Miércoles, 7 de la noche. mesa redonda en el Colegio de Arquitectos del Perú (CAP) titulada “La planificación y proyectos urbanos de Lima”. El auditorio está repleto con la expectativa de evaluar los problemas de Lima y las respuestas a los cien días de la actual administración municipal. Afuera del local del CAP una marcha de cientos de estudiantes de las facultades de arquitectura de Lima pedía que el CAP se pronuncie sobre la situación y emita un pronunciamiento público que marque un derrotero ante la opinión pública. Privilegio para el CAP, ser reconocido como interlocutor.
En la mañana, una marcha numerosa de vecinos de asentamientos humanos por las calles de Lima daba cuenta de su rotunda oposición a la privatización de Sedapal. No olvidar que en Lima un millón de personas no tienen agua.Días atrás en el auditorio de la Alianza Francesa se presentó “Urbanismo, la ciudad moderna”. Invitados a exponer estaban el suscrito y el arquitecto Javier Sota Nadal. El auditorio lleno; la mayoría estudiantes interrogando sobre el futuro de Lima.¿Tienen algo en común estos eventos?Es evidente que hay una creciente ola ciudadana por participar en las decisiones de gobierno que afectan sus vidas como las que conciernen a una ciudad en la que se pueda vivir mejor. Una ciudad que se estrella entre la ausencia de voluntad de diálogo del Estado. Sea este municipal, regional o el Gobierno Central. Tía María es quizá la expresión más contaminada de esa falta de diálogo en el momento oportuno.La actual gestión municipal tiene el compromiso, no la gracia, de dar a conocer las razones que subyacen a la aplicación de un plan que permitiría demoler el 40% del Centro Histórico y que además está atrasado 10 años (viene del 2006), la insistencia en destruir la playa La Pampilla, o a qué propuesta de movilidad urbana obedece el paso a desnivel entre las avenidas Garcilaso y 28 de Julio, o la ampliación de la avenida Benavides a costa de sus áreas verdes.El CAP ha elaborado un pronunciamiento que lo coloca en el centro del debate, alejado de cualquier compromiso con la gestión pasada o actual. Se compromete con la ciudad, y exige razonablemente que se dé a conocer cuáles son los fundamentos que guían el quehacer del gobierno municipal y sus obras; y la expansión de la ciudad, el futuro de la Costa Verde, qué pasará con el Centro Histórico. A fin de año Lima tendrá 150 mil personas más ¿Dónde vivirá esa población? Pero el CAP además le ofrece a la gestión apostar en la búsqueda de soluciones. La pelota está en la cancha del alcalde.Si la capital cuenta con un modelo de desarrollo consensuado podrá contribuir a ese crecimiento promoviendo intervenciones público-privadas de gran envergadura. Pero lo esencial es recuperar una cultura dialogante con propuestas. Esa es la experiencia en el mundo de las ciudades más exitosas. ¿Podrá Lima ir por ahí?