Ambientada en la Lima de fines de los años 80, “Canción sin nombre” cuenta la historia de Georgina (Pamela Mendoza Arpi), una mujer que busca desesperadamente a su hija recién nacida, que le ha sido robada. Filmada en un angustiante pero también hipnótico blanco y negro, la película debut de Melina León pasó por el Festival de Cannes, en mayo último, y tuvo un recibimiento notable. Deudora del cine asiático (de Yasujiro Ozu a Lee Chang-dong, de Mizoguchi a Zhang Yimou), “Canción sin nombre” es sobre todo “una reivindicación de la imagen y del sonido, de la idea de un cine que sea un medio por sí mismo, que no dependa de la palabra, del texto”, según afirma su creadora. Antes de su estreno en el Festival de Cine de Lima PUCP, hablamos con León sobre su muy prometedora película.
Para empezar, ¿por qué la llamaste “Canción sin nombre”?Por dos cosas: por la canción que la madre le canta a su bebé, y porque la suya es una historia que se queda trunca: la bebé desaparece y no tiene una identidad, no tiene un nombre, nunca se desarrolla la relación. Entonces el título de la película expresa la ternura de la relación y al mismo tiempo su tragedia.
Has dicho que querías agrupar todos los males del mundo en esta película. ¿Algún resquicio para la esperanza?Sí, totalmente. Es una esperanza que pasa por la dureza de cómo actuamos los seres humanos, pero hay una esperanza al fin y al cabo. O por lo menos fue la intención. Imagino que habrá gente que la va a ver como una película oscura o desesperanzadora, pero hubo una intención de ser coherentes con esta manera de ver el mundo.
La historia de la película parte de un hecho real: la mujer que desde Francia se contacta con tu padre, el periodista Ismael León, para contarle que ella fue una niña robada…Sí, tuvimos conversaciones con ella, Céline Giraud, que fue víctima del tráfico de niños. Esa fue, digamos, la fuerza que impulsó la película. Pero luego se convierte en otra cosa totalmente diferente, una interpretación de ese hecho inicial. También conversamos con varias madres, en especial con una cuyos hijos fueron robados ya grandes, cuando tenían 7 u 8 años. Una historia terrible. Pero lo central es esa idea del pasado que nunca se termina, que regresa a ti en el momento menos esperado.
¿Qué dirías que fue lo más difícil de “Canción sin nombre”?Me parece que mi rol de productora, porque es un rol que no me nace. Me esfuerzo muchísimo por tener un cronograma, por seguir un presupuesto, pero no es algo natural en mí coordinar tantas cosas. Yo soy más directora. Y eso es una batalla. Cualquier cuestión que tenga que ver con el dinero afecta directamente la obra. Se vuelve un proceso constante de proteger al hijo para que no termine dañado por la falta de dinero. Y por ese tipo de problemas uno puede tomar decisiones apresuradas.
Esta es una película dirigida y protagonizada por mujeres. Aun así, ¿dirías que el cine sigue siendo territorio masculino?Yo por muchos años he tratado de poner los problemas debajo de la alfombra, para sobrevivir como sea, simplemente agradeciendo las oportunidades que he tenido. Pero ahora aparecen estas chicas jóvenes, o no tan jóvenes, que reivindican el feminismo, y gracias a ello yo misma me he dado cuenta de cuántas cosas he pasado por alto, cuánto he tenido que adaptarme a esa realidad con tal de sobrevivir. De hecho, yo escapé a Nueva York de la locura que fue crecer en el Perú de los años 80 y 90. Y pensé que Nueva York iba a ser el paraíso. Pero luego me fui dando cuenta de que allá también hay mucho machismo. Comencé a notar que confiaban mucho menos en mí que en los hombres blancos que trabajaban conmigo. No confiaban en que yo podían lidiar con grandes equipos, me ponían en cargos menores. Son ese tipo de cosas las que vamos aceptando para sobrevivir. Felizmente hoy las mujeres aceptan cada vez menos ese tipo de micromachismos.
¿Crees que “Canción sin nombre” se habría podido hacer sin tu viaje a Nueva York? He pensado mucho en eso, y lo que creo es que no sería la misma película. Nueva York me ha cambiado muchísimo en los 13 años que he pasado allá. Lo que creo es que allá tuve la suerte de absorber el cine del mundo y está es una película que está influenciada por el cine del mundo. En ese sentido, Nueva York es una ciudad que te da esa posibilidad de manera muy natural, de toparte con Hou Hsiao-Hsien o Gus Van Sant cualquier día. Eso te da una sensación de normalidad, una actitud de estar al mismo nivel que todos.
La recepción de la película en Cannes fue muy buena. ¿Crees que pasará lo mismo con el público peruano? ¿O, a priori, podría ser una cinta difícil para un espectador no habituado a su estilo?Yo no creo que sea una película difícil. Creo que todos podemos identificarnos con el dolor de una madre a la que le han robado un hijo. De repente sí es un cine más lento que el que usualmente se mira, pero creo que, como la hemos construido, va a permitir que el espectador se acerque.
¿Es muy apresurado preguntarte si ya estás pensando en un próximo proyecto?Para nada. Al contrario, me gustaría ya estar filmando, como los grandes directores (risas). Estoy trabajando nuevamente con la protagonista, Pamela Mendoza Arpi. Ella está teniendo un rol en la concepción misma de la película. En esencia, estamos repitiendo el equipo de trabajo. Será un película muy diferente en el tono, eso sí. La idea es hacer una exploración del Perú actual. Más no puede decir porque sí sería un poco prematuro.
¿Ves con ojos positivos lo que pueda pasar con el cine peruano en adelante? ¿Te esperanza la nueva ley de cine?Por suerte he visto el inmenso cambio que ha habido. Antes era realmente triste entrar a Conacine, te dejaba una sensación de desolación. Ahora en la DAFO encuentras una oficina llena de gente maravillosa, todos muy enterados del cine y trabajando con mucha dedicación. Eso te muestra que el cambio es posible y me da muchísima esperanza. Sobre la ley, pues hay que entender que ha sido un acuerdo entre muchísimas partes y por supuesto que tiene fallas. Nosotros quisiéramos cosas que se quedaron fuera, como la cuota de pantalla o la cinemateca, pero imagino que ya vendrán. No se ha podido hacer más, no sé por qué algunas partes han sido tan cautas, pero hay que apoyar lo que se ha conseguido, yo me adhiero a ellos.
PROYECCIONES DE “CANCIÓN SIN NOMBRE”Miércoles 14, 11:30 a.m. y 7 p.m. (CCPUCP).Jueves 15, 10:15 p.m. (Cineplanet Alcázar).Viernes 16, 8 p.m. (Cineplanet Salaverry).
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