Con una madre escritora y un padre profesor bilingüe de diferentes comunidades, la artista Alejandra Mitrani nació en Huancayo, pero pasó gran parte de su formación en Lima, Iquitos y Cuzco. Su viaje por diferentes partes del país ha influenciado su forma de percibir el mundo, lo cual se puede apreciar en sus acuarelas, retablos y libros maqueta. Estas obras se encuentran actualmente en exhibición en la librería La Rebelde hasta el 28 de mayo y contienen un alto nivel de detalles y mensajes escondidos que revelan aspectos de la vida de la artista.
Poemas pequeños, unos cables colgados, una bodega, cajas de cerveza, cisternas de agua, todo encuentra un espacio dentro del arte de Mitrani. Todo lo que ha visto y vivido. Para plasmar estas ideas, la artista usa un elemento muy característico de su estilo, papeles elaborados con una técnica japonesa que le brindan un mayor atractivo, y resistencia, a las pequeñas maquetas que se esconden dentro de libros pop up, objetos irrepetibles por cualquier otro artista peruano, pues la única quien se dedica a elaborar los libros maqueta con este estilo, manteniendo un alto nivel de detalle y usando fondos hechos con acuarelas.
“Algunas personas me dicen: ‘¡Qué paciencia la tuya para hacer eso!’ y yo les respondo: ‘Paciencia es lo que se necesita cuando algo no te gusta, en mi caso solo me quedo hipnotizada haciendo esto’”, comenta la artista quien también recuerda con cariño como su padre fue quien la impulso a ser artista.
—¿Qué fue lo que despertó tu interés por el arte?
Durante mi infancia, me crie en un entorno familiar rodeado de personas amantes de la lectura. Sin embargo, más que leer los libros, me fascinaba tocarlos y sentir la textura de los diferentes tipos de papel. Recuerdo que cuando estaba en la secundaria, mi padre me planteó la idea: “¿Qué te parece si te retiro del colegio por un año y te inscribo en Bellas Artes?”. Mi respuesta fue contundente: “Papá, ¡Cómo voy a ser una artista, no quiero pasar hambre! Prefiero estudiar industrias alimentarias”. Unos años más tarde, me encontraba en Bellas Artes, ingresando a un curso de papelería donde aprendí a fabricar papel desde cero utilizando la licuadora y otros elementos para crear hojas de papel. Fue allí donde descubrí el papel japonés, un material fino y resistente que me cautivó por completo y me llevó lejos del Perú.
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—Después de descubrir tu pasión por el papel, ¿a qué parte del mundo te llevó tu interés en este material?
Llegué al mismísimo Japón. Todo comenzó con una investigación sobre ese tipo de papel, descubrí que en Lima solo existía una empresa antigua que los producía y que una vez al año organizaba un concurso para aprender a fabricar papel en Japón. Decidí postular, gané y poco después me encontré conviviendo con una familia japonesa que se dedicaba a la fabricación de papel desde hace ocho generaciones. Ellos me enseñaron todo el proceso de elaboración.
—¿Cómo nace tu gusto por los libro maqueta?
También empezó cuando estaba en Bellas Artes, experimentando con el papel. Mi proyecto final fue un libro maqueta que no tenía el estilo actual, pero conservaba elementos en relieve y estaba cosido con una máquina. A partir de ese momento, mi curiosidad por este tipo de arte aumentó y sentí la necesidad de que esta idea floreciera, en este caso, literalmente que “floreciera” de los libros.
—¿Por qué usar el estilo pop up?
Los libros pop-up [libros con figuras tridimensionales y/o interactivas] me parecen una técnica fascinante que es común encontrar en libros dirigidos a niños. Principalmente, me atrae por la sorpresa que genera en ellos al abrirlos. Curiosamente, cuando yo era niña nunca tuve la oportunidad de tener uno, pero ahora que soy madre, disfruto llevando a mis hijos a librerías para que puedan apreciar esta maravillosa técnica.
—¿Cuánto tiempo te toma crear estos libros pop up?
Es complicado precisar el tiempo que invierto en hacerlos, ya que trabajo en una oficina y solo puedo dedicarles tiempo los fines de semana. Como resultado, terminar un libro maqueta puede llevarme entre uno o dos meses, ya que no puedo dedicarles el 100% de mi tiempo. Aunque considero esta mi verdadera vocación, también tengo que desempeñarme como diseñadora gráfica al mismo tiempo. Desafortunadamente, en este país no se puede vivir únicamente del arte.
—¿Qué te inspiró para explorar la temática de las fachadas en tus obras?
Está relacionado con la ubicación de Bellas Artes en Barrios Altos. Todos los días observaba estructuras de casas antiguas, hogar de numerosas vidas. Algunos edificios todavía permanecen, pero han acumulado varias capas a lo largo del tiempo, como una bodega o una fotocopiadora en la fachada. Quería capturar e interpretar las múltiples vidas y capas de estos lugares, su esencia.
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—También tienes una etapa de retablista
Sí, es porque encuentro el arte tradicional peruano absolutamente hermoso. Este gusto por los retablos surgió a raíz de las clases que tuve en el Museo de Arte Popular, donde aprendí mucho gracias al libro de Jesús Urbano y Pablo Macera. Su contenido me conmovió y fascinó tanto que despertó en mí el deseo de interpretar lo que había visto. Una de mis interpretaciones artísticas se centra en los homenajes a personas que ya no están presentes. Como el caso de “El sueño de Kuégaro Buinaima” titulado “El hombre del clan de los que escriben”, es un tributo a mi padre, quien también recibió ese nombre por parte de la comunidad Uitoto, un pueblo indígena de la Amazonía peruana y colombiana, debido a la conexión especial que tenía con ellos como profesor.
—Después pasas a las acuarelas
Yo comencé, antes que nada, a hacer dibujos pequeños en acuarela de fachadas de casas antiguas, ahora retomé en individual este proyecto haciendo un gran dibujo que representa todo lo que he vivido.
—¿Cómo era tu proceso de creación?
En el caso de los libros maqueta tengo que pensar en los ejes y otros elementos que conforman algo más que una simple caja para abrir, pues tiene que maniobrar y para eso se necesita una planificación previa. En cuanto a los retablos nace de la inspiración y recreación. Finalmente, en las acuarelas paso por un proceso fluido que plasma lo que aparece por mi cabeza.
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—¿Qué elemento une a todas tus piezas de arte?
El arte debe movilizarte de alguna manera, tiene que hacer que sientas algo, en todos mis trabajos el observador es quien interpreta lo que está viendo y siente cosas diferentes, de eso se trata.
—Hace casi 10 años mencionaste que no encontrabas otro artista como tú ¿Lo has encontrado?
No, todavía no, solo hay personas que hacen pop up para niños y maestros papeleros, pero no algo similar Humildemente puedo decir que soy la única artista que hago pop up con acuarelas y que tiene este nivel de detalles. Es curioso, porque algunas personas me dicen: “¡Qué paciencia la tuya para hacer eso!” y yo les respondo: “Paciencia es lo que se necesita cuando algo no te gusta, en mi caso solo me quedo hipnotizada haciendo esto”.
—¿Qué nuevos proyectos realizarás?
Voy a seguir la ruta de las acuarelas y el arte popular peruano, además de ir apuntando hacia la realización de talleres para mujeres en Huancayo, mi hogar al que le tengo mucho aprecio y cariño.
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