En su obra conviven la fragilidad y la resistencia; el dibujo, la instalación y la escultura. Desde esta perspectiva, Nani Cárdenas busca recuperar la esencia de los materiales con los que trabaja, muchos de los cuales provienen del diseño industrial, como el cobre o el acrílico. No se trata de materiales de desecho, sino que puedan tener, como ella dice, “una segunda vida”. Materiales que tienen cierta belleza, cierta luminosidad o que representan en sí mismos ya un concepto, como estas planchas de acrílico que utiliza para la obra que presenta al proyecto De Voz a Voz, bajo el título de “Celosía”.
“Yo me sé escultora, pero me interesa demasiado las sombras, lo que pasa a través de la escultura, el aire o el vacío, lo que está alrededor de la forma, entonces los hilos o la escultura aérea empieza a tener mucho más sentido para mí porque me permite capturar esa energía que va o a través o alrededor del hilo, sentir eso como un pulso”, dice.
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Las planchas acrílicas que Nani Cárdenas utiliza en “Celosía” tienen una historia detrás: “Yo suelo trabajar en comunidad — cuenta—, con personas y socios que me apoyan, uno de ellos es el señor (Germán Mendieta) con el que trabajo las piezas acrílicas, él sabe de mi búsqueda de materiales interesantes. Pero, como, debido a la pandemia, no podía ir al taller, él me trajo estas planchas que habían sido usadas en la fabricación de mascarillas y de caretas faciales y tenían estos círculos perforados con las proporciones del rostro, a mí me pareció algo muy potente, ver esas ranuras vacías que daban la sensación de una ausencia y a la vez presencia humana. Es un material muy frágil y cuando estuve analizando la forma de montarlo, la opción final fue entretejerlo con hilos de cobre, para sostenerlo y darle resistencia”.
Así la obra quedó constituida por una serie de paneles que la artista ha dispuesto en forma de damero, con el blanco y negro, como representación de la vida y la muerte, y un tejido de hilos de cobre hecho de una manera no aleatoria como algo orgánico que crece entre ellos. “Es una especie de mala hierba que representa esa posibilidad de permanencia, de tratar de seguir a pesar de todo”, afirma. Su diseño de patrones seriados también aluden a esos textiles precolombinos nazcas.
Apoyarnos unos a otros
De ahí también el título de “Celosía”. Esa ausencia y presencia de material que nos permite mirar hacia adentro y hacia afuera, pero también mirar a través de algo, eso que experimentamos cuando llevamos puesto un protector acrílico con el que tratamos de protegernos de un virus invisible.
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En el texto que acompaña la obra, Cárdenas explica: “Durante la cuarentena el acrílico fue muy requerido para hacer caretas, primero para los médicos, luego para aislar espacios y finalmente hasta en el transporte público. Inclusive se obligó a la población a usar esas máscaras mientras se movilizan. Les llaman ‘protectores faciales’. El acrílico, el cobre y el bronce construyen una narrativa donde todos estamos conectados para apoyarnos unos a otros. La impronta en ausencia que dejaron estas máscaras nos revelan una mejor versión de lo que también podemos ser”.
Residencia y proyectos
Después de la parálisis inicial ocasionada por la pandemia, en los últimos meses Nani Cárdenas ha ido retomando una serie de actividades y poniendo en marcha proyectos postergados: uno de ellos es la exposición “Mitad ceniza, mitad latido”, realizada con Elisenda Estrems en 2019, y que debió presentarse entre abril y mayo de 2020 en Milán, Florencia y Roma. La idea es que la muestra se realice este año, aunque es algo difícil de prever por efectos de la pandemia.
La otra exposición que Cárdenas sí puede anunciar es la que realizará con Micaela Aljovín, como parte del trabajo colaborativo en Andamio, en marzo próximo en la galería Fórum, de Miraflores.
Justamente, a través de Andamio, en los últimos meses, pudieron desarrollar un proyecto de residencia con la joven y talentosa artista Alejandra Ortiz de Zevallos.
“Teníamos el espacio cerrado y el proyecto de residencia comenzó a tomar forma cuando vimos el portafolio de Alejandra —cuenta Nani—, quien acababa de egresar de la Universidad Católica y, además, era vecina mía, entonces decidimos recibirla, y ha sido una experiencia increíble y provechosa en medio de una situación tan difícil”.
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