“¡Huye!” (Get Out!, 2017) de Jordan Peele, supo involucrar al espectador en la problemática social que sufren los afro-americanos en el país del norte. Y señaló un camino nuevo, que está lejos de agotarse. Una imaginación libre, y algo cruel en el diseño de la historia, al estilo de la serie de TV “La dimensión desconocida”, se cruzaba con la descripción de un arco muy grande, y retorcido, de formas de odio racial.
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En esta columna, ya hemos comentado algunos de los exitosos sucedáneos de “¡Huye!”, como la serie “Ellos” (2021), de Little Marvin. Ahora toca darle un vistazo a “Antebellum”, opera prima de Gerard Bush y Christopher Renz que se ha estrenado por HBO. El título alude a una estancia de recreación de los militares confederados del Sur, antes de combatir contra los estados de la “Unión” del norte, durante la Guerra de Secesión.
Es en este lugar de descanso, al lado de una plantación de algodón, en el siglo XIX, que surge la historia de Eden (Janelle Monáe), esclava negra que, además de sus labores en el campo, debe someterse a los requerimientos sexuales de uno de los líderes blancos del regimiento sureño, con quien comparte el lecho. Por otro lado, Eden recibe la visita de una nueva esclava, quien trata de convencerla para escapar lo más rápido posible.
Lo sorprendente de “Antebellum”, es que, terminado el primer tercio del metraje, la historia de Eden se cambia por la de Veronica —interpretada por la misma Monáe—, ya en los tiempos actuales. Veronica es una escritora e intelectual especializada en temas de discriminación y género. También es una mujer feliz, que disfruta la compañía de su esposo y su pequeña hija, mientras se prepara para asistir a una convención literaria.
La apuesta de Bush y Renz es muy moderna. Tanto por el estilo fílmico, que toma, de Kubrick, sendas tomas largas y flotantes que recorren el espacio a la manera de una mente que lo ve todo en un tiempo encantado. Pero, también, por la estructura narrativa, que utiliza a la misma actriz —Monáe— para encarnar a dos personajes de diferentes intrigas y tiempos históricos, pero unidos en tanto ambos son víctimas del racismo.
Aparte del estupendo trabajo de Monáe, la cinta se sostiene, en su primera mitad, tanto por el barroco estilizamiento de las imágenes —gracias a la fotografía del uruguayo Pedro Luque—, como por una dirección de actores que logra, en sus mejores momentos, expresar no solo la violencia del hombre blanco sobre la mujer negra, sino también la rebelión silenciosa que libran los esclavos desde sus miradas y gestos subrepticios.
La historia contemporánea, con Veronica como una intelectual supuestamente libre en una sociedad que, aparentemente, ha abolido el sometimiento racial, también concita una atención sostenida y curiosa. No solo por el contraste en relación al primer relato; también por el hecho de que el racismo de los blancos adquiere, ahora, otras formas más sutiles, aunque no por eso menos crueles e hirientes.
Lamentablemente, hay dos tipos de errores que terminan por hacer, de este interesante experimento, un filme fallido. El primero tiene que ver con la manera en la que se terminan uniendo las dos historias. Resolución tan artificial como caprichosa y, sobre todo, demasiado didáctica en sus mensajes. El segundo error tiene que ver con unas secuencias finales de estilo altisonante, solemne, lleno de tics publicitarios —cámara lenta, tiros de cámara enfáticos, música empalagosa— que nos dejan con la sensación de estar viendo una revancha impostada y algo ridícula. Jordan Peele lo habría hecho mejor.
Ficha Técnica:
Título original: Antebellum
Género: Drama
País y año: EEUU, 2020
Director: Gerard Bush, Christopher Renz
Actores: Janelle Monáe, Kiersey Clemons, Jena Malone, Jack Huston.
Calificación: Dos estrellas ( 2 )