La llama de oro emite destellos bajo una cúpula compuesta por 3.312 paneles de vidrio, que se ondulan bajo el cielo de Londres. La llama tiene 5 cm. de alto, la bóveda de cristal 90 x 70 metros. El diminuto auquénido ha viajado desde Lima, su brillo eclipsa el sombrero translúcido más grande de Europa, un prodigio artístico del arquitecto Norman Foster que sobrevuela el Gran Atrio de Isabel II, eje central del primer museo edificado sobre la faz de la Tierra (1753). Finas hojas de oro puro alisadas por percusión alimentan el cuerpo del cuadrúpedo inca (1400-1550 d.C.). No en vano los antiguos peruanos decían que el oro era el sudor del sol.
También decían que la plata representaba las lágrimas de la luna. Lo cierto es que ambos metales preciosos labrados en nuestro antiguo imperio, junto a textiles oriundos de Nasca, alfarería de origen Mochica y otras cuarenta obras de arte precolombino se acaban de instalar en lo que antes era la Biblioteca Británica y ahora es la vitrina que el imponente solar inglés reserva para sus exhibiciones estelares. Si 400 personas estuvieron en la inauguración de la primera muestra de origen peruano en los 268 años de funcionamiento que tiene el ‘british’, una no menos respetable cantidad de visitantes descubre cada día que los incas solo fueron el último eslabón de una serie de asombrosas civilizaciones precedentes.
3 mil años de viaje
“El primer paso hacia las escaleras del Museo Británico es siempre el primer paso en un viaje, y con esta exhibición invitamos a los visitantes a un viaje por la historia de una de las regiones más cautivadoras del mundo. La dimensión de los generosos préstamos de objetos antiguos de museos peruanos es una oportunidad única para verlos aquí, en Gran Bretaña. El fascinante rango de materiales exhibidos desafía, en su conjunto, las percepciones de cómo el mundo puede ser visto y percibido. Estamos muy agradecidos por el apoyo de Prom-Perú que hizo todo esto posible”, dijo Hartwig Fischer, director del Museo Británico, durante la apertura del evento.
En efecto, la idea era presentar una perspectiva cronológica de seis civilizaciones a través de 3 mil años de historia. Cómo es que desde la temprana cultura Chavín (1200 a.C.) hasta la caída de los Incas (1532 d.C.), los primeros pobladores del Perú hicieron florecer el arte sobre una desafiante geografía compuesta por áridos desiertos, gélidas montañas y tupidos bosques amazónicos. Así, las seis secciones que organizan “Perú: A Journey in Time” resultan eficaces a la hora de embarcar al espectador inglés por un fascinante tour a través de las culturas Chavín, Paracas, Nasca, Moche, Chimú, Wari e Inca. Una progresión en tiempo y espacio sostenida por la conexión del mundo natural con la cosmogonía celestial.
Así, la respetable concurrencia guarda silencio frente a ese impresionante tocado de oro que tiene dos mil años de antigüedad. O ante el par de orejeras procedente de un entierro de élite encontrado en Kuntur Wasi, Cajamarca. Frente a esos apéndices de serpiente para el inframundo, jaguares para el mundo de los hombres y pájaros para el cielo. Mirando esa espléndida vasija en forma de pierna que representa los caminos por los que todavía camina el hombre andino. Observando el impactante tambor ceremonial que muestra la captura del enemigo vencido en un combate ritual. O frente al objeto más antiguo, una vasija ceremonial de la cultura Cupisnique (1200 a.C.) que exhibe un cuerpo humano presa de alguna patología de articulaciones sueltas. Inquietante como las cabezas sangrantes de los sacrificios humanos Nasca.
Resplandor preinca
“La exposición profundiza cómo los paisajes geográficamente diversos del Perú han inspirado formas de vida únicas y fascinantes”, apostilló “Time Out”. “Los pueblos del antiguo Perú son presentados con lucidez. Un mundo perdido, un espectáculo de adictivo misterio”, escribió el cronista de “The Guardian”. “Si bien es fácil sorprenderse con la sofisticación de la cultura andina temprana, parte del concepto de esta exhibición es romper con el concepto lineal europeo de progreso y explorar el tiempo cíclico, continuo y paralelo”, enfatizó “News”. “Este maravilloso espectáculo cubre un período de la historia del Perú que la mayoría de los europeos apenas sabrán que existió”, anotó “Evening Standard” al tiempo de otorgarle 4 de 5 estrellas.
La crítica inglesa pone especial énfasis en el misterio cósmico aleatorio de la muestra. En las monstruosas máscaras chamánicas con tocados de serpientes. En las flautas de pan entrando en comunión con la carne alucinógena del San Pedro para abrir las puertas de la percepción. En esa estupenda cultura visual que, por ejemplo, retrata a un colibrí estilizado con ejes delgados y alargados. En esos primorosos bordados que con colores nítidos perpetúan el salto elástico de un felino. En la impecable sensibilidad del alarife que esculpe a una pareja haciendo el amor. Todo lo cual ocurría bajo la más absoluta desconexión de estos pueblos con las civilizaciones que se desarrollaban en Europa, Asia o África. Un mundo autárquico que marchó al ritmo de su propio tambor.
Así, no podía ser más auspiciosa la acogida londinense a este debut peruano en el museo insignia de la corona, proeza lograda gracias a la cooperación del Museo de Arte de Lima, el Ministerio de Cultura, la Colección Gartner, la Fundación Temple Radicati - Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el Complejo Arqueológico El Brujo | Fundación Augusto N. Wiese, Museo ‘Santiago Uceda Castillo’ - Proyecto Arqueológico Huacas de Moche, Museo Kuntur Wasi, Museo Larco, Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú y Museo Textil Precolombino Amano; y el apoyo de Prom-Perú. Son más de 40 objetos que se unen a las 80 piezas que ya tenía el British Museum para vestir de rojo y blanco los ocho pares de columnas que sostienen su pórtico, esa joya arquitectónica ubicada en el corazón de Bloomsbury. Y un gusto extra saber que en ese espacio, la sala de lectura favorita de Oscar Wilde, ahora también resplandece el prehispánico peruano. Y con luz propia.
Más información
Lugar: Museo Británico de Londres.
Fecha: Hasta al 20 de febrero 2022.
Organizan: Museo de Arte de Lima y Prom-Perú.
Curadores: Cecilia Pardo-Grau y Jago Cooper.
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