La obra es monumental. Es un políptico de 12 lienzos juntos que hacen un total de tres metros de alto por diez de ancho. Estas dimensiones son las que necesita Christian Bendayán para realizar una purga emocional, existencial y pictórica. Una purga que lo ha llevado a replantearse su condición de artista amazónico y lo ha expresado a través de una simbología poderosa representada en un personaje central, un chico-chica, que expulsa algo de su ser por la boca y con eso da vida a un nuevo personaje como una especie de renacimiento, de una génesis, no rodeado por ángeles, sino cercado por once seres del bosque que tienen cuerpos humanos y cabezas de pájaros, los cuales se esconden entre la maleza e interactúan entre sí en un juego de marcada sensualidad. Bendayán dirá luego que las personas transexuales son para él como esos seres mitológicos del mundo urbano, seres que tienen una magia, una valentía y una lucha que colinda con lo épico. Por eso, los ha elegido como símbolos de “Purga”, el cuadro que da título a la muestra que, desde hoy, presenta en el Museo de Arte de Guadalajara, y que representa un punto final en su producción artística y un inicio de nuevas búsquedas e intereses.
Conversamos con el artista sobre este momento de su carrera, en un tiempo en que el mundo pasa también por un reseteo debido a la pandemia.
Presencia amazónica
¿Qué significa para ti exponer en el Museo de Arte de Guadalajara y en el marco de una feria internacional del libro?
El Perú fue invitado hace diez años a la misma feria y la exposición que llevaron en ese momento fue la de Fernando de Szyszlo. Fue en este mismo museo y en la misma sala en que se presenta ahora mi muestra. Lo significativo para mí es que diez años después el Perú está representado desde una mirada totalmente distinta, la amazónica, con obras que tienen una gran carga social y dinámicas, creo, complejas. Es muy distinto a lo que había representado antes al país, por supuesto, con todo el respeto que le tengo a la obra de Szyszlo, pero a lo que voy es que ahora se muestra la otra cara del Perú. Me parece simbólico que se haya dado de este modo.
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¿Me comentaste que buscas cerrar una etapa de tu carrera y anunciar otra?
La muestra se llama “Purga” y tiene algunas piezas que se presentaron en la Bienal de Venecia, cuando representé al Perú. Estoy exponiendo varias obras que tienen que ver con la vida de los hombres y mujeres en la modernidad amazónica, pero también vinculadas a la naturaleza. Hay piezas que hablan de la modernidad desde su técnica, hechas en azulejos, otras en metal. Está el mariposario, hecho con alas mariposas. Y, finalmente, hay una pieza nueva que se titula ‘Purga’, y que da título a la exposición, y, como dices, siento que es el punto final de una etapa extensa de mi producción, de varios años, y lo enfatizo exponiendo esta obra nueva.
Terapia de purga
¿Por qué has decidido purgar eso has venido haciendo hasta ahora?
De algún modo tiene que ver con la purga general de estos tiempos. Creo que esto nace cuando me pongo la vacuna y una de mis reacciones fue un vómito, a partir de eso soy consciente de que hay algo que mi cuerpo quiere botar. Tal vez tenga que ver con ese terror que sembró el Covid-19, con esa incertidumbre que se generó en estos tiempos tan difíciles para todos. Yo recurrí a una terapia de purga en la Amazonía para sacar de mi cuerpo, mente, y corazón, creo yo, cosas que deben ser expulsadas. ‘Purga’ es un cuadro que tiene en primer plano, en el foco central, a un personaje trans, un chico-chica, que vomita muchos colores, y de su vómito sale otro personaje, chico-chica también, y es como si estuviera botando algo de su ser, pero renaciendo en otro. Es una especie de despedida, pero también una génesis.
¿De qué te quieres despedir?
Siento que es hora de despedirme de una mirada que el cemento ha endurecido, y que veía todo desde una perspectiva muy urbana, y quiero acercarme a la inteligencia y mirada de otros seres, a la mirada de los animales, de las plantas, seres espirituales, y este cuadro tiene eso. Alrededor de este personaje, de esta purga, hay once seres que tienen cuerpos humanos, pero con cabezas de distintas aves que están interactuando con esta purga, escondidos entre las plantas. Hay una carga sensual muy fuerte, hasta sexual diría yo, pero no viene con una mirada de morbo, sino más bien con una mirada de lo mítico en la Amazonía, donde todos los seres se relacionan entre sí. Para mí las personas trans son seres mitológicos del mundo urbano, son como seres con una magia, una valentía y una lucha y unas vidas que colindan con lo increíble, con el mito y con lo épico también. Siempre he visto este vínculo de las personas trans con los seres del mundo mítico amazónico. Recordemos que en el mundo mítico se diluyen, muchas veces, las diferencias de especie y de sexo.
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¿Crees que la pandemia ha sido ese momento de cambio para empezar algo nuevo?
La pandemia ha sido el purgante, ha sido lo que ha venido a colmarnos de una especie de intoxicación para impulsarnos a rechazar, a botar algo. Me parece que la pandemia ha sido la oportunidad para empezar a mirar nuevos panoramas, estilos de vida… Siento que en esta etapa empiezo a involucrarme con otras perspectivas, con la inteligencia de otros seres. Mi obra pictórica ha estado siempre influenciada por mis investigaciones y mis trabajos curatoriales sobre el arte amazónico, en algún momento mis influencias fueron el arte callejero de Iquitos, en otro el arte histórico como la obra de Calvo de Araujo u Otto Michael, y creo que en este momento la gran mayoría de mis curadurías ha girado en torno a la obra de artistas indígenas, definitivamente, en este momento mis influencias son Chonon Bensho, Rember Yahuarcani, Lastenia Canayo, Olinda Silvano, Dimas Paredes, Víctor Churay, Pablo Amaringo…
Legado y presente indígena
¿Vas a profundizar entonces en el legado del arte indígena?
Siento que le debo mucho al arte amazónico en general, y al arte indígena, por supuesto, y voy a profundizar no solo desde la pintura. Creo que esta exposición ha sido la oportunidad perfecta para realizar una especie de sueño compartido por muchos actores del arte amazónico, pues los textos que presentan la exposición corresponden a Rember Yahuarcani y a Luisa Elvira Belaunde. Me parece importantísimo que un artista de origen indígena se incorpore en el campo teórico, como crítico de arte, para mí es importante tener esa mirada, y también la de Luisa Elvira, quien es una especialista en culturas amazónicas, especialmente en culturas indígenas.
¿Como curador y artista cómo ves la presencia y el futuro del arte amazónico?
Creo que este es un movimiento universal y tiene para rato. En el caso del Perú, revisando la historia, podemos ver que estuvo ausente la Amazonía cuando se celebró el centenario de la independencia, luego, en 1943, cuando se hizo la gran exposición amazónica por los 400 años del descubrimiento del río Amazonas, se hizo con artistas de la costa y de la sierra interpretando la Amazonía, creo que recién ahora, para este bicentenario, los amazónicos hemos tomado las riendas de esta situación. Este 2021 ha sido un año excepcional para el arte amazónico con múltiples exposiciones individuales, colectivas, con presencia en el extranjero, con intervenciones en el espacio público. Eso dice mucho de lo que está sucediendo con el arte amazónico, y estamos los mismos artistas decidiendo y logrando, creo yo, lo que históricamente se le había negado al arte de esta región. Con esta exposición no niego mi camino, de hecho, están presentes mis personajes marcados por la vida urbana, por las condiciones de desigualdad en la que se vive, pero estos aparecen renovados en un aura que se vincula con los bosques, los ríos y al agua. Creo que hay que entender, primero, la gran relación que tiene el humano, los hombres y mujeres de la Amazonía, con el territorio, creo que esa es una de las grandes luchas que hay que dar, y de eso hablará mi obra, acercándose a esas imágenes que están desde siempre en el pensamiento indígena y que son señales para una buena vida, una vida en armonía, en respeto con la naturaleza, una vida que necesitamos ahora totalmente.
Más información
Las etapas de Christian Bendayán como artista:
1999. Edén. Galería Praxis. Su primera muestra en una galería de arte en Lima, fue una representación nostálgica de su infancia y su ciudad natal, Iquitos, vista como un paraíso lejano.
2001. Tropical. Galería Wu Ediciones. Su influencia del arte popular urbano lo lleva a homenajear a artistas como Lu.Cu.Ma., Luis Sakiray y Ashuco. Su paleta y trazo se transforma en diálogo con la pintura de carteles, murales de discotecas, bares y pubs.
2004. Cristiano, Christian Bendayán, 1997-2004. Museo de Arte del Centro Cultural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Representa el sincretismo amazónico y el modo en que la fe y el mito se vinculan de una manera particular, en la que a pesar del dolor se celebra la vida.
2007. XXXIII. Galería Luis Miró Quesada Garland, Municipalidad de Miraflores. Bendayán cumplió 33 años y decidió cerrar con esta muestra una etapa larga inspirada en mitos mestizos y la vida cotidiana en las ciudades modernas de la selva.
2009. Luz. Galería Enlace. Una exposición que toma las diferentes luces del día para representar las etapas de la vida, esta fue dedicada al nacimiento de su hijo Nazareno.
2012. El paraíso del diablo. Galería Luis Miró Quesada Garland, Municipalidad de Miraflores.
La época del caucho dejó heridas abiertas que siguen definiendo el destino de las sociedades amazónicas. Su obra se inspiró en la pintura histórica de la Amazonía, tomando como referentes a Otto Michael y Calvo de Araújo.
2019. “Indios Antropófagos” Mariposario de la selva (urbana). Pabellón Peruano en la 58ª Bienal de arte de Venecia L,Arssenale – Venecia, Italia. Una reflexión sobre la historia de la Amazonía peruana y la construcción de un imaginario en torno a sus habitantes. Su obra se inspiró en la fotografía, especialmente en las postales en las que se estereotipa a los amazónicos como salvajes que deben ser domesticados para integrarse al proyecto de nación.
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