Es su tercera individual en el extranjero durante los últimos cuatro años, pero la primera de estas que se presenta en una galería comercial. “Selfie/Nobody is my name” nace a partir de un personaje que aparece en “Indios antropófagos”, obra que dio nombre a la muestra que representó al Perú en la Bienal de Venecia (2019). Allí, en medio de la retahíla de mujeres trans, aparece una tomándose coquetamente un selfie. Cuenta Christian Bendayán que lo que buscaba era que sean sus propios personajes quienes se hicieran las fotos como “una autorepresentación del orgullo que estos sienten”. Esta visión, dice, es la carta de presentación con la que intenta entrar a un espacio artístico tan importante como Nueva York. La exposición, como toda su obra, retrata a la población amazónica y tiene que ver con los deseos, las luchas y la búsqueda de identidad. Pero ni los indígenas ni los trans aparecen como victimas sino en situaciones gozosas, conservando siempre la fortaleza que les ha permitido sobrevivir y, en los últimos tiempos, obtener un lugar en la sociedad contemporánea.
-¿Cómo defines el concepto de esta nueva muestra?
Diría que no trato de perder lo que ha logrado mi obra como identidad sino de radicalizarlo desde la aceptación orgullosa de lo que somos y cómo son mis personajes y mi pintura. Creo que mi obra siempre ha estado acompañando procesos de conquista de ciudadanía, de seres por lo general marginados en la sociedad por diferentes razones. Desde el racismo, hasta la homofobia. En “Selfie…” presento a estas personas que provienen de comunidades indígenas o LGTBIQ, que posiblemente para ciertas sociedades no tienen importancia. Incluso puede que gran parte de las chicas trans no sean parte de este registro virtual que tiene información de todo lo que hacemos, con quien nos comunicamos y hasta lo que nos gusta ver. Esto pasa porque ellas tiene una identidad lograda en función a luchas. El espíritu de “Selfie…” es el orgullo de ese ser ninguneado que de algún modo es mucho más libre, más auténtico y hasta se permite hacer cosas que el sistema censura.
"Mi obra siempre ha estado acompañando procesos de conquista de ciudadanía, de seres por lo general marginados en la sociedad"
-¿La visibilización de la comunidad LGTB y de las poblaciones indígenas en tu obra es también una revancha social a través del arte?
De hecho, gran parte de las comunidades marginadas a lo largo de la historia ahora están liderando los cambios, dando la voz de vanguardia. Creo que el arte amazónico se está volviendo cada vez más una expresión importante para el mundo, es una de las más atendidas de los últimos años. Creo lo mismo de las luchas de la comunidad LGTBIQ, ellos tienen mucho que aportar en las sociedades y lo están haciendo a través de su discurso y pensamiento. No se trata de luchas por crear diferencia sino porque estas se acepten dentro de una unidad. Es una revancha donde el arma es un pensamiento radicalmente opuesto aquel que nos ha llevado a vivir separados y en conflicto.
-¿Qué tanto se conoce el arte amazónico en el circuito neoyorquino?
Está incorporándose. Celia Vásquez, que es una artista shipiba, acaba de exponer en New York y su obra ha generado mucho interés. Lo mismo ha pasado con Sara Flores, también artista shipiba y gran artista del kené, su obra ha sido adquirida por uno de los museos más importantes de Nueva York. Creo que el arte amazónico está entrando a un mercado que va más allá del comercio, este es más académico y relacionado al campo del investigación. Me parece que la atención a lo amazónico está en un primer momento pero esto va a crecer y estoy seguro de que nos va a sorprender.
-¿Cuál ha sido la recepción de esta muestra? ¿Qué comentarios has recibido?
Han sido muy buenos y algunos me motivan mucho, como aquellos que tienen que ver con la emoción del espectador. Alguien me dijo que con mis obras recordaba los años de su juventud donde sufría bullying, de asedio, y que ahora se identifica con las imágenes de mi obra porque ha encontrado su propia libertad e identidad.
Un nuevo camino
-Hace poco mencionaste que “Purga”, la muestra que exhibiste en el Musa de México, cerraba un ciclo para ti. ¿”Sefie/ Nobody is my name” es el inicio de una reinvención creativa?
Yo creo que sí, aún recién lo estoy explorando. No es que sea un corte radical, pero sí es el inicio de un proceso que seguramente va a ir generando obras cada vez más distintas a lo que antes producía. Tengo interés por dejar ciertas cosas atrás.
-¿Cuáles por ejemplo?
Me interesa pasar por una elaboración más compleja del arte y del entendimiento. Mi trabajo siempre ha estado basado en la interpretación de lo real y quiero que esta realidad abarque otros niveles, como la realidad que se entiende en los pueblos de la Amazonía. Allí hay múltiples realidades que existen y coexisten.
-Te refieres a su cosmovisión.
Sí, entrar en las visiones, en los sueños, en los mitos. Pero quiero ir más allá de lo que es el pensamiento indígena y vincularlo al pensamiento urbano, porque yo me he formado en Iquitos, pero no por ello he estado exento a la mitología ni libre de un pensamiento mágico. Más bien estas ideas toman matices muy interesantes en la ciudad, como cierto pensamiento animista no solo sobre los elementos de la naturaleza sino sobre las creaciones de los humanos.
“Selfie/Nobody is my name” se exhibe en Revolver Galería, sede Nueva York (88 Eldridge Street, 5th floor Lower East Side, USA). Va hasta la primera semana de mayo.
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