Un niño de seis años fue el único fallecido durante el sismo de magnitud 6,0 que se registró el martes por la noche a 30 kilómetros al sur oeste del distrito de Mala, en Cañete. El menor tenía diagnóstico de epilepsia y según indicaron sus padres, se desvaneció y presentó convulsiones debido al impacto que le generó el movimiento telúrico.
“Nosotros estábamos en el primer piso. Durante el temblor yo salí con él, inclusive lo cogí de su manito, y al estar [en la calle], al oír el ruido empezó a convulsionar”, señaló a los medios su madre Lourdes Iwaraki Mozambite, quien vive en Chilca, localidad a poca distancia de donde se reportó el sismo.
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La familia explicó que al ver que el niño no reaccionaba a los primeros auxilios, lo trasladaron hasta el centro materno infantil Nuestra Señora de la Asunción de María en la misma localidad. Una vez en el centro médico, se informó a la familia Pacaya Iwaraki que el menor falleció a consecuencia de un paro cardiaco.
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De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, se calcula que 10 de cada 1.000 personas en todo el mundo padecen de epilepsia, es decir, unas 50 millones de personas conviven con este trastorno del sistema nervioso central que provoca convulsiones y hasta pérdida de la conciencia.
La neuropediatra Carolina Reynoso Osnayo, especialista en diagnosticar y tratar las patologías específicas del sistema nervioso desde los cero a los 18 años, señala que los pacientes con epilepsia, en especial los niños, tienden a presentar convulsiones cuando están bajo situaciones específicas de estrés, tienen poco descanso o les hace falta sus medicamentos.
“En estos casos, mientras el niño esté bien controlado tomando el medicamento adecuado, podemos evitar que estas situaciones de estrés tan importantes como el temblor que tuvimos hace unos días puedan afectar y generar crisis, como en este caso que ha sido fatal”, señala la especialista.
En esa línea, el también neurólogo pediatra Iván Espinoza Quinteros, recalca que es importante que los familiares se aseguren en dar continuidad a los tratamientos antiepilépticos y que desde el sector salud también se asegure la medicación de los pacientes con epilepsia y otros trastornos neurológicos.
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“Todas las familias y cuidadores de niños con epilepsia tienen que cumplir el tratamiento asignado, no solo en la medicación, sino en la nutrición y vacunas recomendadas por el pediatra. Que un niño tenga epilepsia u otro trastorno, no quiere decir que deje de ser un niño. Es fundamental que se cumplan todas las evaluaciones pediátricas”, explica Espinoza.
Además, el neurólogo pediatra con 21 años de experiencia en el sector, acota que, ante situaciones de emergencia, es imprescindible que las familias tengan un plan de evacuación en el que se designen roles a cada miembro, esto, con la finalidad de saber quién se desplaza con el paciente, a dónde lo tiene que llevar, cómo lo tiene que atender, etc. “Lo que sí tiene que hacer la familia, en líneas generales, es tranquilizarse y trasmitir eso a sus niños porque ellos detectan o presienten que hay un problema y eso les genera situaciones de ansiedad o estrés”, acota.
Por otra parte, la médica Reynoso Osnayo explica que situaciones de susto o estrés generan convulsiones muy prolongadas. “Por lo general hablamos de que ya es peligroso que la convulsión dure más de 5 minutos porque puede hacer que los niños se queden sin oxígeno. Cuando esto dura más de 30 minutos se asocia con mayor mortalidad”, resalta.
En estos casos, la especialista recomienda que ante una convulsión es importante que se tome el tiempo de duración de estos episodios y que el paciente sea echado de costado, esto con la finalidad de evitar ahogamiento o lesiones ya que se pierde el control sobre el cuerpo, especialmente en los músculos como la lengua.
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“Muchas veces cuando los niños convulsionan empiezan con movimientos corporales y a desviar los ojos. Después de que eso pasa, se quedan dormidos o pierden la conciencia. Para nosotros [los médicos] es muy importante saber cuánto tiempo duraron las convulsiones o cuánto tiempo lleva en reposo. Eso es esencial para poder asistirlos y darles los medicamentos adecuados”, explica Reynoso.
Ambos especialistas coinciden en la importancia de mantener la periodicidad en los controles, tomar los medicamentos regularmente, mantener una alimentación saludable y establecer rutinas corridas de sueño que van entre las 10 y 12 horas al día en niños pequeños, y entre 8 y 10 horas al día para adolescentes.