Exageración, deformación, ironía. Pasado a tinta, estos ingredientes sobre el papel nos dan la caricatura, aquel apunte con el que se busca capturar un rasgo, un gesto, una actitud característica de una persona. Luis Bedoya, el centenario político fallecido hoy, fue muchas veces blanco de esta intención humorística y crítica. Sin embargo, como pocos, supo calibrar la imagen del “Tucán” con la que fue retratado a su favor. Un apelativo que, como el destacado político recordaba, fue acuñado por el siempre agudo periodista y escritor Luis Felipe Angell, “Sofocleto”.
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El dibujante e investigador en la caricatura Omar Zeballos comparte con nosotros algunas perlas que dan cuenta de la personalidad gráfica del célebre líder de la Democracia Cristiana y posteriormente, patriarca del Partido Popular Cristiano. Se trata de cuatro caricaturas de dibujantes arequipeños, los maestros Guillermo Osorio y Raúl Valencia, ambos dibujantes de “El Comercio”, así como trabajos de Chalo Guillén, caricaturista también mistiano que publicaba en la revista “Oiga” y del mismo Omár, publicada en el diario “Correo”.
“Luis Bedoya Reyes fue un político que cambió el estilo de hacer política, por estilo criollo y respondón”, afirma Zeballos. “Eso sirvió para que los caricaturistas captaran su verdadera esencia con unos pocos trazos. Precisamente, fue el caricaturista arequipeño Guillermo Osorio, quien hizo una notable caricatura del famoso Tucán, resaltando su enorme y aguileña nariz y si pícara sonrisa. Es esa versión la que fue recogida por otros caricaturistas quienes sacaron su propia versión de Bedoya”, acota el caricaturista arequipeño.
Osorio, tras desempeñarse en “La Prensa” en los años 60 se convirtió en el caricaturista estrella de “El Comercio”. Su trabajo más celebrado fue “Historia de un candidato”, donde satirizó duramente a Haya de la Torre. Después creó la sección “Ají molido” en la revista “Caretas” y fue uno de los impulsores del semanario satírico “La olla”.
Por su parte, Raúl Valencia comenzó su carrera en periódicos chilenos como “La Nación”, “Los Tiempos”, “El Mercurio”, y la influyente revista política “Topaze”. Posteriormente viajó a la Argentina para continuar en semanarios como “Crítica”, “Noticias Gráficas”, “La Razón”, “Mundo Argentino”, la histórica “Leoplán” y “Goles”, donde fue conocido con el mote de “El Cholo Valencia”. De regreso a su país, trabajó en el diario El Comercio y, más tarde, en el suplemento “7 Días”, hasta su retiro en los años 80. Murió a los 98 años en Argentina, en 2008.
Para Omar, entre las mejores representaciones gráficas del maestro Osorio dedicadas al político limeño recuerda el famoso debate Grieve-Bedoya que le hizo volver a ganar las elecciones en 1966, lo que fue el primer debate televisado antes de convertirse en alcalde de Lima.
En todos estos trabajos, puede verse que la caricatura encierra dentro de su lógica satírica un arma de doble filo, ya que puede ser utilizada políticamente tanto por tendencias progresistas como por conservadoras. Asimismo, una imagen que exagera o deforma los rasgos característicos de su víctima puede provocar risa escarnio, pero un político inteligente como Bedoya supo revertir la situación para hacer de este apunte irónico una marca identificatoria.
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