En las calles del Centro Histórico de Lima hay 91 esculturas, de las cuales el 20% se encuentra en muy mal estado. “Las otras igual requieren de un mantenimiento o curación porque no se les ha tratado como obras de arte”, explica el arquitecto Luis Martín Bogdanovich, gerente general del Programa Municipal Para La Recuperación Del Centro Histórico De Lima (Prolima). Y es que recién el año pasado el Ministerio de Cultura reconoció a estas efigies como Patrimonio Cultural de la Nación.
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Desde entonces, y con miras al bicentenario de la independencia del Perú, la entidad municipal se trazó la meta de intervenir todas las piezas. Para ello ha formado un equipo de historiadores, arquitectos, conservadores, restauradores, químicos e ilustradores que estudian cómo eran originalmente las estatuas y todos los daños que se les ha infligido desde que tocaron esta ciudad.
“Se les ha tratado como cualquier cosa, como a una banca más. Las esculturas de bronce han sido pintadas. Las bases de piedra, metal o mármol, tapadas con capas de cemento por las mismas autoridades”, cuenta el funcionario a El Comercio.
A los daños ocasionados por la ignorancia hay que sumarle lo provocado por cuestiones climáticas y metereológicas —las lloviznas, la humedad, los vientos, los cambios de temperatura—, la contaminación ambiental, la deposición de las aves y los actos vandálicos.
La estatua de La Libertad, en la plaza Francia, y la farola de Las Tres Gracias, en la plaza San Martín, son las primeras en contar con un diagnóstico y un plan de trabajo. “Decidimos iniciar con ellas por su significado y el estado en el que se encontraban”, cuenta Bogdanovich.
En cada uno de esos proyectos de recuperación y puesta en valor se está invirtiendo S/30.000 aproximadamente. En ambos casos, los trabajos de restauración demandarán dos meses.
La Libertad es una de las que más daños ha sufrido. Fue un regalo de la colonia francesa al Perú con motivo del centenario de la independencia. Inicialmente fue colocada en Santa Beatriz, Lince, pero en 1935 se le mudó a la Plaza Francia, que en ese entonces se llama La Recoleta.
Por fotografías antiguas y material de archivo, se sabe que la figura originalmente, la sostenía una antorcha con la mano izquierda y una palma con la derecha. Actualmente no posee ninguna.
Las últimas fotografías en las que se aprecia la palma son de la década del sesenta. La antorcha desapareció después del 2000.
“Muchas piezas de valor se han perdido en las remodelaciones, por ignorancia, porque alguna autoridad las vio viejas y mandó quitarlas”, dice el gerente de Prolima. Bajo la misma premisa se han pintado los monumentos. “Cuando sufren actos de vandalismo o se quiñan las bases, para muchos es más fácil cubrirlos de esmaltes, pintura o cemento”, explica.
De ahí que La Libertad, una pieza forjada en bronce, haya acabado recibiendo unas diez capas de color negro y verde oscuro a lo largo de este siglo y el pasado.
El último fin de semana, tras una ardua faena con brocha y bisturí, el restaurador Francisco Mendizábal logró retirar el cemento que cubría apenas una punta del pedestal de La Libertad. Entonces se descubrió que debajo de esa mole había granito. “Desde que iniciamos los trabajos, hemos retirado 120 bolsas de cemento, material falso con el que se había tapado este monumento, y todavía falta sacar más. Ya estamos a un 95%”, señala Mendizábal. —Redescubriendo las estatuas—En la Plaza San Martín, hay dos piezas escultóricas de metal que algún alcalde decidió, también, pintar de negro. Una de ellas es la del libertador argentino José de San Martín, ubicada al centro de la plazuela. La otra es la farola de Las Tres Gracias.
En dos semanas de labores exhaustivas, los conservadores descubrieron que esta última, hecha de fierro, tenía hasta veintiún capas de pintura de distintos colores en el pedestal, incluido el amarillo. “Este tono se usó entre 1920 y 1925. Creemos que se le dio ese tono por ser una vía de mucha circulación, para evitar accidentes vehiculares”, dicen los especialistas de Prolima.
La figura en sí tiene entre seis y diez capas de color. En sus primeros años fue rojo níquel.
La pieza es una reproducción de una obra que el artista francés Germain Pilon hizo por encargo de la reina Catalina de Médicis en el siglo XVI. En el siglo XIX se puso de moda esta temática y varias casas de fundición la reprodujeron. En Santiago de Chile, en Recife (Brasil) y en Moquegua pueden encontrarse farolas o fuentes de las Tres Gracias.
En cuanto al monumento a San Martín, este es de bronce con un acabado verde óxido. Por su dimensión, el proceso de recuperación será más largo que el de La Libertad y la farola.
De hecho, la restauración de este monumento es, junto con el de las plazas Grau, Bolognesi y Dos de Mayo, uno de los más ambiciosos en el Centro Histórico. “El de Dos de Mayo es el más grande, antiguo, hermoso y complejo por la diversidad de materiales”, dice Bogdanovich.
Asimismo, se viene realizando estudios al monumento del Mariscal Ramón Castilla, que se encuentra frente al templo de La Merced. Y pronto se iniciará con la toma de muestras de la escultura de Antonio Raimondi, en la Plaza Italia, y la de José Olaya, en el pasaje del mismo nombre.
“Esperamos concluir todo para julio del 2021”, dice Luis Martín Bogdanovich.
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