El balcón más célebre de todo el país luce suspendido en medio de una ciudad que ha crecido hostil a su pasado. Su buena madera, cedro de Nicaragua, lo ha salvado del colapso y de los brochazos de pintura protocolar. La casona que lo sostiene y que fuera usada como cuartel por el general don José de San Martín durante los ocho meses que vivió en Huaura, presenta serios deterioros a pesar de las placas conmemorativas que intentan prestigiar su mera fachada. Aquí el 27 de noviembre de 1820 el llamado Santo de la Espada dio la primera proclamación de libertad ante una multitud que el historiador Luis Hoces imagina exaltada, con tiros al aire y las danzas paroxísticas de los esclavos afroperuanos que integraban un par de batallones completos del ejército libertador.
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En una iglesia que ya no está en pie, la campana obsequiada por la millonaria Catalina Huanca redoblaba enloquecida. Esa misma campana fue rescatada de los escombros luego de un terremoto. Después fue prestada a Argentina por pedido de Perón al celebrarse los 100 años de la muerte de San Martín. Ahora está dispuesta a sobrevivir al siguiente sismo desde lo alto de la llamada Torre de la Libertad, construida a manera de obelisco justo al frente del balcón que fue testigo del nacimiento de una república.
Han pasado 200 años desde entonces. Un bicentenario adelantado que mereció la visita del presidente Francisco Sagasti, quien en su discurso ofreció una partida para recuperar el balcón y la casona aún en pie, a pesar del desinterés crónico de los peruanos por la historia. Si casona y balcón fueran una persona, serían como esos excombatientes ancianos pero altaneros que son desempolvados para adornar alguna efemérides y desfiles públicos a pesar de que no tengan nada en el bolsillo.
La plaza de Huaura es hermosa a pesar de las construcciones que han crecido como hongos de cemento en su contorno. Hace más de dos siglos, esta era una villa para colonos acaudalados. Ubicada a 154 kilómetros de Lima, era la puerta de acceso a todo el norte del Perú.
“En la época colonial todo el que viajaba por tierra de Lima hasta Guayaquil o viceversa tenía que pasar por Huaura. Además, Huaura es un nodo de conectividad con las zonas yunga, altoandina y amazónica. El cercano puerto de Huacho, a solo cuatro kilómetros, era en la época colonial el punto de conexión y de comercio con los virreinatos españoles y con la metrópoli europea de esa época”, señala el historiador Luis Hoces.
Por eso, los españoles establecieron la Aduana de Huaura. En la oficina del balcón despachaba el español Francisco de Carbajal y Vargas, duque de San Carlos, recaudando almojarifazgos y quintos reales para la corona española. Hasta que llegó don José de San Martín e instaló allí mismo el cuartel general del ejército libertador durante casi toda la campaña previa a su ingreso a Lima.
En una oficina de la antigua Aduana, el generalísimo solía despachar y recibir a decenas de personas. Allí recibió al batallón Numancia luego de que sus soldados desertaran para incorporarse a las tropas libertadoras, y allí fue recibido como prisionero el brigadier irlandés Diego O’Reilly, que comandaba la tropa española enviada por el virrey Pezuela desde Lima y que fuera derrotado en la batalla de Cerro de Pasco por las brigadas al mando de Antonio Álvarez de Arenales.
En Huaura pesa la historia como pesan las carencias de un distrito que al borde del bicentenario carece de agua potable las 24 horas del día. San Martín tenía como residencia una hacienda ubicada a dos kilómetros de la Aduana. Llamada la Casona de Ingenio o casa de don Manuel Salazar y Vicuña, hoy luce disminuida por el tiempo. Una empresa privada es la actual propietaria y para visitar su interior es necesario gestionar un permiso. Si hubiera habido más interés en preservar los monumentos históricos, todo el conjunto arquitectónico, incluida la iglesia que está frente a la casa, conservaría su belleza original.
El historiador Jorge Nava recuerda que ya desde el 29 de julio de 1934, durante la inauguración oficial de la biblioteca popular Generalísimo Don José de San Martín, que empezó a funcionar en uno de los ambientes del hoy museo de sitio, el subprefecto de la provincia de Chancay (hoy provincia de Huaura) Jorge L. Angell, manifestó que el presidente Óscar R. Benavides le había ofrecido interesarse por la reconstrucción del histórico balcón.
“Esta reliquia histórica de gran valor moral para Huaura y para el Perú no debería estar como se encuentra en la actualidad. Los huaurinos, reclamamos que ninguna atención ha recibido el vetusto altar de la patria, que amenaza con colapsar en cualquier momento. Esperamos mejor suerte en el 2021”, señala el historiador que fuera condecorado en Huaura al conmemorarse el bicentenario de la primera proclamación de la libertad.
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