A Abraham Valdelomar se le adjudica una frase que, además de expresar el egocentrismo del escritor, explica la relevancia de un antiguo café: “El Perú es Lima, Lima es el jirón de la Unión, el jirón de la Unión es el Palais Concert y el Palais Concert, soy yo”.
El Palais Concert fue el centro de reunión de intelectuales y artistas peruanos mientras funcionó entre 1913 y 1930, en un edificio que hoy sigue en pie en el cruce del jirón de la Unión y la Av. Emancipación. Por si fuera poco, apareció en el billete de cincuenta soles por treinta años.
En la historia de Lima
En 1911, el hacendado Genaro Barragán compró la propiedad ubicada en el cruce del Jirón de la Unión y la avenida Emancipación, antiguas calles Baquíjano y Minería, para convertirla en un edificio de tres pisos. La obra estuvo a cargo de los arquitectos Guido y Rinaldo Maspieri. La decoración de las puertas, ventanas y elementos arquitectónicos siguió un estilo Art Nouveau.
Dos años después, el martes 29 de febrero de 1913, se inauguró el edificio Barragán. Al interior, el inmueble contaba con una sala de cine, una de las primeras del país, y teatro en el sótano. En el segundo piso, habitaba la familia Barragán. “La obra estuvo a cargo de los arquitectos Guido y Rinaldo Maspieri. Es uno de los mejores ejemplos del estilo Art Nouveau”, señala David Pino, gestor cultural y director del colectivo Lima La Única.
El primer piso del edificio alojó el Palais Concert, lugar de reunión de intelectuales y artistas de la capital. “La intelectualidad de esa época se reunía en el Palais [Concert], el cual era considerado un lugar muy diferente de toda Lima. La gente iba a ver al grupo Colónida —movimiento literario que surgió en nuestro país entre los años 1915 y 1916. Ellos recitaban, leían, conversaban. El público admiraba”, explica el gestor cultural César Rodríguez. El inmueble también contaba con una sala de cine, una de las primeras del país, y teatro en el sótano.
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“En la parte más alta del edificio aún se observa el monograma con las letras “GB”, iniciales de Genaro Barragán, su propietario”, destaca Vladimir Velásquez, director del proyecto cultural ‘Lima Antigua’.
Por su valor cultural, histórico, arquitectónico y literario la Casa Barragán fue reconocida como Patrimonio Cultural en 1973. El café cerró sus puertas en 1930, pero el edificio, conocido como Casa Barragán, continuó albergando diferentes negocios que ni Valdelomar hubiera podido imaginar.
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El Palais Concert cerró sus puertas en 1930. De acuerdo con Rodríguez, la competencia de esos años debido a la proliferación de nuevos bares en el Centro de Lima motivo su clausura.
Según el artículo ‘El Perú es Lima, Lima es el Palais Concert’ del departamento de Sociología de la PUCP, se desconoce los usos de la propiedad desde 1930 a 1950. En la década de 1960, el local del Palais Concert se transformó en galerías de ropa. En la década de 1970, el antiguo café cultural se transformó en el Hotel Richmond.
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Posteriormente, los salones del edificio Barragán, que antaño reunía a intelectuales y miembros de la oligarquía, tuvieron una transformación que ni si quiera Valdelomar hubiera podido imaginar: pasó a ser una pollería, zapatería y la sede de la discoteca Cerebro, clausurada en 2009. Desde el 2012, la tienda por departamentos Ripley funciona en el primer piso del edificio.
En el 2012, el primer piso se convirtió en un local de la tienda por departamentos Ripley luego de que la empresa arrendase el inmueble. “Hicimos una restauración exhaustiva de la Casa Barragán con una inversión de US$ 6 millones”, indicaron El Comercio. Doce años después, la compañía ha decidido cerrar el local debido a una estrategia de rentabilidad.
“Durante la restauración del inmueble, recuperamos sus características arquitectónicas que se encontraban dañadas por el uso comercial que había tenido en años anteriores, cuando funcionó como pollería, discoteca. Podemos afirmar que logramos con éxito la restauración de la Casa Barragán, ex Palais Concert, recuperando su estilo Art Nouveau y decorativas originales”, indicó la empresa.
Tradición y modernidad
Juan Pablo El Sous, coordinador general de Licencias y Autorizaciones de Prolima, gerencia de la Municipalidad de Lima (MML) que recupera el centro de la capital, aseguró a este Diario que la Casa Barragán continúa siendo propiedad privada. Asimismo, mencionó que Prolima no contempla realizar allí un próximo proyecto.
No obstante, al igual que con el resto de inmuebles del centro histórico, Prolima supervisará la conservación y cualquier actividad que se realice en el edificio. En ese sentido, El Sous mencionó que promoverán la inversión privada en el inmueble.
“La Casa Barragán fue concebida y construida como un edificio comercial. Actualmente, se encuentra en buen estado. Por eso, vamos a promover que la inversión privada pueda volver a darle un uso. Por supuesto, este debe ser compatible con las características del inmueble”, explicó. “La Ley 31980 otorga incentivos tributarios a la inversión privada en el centro histórico de Lima. Además del primer piso, los niveles superiores pueden tener usos complementarios como un restaurante o una cafetería, que son compatibles con la estructura del edificio. Por el contrario, no debería volver a funcionar allí una pollería o una discoteca”, aseveró.
Pino coincide en que un uso comercial de la Casa Barragán debe respetar su arquitectura y valor histórico. Por otro lado, propuso que se convierta en un centro cultural. “Puede transformarse en un espacio dedicado a difundir el patrimonio cultural de Lima. La MML podría adquirirlo para ese fin o un privado puede hacerlo a la par de su uso comercial. Ambos usos pueden ir de la mano”, afirmó.
Por su parte, Velásquez opinó que, si bien no es de extrañar que el inmueble mantenga el uso comercial con el que nació, no es imposible lograr que en él convivan “tradición y modernidad”.
“Sería interesante que pueda reactivarse todo el edificio. Considero que la Municipalidad de Lima puede convocar a los propietarios, al Ministerio de Cultura y la empresa privada para flexibilizar normas y construir proyectos viables y responsables. Sea un espacio comercial o un espacio cultural, solo dando uso responsable a nuestros monumentos, estos podrán sobrevivir”, sostiene Velásquez.
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