. “Le han disparado 14 veces, en la espalda, en la cabeza, en todo el cuerpo. Le destrozaron el rostro”, lloró Dalila Triado Hurtado, de 42 años, esposa de Agurto.
Camino al hospital Carrión, Agurto dejó de existir. Su hermana sindicó directamente a Luis Donaire ‘Pato ciego’ como el autor intelectual del crimen y a Yomar Alba alias ‘Yomar’, de 21 años, un presunto sicario al servicio del primero, como el ejecutor del homicidio. En las horas siguientes, la Policía incursionó en la avenida Venezuela, correspondiente a la zona de Castilla, y sorprendió a ‘Yomar’ dentro de su domicilio cuando estaba a punto de tomar un caldo de gallina. Dentro del inmueble había municiones de 9 milímetros, una pistola y una mini uzi. Acaso lo utilizado para eliminar al dirigente en las dos ocasiones, a prueba y error.
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