Así como el diablo sabe más por viejo que por diablo, hay personas que por su amplia experiencia profesional –aunque no tengan maestría ni doctorado o sean mayores de 70 años– pueden tener mucho que enseñar como profesores universitarios. Este es un útil refrán en el que la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria (Sunedu) no reparó.
La semana pasada, la todopoderosa superintendencia publicó el reglamento de infracciones y sanciones de la Ley Universitaria. Entre otros poderes, la Sunedu dicta que ni los profesionales mayores de 70 años –en universidades públicas– ni los que carecen de un grado de maestría o doctorado –tanto en públicas como privadas– podrán practicar la docencia universitaria. Profesores y universidades tienen cinco años para adaptarse a las nuevas reglas.
El reglamento es miope. Un título de maestría no es garantía de un buen profesional, así como la ausencia de este grado no lo es de uno menos destacado.
Evaluar, en este sentido, la capacidad de potenciales profesores es una autonomía que las universidades dejarán de tener. Es posible que se pierdan oportunidades de contratar personas que han hecho su carrera con años de experiencia trabajando y que, en cambio, se contraten personas con grados de universidades mediocres.
Por otro lado, tener cinco años para conseguir un título y poder continuar con la enseñanza es el perfecto incentivo perverso para concentrarse solo en el papel y no en el desarrollo académico ni profesional. Hay maestrías y maestrías. Además, no olvidemos los diplomas que se reparten en el jirón Azángaro, en el Centro de Lima.
Estipular un límite de edad para los profesores no está en línea con las tendencias demográficas del momento –la expectativa de vida ha aumentado y las personas se jubilan más tarde– y es incluso una visión más borrosa de la Sunedu que la de los grados académicos. Con esta regla se filtra a los adultos mayores mejor calificados del mercado.
Cabe recordar que gran parte de premios Nobel que hoy enseñan en las mejores universidades del mundo no podrían (si quisieran) dictar en el Perú. Para aterrizar en uno peruano y que no suene una posibilidad tan lejana: Mario Vargas Llosa será profesor no grato.