El premio Nobel de Literatura mexicano Octavio Paz escribió que su compatriota María Félix, figura de la época de oro del cine mexicano, nació dos veces: la primera cuando “sus padres la engendraron”, después cuando “se inventó a sí misma”.
Así surgió La Doña, el personaje de una de sus películas donde interpreta a una poderosa mujer de carácter fuerte, dueña de una gran fortuna que usa a los hombres para sus propios fines.
Desde 1943, cuando se filmó la película y hasta 2002, cuando murió, María Félix -que este año habría cumplido cien años- interpretó el papel todos los días y ante casi todas las personas. Una decisión que le marcó la vida.
Una vez, en una entrevista por televisión, dijo que se sentía muy querida por México.
“A mí me ha importado el afecto que los mexicanos tienen para mí, la protección que me dan, el amor que me tienen. Los he divertido mucho, y les he convenido mucho”, afirmaba.
Pero al parecer la relación entre Félix y su país natal no era tan idílica.
Amor-odio
Según cuentan quienes la conocieron o escribieron sobre su vida, la actriz, una de las más bellas del mundo, cotizada por diseñadores de moda, pintores y fotógrafos, vivió durante mucho tiempo una extraña relación de amor-odio con los mexicanos.
Uno de ellos, el escritor Sergio Almazán autor del libro “Acuérdate María”, afirma que a lo largo de su vida La Doña causaba reacciones encontradas.
“Encuentro un enorme sector empático idolatrando a María Félix, pero encuentro a otro que la rechaza, casi ignorando su existencia por lo chocante que les resulta el símbolo que es La Doña”, le dice Almazán a BBC Mundo.
“María Félix, por tratarse de un personaje mítico tiene estos matices de odio-amor porque se le ve casi inalcanzable, logra lo que ninguna mujer del siglo XX mexicano había logrado”, agrega.
¿Actriz?
La peculiar relación de María Félix con los mexicanos volvió a ser evidente este año, en que se festeja su centenario.
El gobierno de Ciudad de México y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes organizaron exposiciones, ciclos de cine con sus películas y la inauguración de una librería con su nombre.
Pero a diferencia de los homenajes a otros artistas de la misma época como Cantinflas o Pedro Infante, por ejemplo, en los que se recordó a La Doña no hubo una gran respuesta del público.
Juan Velázquez, mecánico automotriz, le cuenta a BBC Mundo que se enteró de los homenajes porque vio una exposición en las instalaciones del metro.
“Me acordé de sus películas, la que más que gustó fue Enamorada cuando actuó con Pedro Armendáriz”.
Pero no fue el caso de Laura Urrieta, estudiante de enfermería.
“No me enteré que la recordaron pero de todos modos no hubiera ido, nunca me pareció buena actriz”, le dice a BBC Mundo.
Sin rivales
Su capacidad histriónica es parte de la polémica: algunos la definen como la mejor actriz de la época dorada del cine mexicano, como se conoce a las filmaciones realizadas en las décadas de los 40.
Otros afirman que en realidad María Félix sólo posaba ante la cámara, y algunos como la escritora Elena Poniatowska dicen que eso no importaba.
“Creo que, a pesar de no ser buena actriz y ser siempre ella misma, María Félix sigue siendo la mejor”, escribió en el diario La Jornada.
¿Y qué pensaba La Doña? Que nadie pudo superarla.
“Mi trabajo no tenía rivales. No sé, a mí me ha ido siempre tan bien en todo. Yo creo que nunca tuve competencia real”, decía.
Una personalidad que otros confirman. El escritor Carlos Monsiváis recuerda que alguna vez acompañó a la actriz a un restaurante en la ciudad de Puebla donde apenas al entrar la orquesta del sitio empezó a tocar “María Bonita”, la canción que le escribió el compositor Agustín Lara.
“Yo ya no oigo esa canción pero sé que les hace felices pensar que me hacen feliz”, le confesó la actriz.
Y es que María Félix, contaba el escritor, “siempre desdeñó esa variante del anonimato que es suponer cotidianas sus apariciones en público”.
Diva
Pero sus películas son una parte de la relación amor-odio que causa La Doña en México, apunta el escritor Almazán. La actriz fue la primera en acercarse a los círculos políticos e intelectuales, quienes “le dieron pase de entrada, ellos la buscaron”.
Luego, en los 60 se convirtió en la cuarta actriz más fotografiada del mundo, después de Marilyn Monroe, Sofía Loren y Marlene Dietrich.
“La elite por donde empieza a moverse le da mucho poder y quizá por eso se vuelve altiva, desdeñosa, soberbia, porque tiene todos estos rasgos de los hombres y del poder”, explica el escritor.
Después de filmar su última película en 1971, La Generala, María Félix se dedicó “a alimentar al personaje que construyó”, dice Almazán, a partir de la ostentación de joyas y ropa exclusiva, por ejemplo.
“Querías ver cómo iba vestida, qué joya usaba, la firma del vestido que usaba o quién la había peinado. Eso ocurre con las divinidades: adoramos lo divino como un objeto supremo a nosotros y eso es a lo que se dedica a hacer, hacer objeto del personaje que había construido”.
Y ésta es la María Félix que conocieron varias generaciones de mexicanos, entre ellos muchos que no sienten empatía con la actriz… O a quienes su nombre significa muy poco.