El primer Festival de Cannes en tiempos de pandemia se abrió este martes celebrando el retorno del cine a la gran pantalla y con una alfombra roja plagada de estrellas sin mascarillas.
Figuras del cine mundial como Pedro Almodóvar, Andie MacDowell, Jessica Chastain, Helen Mirren y Spike Lee, con un llamativo traje fucsia y gafas de sol a tono, acudieron a la ceremonia de apertura del certamen, que no pudo celebrarse el año pasado debido al Covid.
Pese a las estrictas condiciones sanitarias impuestas a los asistentes, las estrellas pudieron posar ante las cámaras sin mascarillas a la vez que se escapó algún que otro beso, si bien los organizadores habían asegurado que estos se habían “acabado”.
“Es importante el regreso del Festival y poder celebrar el cine de autor en la gran pantalla”, dijo Almodóvar de vuelta a Cannes dos años después de haber competido por sexta vez por la Palma de Oro con su película autobiográfica “Dolor y gloria”.
El director español fue el encargado de otorgar la Palma de Oro de Honor a Jodie Foster, 45 años después de que la actriz y directora estadounidense pisara por primera vez Cannes con el filme “Taxi Driver”, de Martin Scorsese.
“Quién hubiese pensado que esa niña se convertiría en la artista excepcional que es ahora”, dijo Almodóvar.
Foster mostró su “orgullo de pertenecer a la comunidad” cinematográfica y celebró también el regreso del mayor certamen de cine del mundo. Aunque “no hay nada como pasar una velada en ‘jogging’ mirando una película”, bromeó en un francés perfecto y luciendo un elegante vestido blanco con detalles metálicos.
Una abundante dosis de cine
En esta edición compiten por el máximo galardón pesos pesados del séptimo arte como el estadounidense Wes Anderson, el holandés Paul Verhoeven, el iraní Asghar Farhadi y cineastas que ya fueron laureados con el máximo galardón, como el italiano Nanni Moretti y el tailandés Apichatpong Weerasethakul.
El Festival quiere recuperar el tiempo perdido el año pasado: seleccionó 24 películas --el mayor número de los últimos años--, entre lo mejor del cine mundial, si bien Iberoamérica se quedó fuera.
El certamen arrancó con la primera película en inglés del francés Leos Carax (“Los amantes del Pont Neuf”), un musical protagonizado por el actor estadounidense Adam Driver y la francesa Marion Cotillard, oscarizada por otro rol musical (“La vida en rosa”).
Ambos actores interpretan a una glamurosa pareja de artistas a la que todo les sonríe hasta que inician un descenso a los infiernos, en una trama ambientada en tiempos de #MeToo y con música del grupo californiano Sparks.
El pulso de las mujeres del jurado
Antes de empezar, el presidente del jurado, Spike Lee, el primer afroamericano en asumir esa función, dio un carácter político al festival.
Según él, el jurado no solo debe “criticar las películas sino también el mundo” y los “gánsteres” que lo “gobiernan”, dijo, citando a Donald Trump, al brasileño Jair Bolsonaro y al ruso Vladimir Putin. Deploró además que en su país los negros sigan siendo “cazados como animales”.
En la tradicional rueda de prensa del jurado, otros miembros se mostraron combativos, como el brasileño Kleber Mendonça Filho. El director de “Bacurau” defendió que una manera de “resistir” es dar a conocer los problemas de cada país. En su caso, denunció “el cierre de la Cinemateca brasileña desde hace más de un año”, una forma “muy clara de reprimir la cultura y el cine”.
Las mujeres, que son mayoría en el jurado, reivindicaron por su parte más igualdad en la industria, recordando que solo una de ellas, Jane Campion, se ha llevado la Palma de Oro en toda la historia del Festival por “El Piano”, en 1993 .
“Incluso en el seno de una cultura tan masculina, hacemos películas diferentes, explicamos las historias de otra manera. Vamos a ver qué pasa” con un jurado con cinco mujeres y cuatro hombres, dijo la actriz estadounidense Maggie Gyllenhaal.
Aunque las celebridades posaron ante las cámaras sin mascarillas en la alfombra roja, el Festival estableció unas condiciones de acceso estrictas: los europeos vacunados o con inmunidad natural deben presentar el documento sanitario reconocido por la UE y el resto de asistentes deberá hacerse un test PCR cada 48 horas. Sin embargo, las salas no tendrán limitación de aforo.