Su historia tiene el formato de un cuento de hadas, cuyo protagonista tiene parte de Cenicienta y parte de príncipe azul. El relato oficial inicia a principios de la década del 80, cuando José Antonio Domínguez Bandera, entonces de 19 años, se despide de su familia a través de la ventanilla del tren en la estación de Málaga. Su madre había cosido los bolsillos del pantalón de su hijo, creando un doble fondo para ocultar su dinero de los ladrones. No era mucho, 15 mil pesetas apenas, que debía estirar hasta encontrar trabajo en Madrid. El viaje tomó cinco horas, del extremo sur al centro de la península. Antes de partir, las últimas palabras de su madre fueron: “Aquí estamos”, pues pensaba que volvería muy pronto. No fue así. “Cuando el tren echó a andar supe perfectamente que yo ya era otro”, recordaría el actor muchos años después.
Banderas ha sabido pulir su leyenda. Todos los perfiles publicados sobre él destacan la precariedad de aquellos primeros tiempos en Madrid. En 1982, mientras interpretaba en un teatro independiente un pequeño papel en la obra “La hija del aire”, un joven Pedro Almodóvar, lo vio en escena. Se presentó y le convocó para su película “Laberinto de pasiones” dándole el papel de un terrorista islámico homosexual. Le propuso cambiar su nombre, aprovechando su apellido materno pero tornado en plural. Al éxito de ese primer filme le siguieron “Matador”, “La ley del deseo”, “Mujeres al borde de un ataque de nervios” y “¡Átame!”, además de los premios, dos nominaciones al Goya, portadas de revistas y alfombras rojas. Muchas mujeres podían ser una Chica Almodóvar, pero Banderas era único en su categoría.
A fines de los ochenta, estando en Los Ángeles para participar de la gala del Óscar por “Mujeres al borde un ataque de nervios”, le tomaron al actor algunas pruebas de cámara sin ningún proyecto específico claro. Semanas después lo citaron en Londres para otra prueba. Él no sabía inglés, pero fue capaz de memorizar fonéticamente una parte del guion. Los productores se enamoraron de su presencia escénica y carisma y lo citaron en Nueva York para darle el papel en “Los Reyes del Mambo”. A Almodóvar lo dejó plantado con su proyecto de “Tacones Lejanos”, cosa que el director Manchego consideró una traición. “Hollywood te va a aplastar, vas a malgastar tu talento. Y yo te lo habré advertido”, le dijo.
Antonio goes to Hollywood
Banderas emprendió el camino que en 1912 recorrió Antonio Moreno, el primer español que se alzó con el título de primer ‘latin lover’ de la historia silente de Hollywood, compartiendo pantalla y abrazos con Greta Garbo, Gloria Swanson y Clara Bow. También peninsular fueron María Alba, reclutada por la FOX en 1926 tras imponerse en un concurso de fotogenia y José Crespo, murciano de nacimiento que conquistó la Meca del Cine al lado de Gary Cooper, Charles Chaplin y Greta Garbo. Pero fue Margarita Cansino, hija de sevillano, la más célebre de todos esos pioneros, aunque habrá que llamarla por su nombre artístico: Rita Hayworth.
Poco antes de su pelea con Almodóvar, Banderas había conseguido una repercusión inesperada gracias al documental “A la cama con Madonna”, en el que la chica material registró sus giras a principios de los 90. En una reunión organizada para ella por el cineasta manchego, ella confesó su deslumbramiento por el joven actor y se dedica a seducirlo saltándose a Ana Leza, entonces su esposa. Con elegancia, el actor obvió sus insinuaciones y acoso, algo que, sin proponérselo, le ayudó a lanzar su carrera. En esa década, Banderas sería la pareja de Tom Hanks en “Philadelfia”, veterano Nosferatu junto a Tom Cruise y Brad Pitt en “Entrevista con el vampiro” y asesino a sueldo con Sylvester Stallone. Volvería a verse con Madonna unos años después en “Evita”, dirigida por el recientemente fallecido Alan Parker. También llevó la máscara del Zorro, se convirtió en actor fetiche de Robert Rodríguez, y maulló como Gato con Botas en Shrek. En 1995, su matrimonio colapsó y su siguiente relación con la actriz Melanie Griffith ocuparía a lo largo de dos décadas las páginas de las revistas del corazón, atentas a sus peleas, reencuentros, alegrías y crisis por la adicción de la hija de Tippi Hedren.
Todos vuelven
Banderas había vuelto por temporadas a España para trabajar con Fernando Trueba o Carlos Saura, sin embargo tardaría mucho más en atreverse a volver a recibir órdenes de Almodóvar. “Ahora eres demasiado caro para que podamos trabajar juntos”, le dijo el cineasta en un encuentro casual, todavía herido. Sin embargo, en 2011 volvieron a colaborar en “La piel que habito”, cuando los viejos celos habían cedido a la complicidad y admiración mutua. En 2019, llegaría “Dolor y gloria”, que le valdría al malagueño una tardía consagración con la crítica.
Como define el crítico de cine Isaac León, Banderas ha demostrado ser un buen actor, pero especialmente en su tierra natal. “Es uno de esos actores a los que la migración a Hollywood enriqueció económicamente, pero no como intérprete. Sus primeras películas en España son, comparativamente, mucho mejores que las que hizo en Hollywood, donde no dejó de ser un latin lover”, explica. Para León, se trata del tipo de intérprete que necesita vincularse con un director en especial para encontrar su mejor expresión. “Son los casos, por ejemplo, de la actriz Liv Ullmann con Bergman, Mónica Vitti con Antonioni o Robert de Niro con Scorsese”, afirma.
Corazón Partido
La actual novia de Antonio Banderas es una mujer de 40 años sin ningún vínculo con el espectáculo. Nicole Kimpel es una abogada alemana especializada en finanzas y mercados inmobiliarios, a quien conoció en 2014 cuando ya había naufragado su segundo matrimonio. Tres años después, el actor sufrió un infarto mientras realizaba su rutina de ejercicios físicos en casa. Según Banderas la intervención de su novia fue providencial para sobrevivir. Desde entonces, el actor optó por tomarse las cosas con calma y mejor enfocadas.
Entonces llegaron nuevos directores a su vida: con Ron Howard trabajó la serie “Picasso”, con Steven Soderberg filmó “The Laundromat”, y de nuevo con Almodóvar protagonizó la notable “Dolor y gloria”. Con lúcida autocrítica, el actor afirmaría que del centenar de filmes en los que participó, solo rescata una quincena, entre ellas las ocho películas del manchego. Para Isaac León, esta autocrítica es atinada. Del resto, él elegiría sus papeles en “Entrevista con el vampiro”, “Philadelfia” o “Autómata”. “La verdad es que cuesta trabajo elegir actuaciones extraordinarias de Banderas fuera de su relación con Almodóvar. El resto son, más bien, desempeños dignos. Es recién al filo de sus 60 años que el actor ha dado sus mejores actuaciones en una carrera de cuatro décadas. No es algo común, pero pasa a veces.”, señala.
Embajador de Málaga
Banderas ha dicho que Hollywood, más que un lugar, es una marca. Y con su corazón reencauchado, prefiere volver los ojos a su ciudad, Málaga, y a su región, Andalucía. Y mientras mantiene su hipocondría a raya atiborrándose de té jazmín, el flamante sexagenario está muy lejos de pensar en la jubilación.
De ello puede dar fe Miguel Valladares, gerente general de Tondero, quien se encuentra en Málaga filmando su nueva película, “La casa del caracol”, producción peruano-española que cuenta con las actuaciones de Carlos Alcántara y Norma Martínez. Nuestra llamada lo encuentra en el restaurante “Tercer Acto”, adosado al Teatro del Soho, ambos propiedad del actor, emprendimiento lanzado en noviembre del 2019 con el cual se ha propuesto transformar la cultura de la ciudad.
Valladares conoció a Banderas hace cuatro años, en la ceremonia de los Premios Platino en Marbella, donde se rindió homenaje a su carrera. En los meses recientes lo ha tratado más estrechamente, coincidiendo con los premios Goya que se entregan en Málaga. “Lo que ha hecho Antonio Banderas es convertirse en el embajador cultural de esta ciudad”, afirma el productor peruano. “Te lo pueden decir desde los taxistas hasta los jóvenes actores que trabajan con él. Todos hablan de lo mucho que ha hecho por Málaga. El impulso que le ha dado con el teatro, su decisión de traer los Premios Platino a Marbella, su intención de dinamizar económicamente la región de Andalucía”, explica. A ello sumemos su propia escuela de actores, su participación en varios restaurantes, el proyecto de un segundo teatro, más pequeño y alternativo, e incluso una productora de televisión.
El 2020 ha sido ambivalente para el actor andaluz: en los primeros meses vivó el frenesí de sus candidaturas a los Globos de Oro y al Oscar, además de obtener el Goya al mejor actor por su papel en “Dolor y gloria”, meses después de haber triunfado en el Festival de Cannes. Asimismo, el teatro Soho, uno de sus grandes sueños, triunfó con su temporada de “A Chorus Line”, montaje que anunciaba una gira por otras ciudades de España, sin descartar su paso por Broadway. Empero, la crisis del coronavirus detuvo una serie de millonarias inversiones. Es posible que en setiembre se reabra el teatro, y que Banderas reaparezca en una nueva temporada de “A Chorus Line” para atraer al público desbandado por la pandemia, pero el futuro es incierto para el actor al cumplir 60 años. “Me da mucha pena porque Banderas venía desarrollando muchos proyectos en Málaga cuando cayó la pandemia. Ha perdido mucho dinero. Sé por las personas cercanas a él, que no lo ha pasado bien”, señala Valladares.
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