Fue un hecho inédito. Nunca desde su creación en 1980, la Bienal de Venecia de Arquitectura había postergado su inauguración. Una ciudad que conoció en su historia de terribles pestes, tuvo que atrasar un año la realización del mayor foro mundial dedicado a la reflexión sobre el diseño de edificios, estructuras y espacios. En efecto, la pandemia del Covid-19 canceló la inauguración de la 17ª Exhibición Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia, proyectada en mayo del año pasado, cuando toda Italia se había convertido en uno de los focos de contagio más preocupantes en Europa.
Fue una decisión dura. A pesar de que había ya pabellones ya terminados, la pandemia restringió mucho la posibilidad de países no europeos de ir a Venecia para armar sus propuestas. Se fijó una nueva fecha de apertura para el 22 de mayo, pero esta vez sin ceremonias de inauguración ni presencia del jurado. La entrega de su premio, el León de Oro ha sido postergada, y se espera, probablemente, para agosto. Solo se entregó el premio a la trayectoria, que este año recayó en el arquitecto español Rafael Moneo, responsable de edificios tan emblemáticos como el Auditorio Kursaal, la ampliación del Museo del Prado y de la estación de tren de Atocha o de la Catedral de Los Ángeles.
Sin embargo, como señala José Orrego, comisario del pabellón peruano, cuando se acercaba la nueva fecha las cosas en la península no mejoraban en términos sanitarios. incluso, era una exigencia para los recién llegados a la ciudad de los canales guardar una cuarentena de dos semanas. “La bienal no podía postergarse nuevamente. Se trata de uno de los eventos más importantes de Italia, y representaba un signo que el país ya empezaba a salir de la pandemia. Por eso, a pesar de que las condiciones aún no estaban suficientemente adecuadas, se decidió inaugurar los pabellones”, señala.
Este año, la afluencia de visitantes a la Bienal ha descendido significativamente, reconoce Orrego. Incluso hay países que tuvieron que retirarse de esta edición al no poder afrontar el montaje de sus muestras. Tanto así que, recuperada ya la ciudad, se piensa en una inauguración formal que pueda congregar a los visitantes especializados, sean curadores o profesionales del sector que hoy se extrañan en una ciudad que vive mayoritariamente del turismo. “Nosotros, por ejemplo, no hemos inaugurado aún. Solo hemos abierto el pabellón”, señala el comisario, quien aún no ha podido viajar a esta ciudad. La misma instalación de la muestra se realizó a distancia, asistido por el equipo de montaje ya instalado en la ciudad. Por cierto, además del pabellón peruano, proyectos de otros arquitectos peruanos como Juvenal Baracco, Alexia León y Luis Marcial también se exhiben en otros espacios de la Bienal. Asimismo, la arquitecta Sandra Barclay es este año miembro del prestigioso jurado.
“Para nosotros, el año 2012 que participamos la primera vez, llevar la exposición a Venecia fue una aventura, como mandar una nave a la luna. No sabíamos en qué nos metíamos, y descubrimos allí todas las dificultades que el reto planteaba. Y desde entonces fuimos consolidando un equipo. Además, hablamos de una bienal que ha sido muy austera porque, además de la pandemia, todos los apoyos fueron mucho más restringidos. Tanto para Felipe Ferrer como curador, yo como comisario, y con el respaldo del Patronato Cultural del Perú, el diario El Comercio y el resto del equipo, estábamos en permanente evaluación si íbamos o no. Sentíamos que el esfuerzo era enorme. No solo por los recursos económicos, sino por la dificultad de enfrentar esto a distancia, enviar las cosas, teniendo en cuenta que la pandemia limitó también los envíos y traslados. Todo implicaba mayores retos porque habían nuevos protocolos sanitarios de por medio. Todo se hacía más lento”.
Gracias además al apoyo de PromPerú y del Ministerio de Relaciones Exteriores, (La presencia del Perú en Venecia forma parte de los proyectos del Bicentenario), se logró cumplir con una misión que, con humor, Orrego compara a la que realizó la Nasa con el Apolo XIII. “Como en la película, teníamos una limitada capacidad de vatios en la nave, y debíamos calcular con ellos cómo regresar a la tierra, midiendo la energía en todo el proceso para poder llegar”, comenta. Así, trabajando estrechamente, curador y comisario pudieron acotar la muestra para hacer posible su viaje, pero sin sacrificar su contenido.
A causa de la pandemia, surgían contingencias inesperadas para la muestra, como por ejemplo la exigencia de contar con un “responsable Covid” en Venecia, además de una serie de nuevas consideraciones y procedimientos en el pabellón que les hicieron repensar cómo resolver el acceso al pabellón. Para evitarnos ese costo, se decidió que el pabellón quedara efectivamente cerrado al público, que la reja que se levanta en la entrada no se pudiera abrir, obligando al público a mirar desde fuera. A través de ella. La idea es que cuando pase la pandemia, la reja retroceda y haga accesible el recorrido”, afirma Orrego. “Eso hizo al pabellón más dramático, más potente y contestatario. Es la muestra a la cual no puedes entrar”.
“Playground, Artifacts for Interaction”, título del proyecto de curaduría de Felipe Ferrer, propone sacar las rejas de los espacios públicos del país para transformarlas en artefactos que inviten a las personas a interactuar. Así, estos presuntos elementos de ‘seguridad’, que devienen en dispositivos de segregación, se extirparon para convertirlos en bancas, juegos para niños, arcos de fútbol, entre otros. Con ello, se busca canalizar todo el tiempo, energía y recursos empleados en hacer las rejas para darle nueva vida y significado a estos materiales. La realización de estas piezas de metal fue en el Perú, para luego ser enviadas a Venecia en un contenedor. “El contenedor también fue toda una odisea”, recuerda Orrego. “Debíamos compactar toda la muestra en un espacio que estuviera de acuerdo al presupuesto. Era buscar el equilibrio entre lo factible y lo deseable. Al final, el resultado final está muy cerca de la idea original”, señala.
Acompaña a la instalación un video que muestra la transformación de las rejas públicas en juegos públicos. También cuenta con cientos de imágenes de rejas del Perú y del resto del mundo. La mayoría de estas fotos y videos se obtuvieron gracias a la participación de ciudadanos que las enviaron a una cuenta designada de Instagram con el hashtag #RIPublicspace. Tras su exhibición, los artefactos del playground serán devueltos a sus sitios de origen, modificados y listos para seguir transformándonos.
“La idea de esta muestra es que genere una tendencia en nuestro país, que invite a desenrejar, a darle un uso lúdico al material reciclado, pero especialmente a motivarnos a entender que no hay razón que justifique cerrar el espacio público. La Pandemia no nos ha permitido tener más oportunidades para difundirlo más”, señala Orrego. “La pandemia también nos alejó de la reflexión del espacio público”, lamenta.
Por cierto, el comisario nos advierte que el tema de las rejas, sumado a la pandemia que sufrimos y que nos aísla, empezó a darle nuevas lecturas a la propuesta peruana. “Si bien es cierto nuestro pabellón empezó como una reflexión sobre el cierre de los espacios públicos, la pandemia termina siendo también una reja para nuestro espacio más íntimo y personal. Una reja invisible que ha condicionado nuestras vidas y ha modificado nuestros comportamientos. El pabellón adquirió también vigencia para leer estos tiempos. Las rejas que construimos no son físicas sino también mentales, psicológicas, políticas. Y es importante visibilizarlas para saber contra qué estamos luchando”, añade.
EL EQUIPO TRAS EL PABELLÓN PERUANO
Comisario: José Orrego / Curador: Felipe Ferrer Cárdenas/ Producción: Patronato Cultural del Perú.
Coordinación en Venecia: Eiletz Ortigas Arquitectos
Auspicio: Diario El Comercio y Fundación Wiese
Con el apoyo de
PROMPERÚ / Servimetales / Municipalidad de Huamanga / Municipalidad de Pueblo Libre / Municipalidad de la Molina / Pontificia Universidad Católica del Perú / Universidad de Lima
Apoyo especial de
- Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú
- Ministerio de Cultura del Perú
- Ascensores Powertech
- Hunter Douglas
- ArtCo
- Trazzo
- Iguzzini
- Marx
- Decor Center
- Con la colaboración de
- Asociación Peruana de Estudios de Arquitectura
- Universidad de Lima
- Pontificia Universidad Católica del Perú
- Universidad Nacional de Ingeniería
- Universidad Privada del Norte
- Colegio de Arquitectos del Perú
Créditos de la muestra
- Catálogo: Mónica Belevan
- Diseño gráfico: Formato Público
- Diseño Web: Michael Prado
- Web Programming: Ad_hoc Editorial
- Trabajo en metal: José Salas & Máximo Hinojosa
- Video: CREA - Universidad de Lima
Sobre el Patronato Cultural del Perú
El Patronato Cultural del Perú es una institución privada sin fines de lucro, creada en 2010 para contribuir al desarrollo del país, promoviendo y trabajando de la mano con el Estado en proyectos culturales de largo plazo a nivel nacional e internacional y en la recuperación del patrimonio cultural material e inmaterial del país. Los temas culturales que trabaja son diversos, entre ellos: arte contemporáneo, culturas vivas, cultura patrimonial y arquitectura.
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