El debate sobre “Roma” continúa. Y este seguirá más allá del 24 de febrero del 2019, cuando se entreguen los Óscar. Sus detractores le achacan ser una cinta burguesa, conservadora y oportunista que maquilla las desigualdades (el corazón del relato es Cleo, la empleada de una familia de clase media-alta de México de los años 70). Para quien escribe, “Roma” es una gran película que va del retrato coral a la intimidad de los personajes; de tomas serenas y sensibles a secuencias espectaculares que aluden a la convulsión social o a una desesperación vital; de planos con más de una lectura a certeros toques melodramáticos o de humor. En la suma de sus matices, prevalece una mirada sobre las inequidades entre las clases. El director de “Roma”, Alfonso Cuarón, evoca sus recuerdos y ofrece esta visión mediante recursos del cine tan virtuosos como nobles.
“Roma” está disponible en Netflix. Con propuestas como esta, el monstruo del streaming gana prestigio y se defiende de los que la acusan de haberle dado sentencia de muerte a la pantalla grande y al cine. Con una poderosa agenda propia, Netflix sigue marcando el rumbo de la distribución y la exhibición de las producciones audiovisuales.
El otro golpe artístico del 2018 de Netflix fue el estreno de “Al otro lado del viento”, la película póstuma del arcano director Orson Welles, quien murió en 1985 a los 70 años.
La intervención de Netflix fue decisiva para que el filme sea por fin visto. El resultado genera más de una pregunta sin respuesta: ¿qué forma definitiva le hubiera dado Welles? ¿Aprobaría u odiaría esta versión? En “Al otro lado del viento”, un álter ego del realizador (John Huston) intenta volver al ruedo y completar una película. Intelectuales, periodistas, curiosos y excéntricos lo acechan. Además, se aprecian fragmentos de esa cinta en pleno proceso. Las obsesiones de Welles están ahí: una mirada elusiva, el secreto que todo hombre lleva consigo, el enigma del quehacer creativo, el caos estético que deviene en paranoia o en un diálogo con fantasmas, la obsesión por el arte para acceder a una dimensión perenne y posmórtem. ¿A Orson Welles le pertenece la frase: “Me amarán cuando esté muerto”? ¿La esencia del cine está en el proceso mismo o en la película terminada? Si el proceso es lo que importa, ¿qué sentido tiene una obra? ¿Dónde está la verdad? ¿Dónde empieza el mito?
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OXÍGENO ARTÍSTICOComo siempre, en una cartelera local copada por los rutinarios tanques y franquicias de Hollywood, hubo saludables excepciones en el 2018.
La exhibición de “Zama” –basada en la novela homónima de Antonio di Benedetto– fue la oportunidad de ver una excepcional anomalía. El lenguaje de su directora, la argentina Lucrecia Martel, va a contracorriente de la insípida estandarización de buena parte de las producciones actuales. El protagonista de “Zama” es un burócrata de la época colonial al que han asignado a una zona remota. Él ha solicitado su traslado, que nunca se da. Desde esa incertidumbre y espera eterna, Martel factura imágenes potentes, sorprendentes y misteriosas: la vida es más interesante cuando todo está cuesta abajo.
Y como sucede cada año, la temporada de los premios –que tiene su pico mediático o popular con el Óscar– genera un espejismo de cine de calidad. En esas semanas de oasis, sobresalió “El hilo fantasma”, del cineasta Paul Thomas Anderson, sobre un modisto (Daniel Day-Lewis) de los años 50. Es un retrato brillante de sus manías en la creación y de sus lazos afectivos con las mujeres. Un romanticismo singular, retorcido y arrasador.
Destacaron, asimismo, la prodigiosa Saoirse Ronan en “Lady Bird”, como una adolescente que descubre las sutilezas y asperezas de la vida; la transformación de Gary Oldman en el estratega Winston Churchill en “Las horas más oscuras”; ese sentido relato de un amor de verano entre Elio (Timothée Chalamet) y Oliver (Armie Hammer) en “Llámame por tu nombre”; o esa nueva lección de estilo cinematográfico del director Steven Spielberg en “The Post: los oscuros secretos del Pentágono”, cuya trama discurre entre el periodismo combativo y el lado dudoso del poder.
En el rubro animado, Pixar volvió a demostrar su oficio con “Los increíbles 2”, centrada en esa jocosa y querible familia con superpoderes. En el horror, “Un lugar en silencio” se llevó los aplausos. En este filme con Emily Blunt, unas criaturas feroces y ciegas pero con un oído superdotado han aniquilado a gran parte de la humanidad, por lo que los sobrevivientes tienen que desenvolverse sin hacer ruido ni emitir sonidos, y tal mutismo lleva el suspenso y la tensión a los extremos. También son para recordar “El infiltrado del KKKlan”, del cineasta Spike Lee, en la que un policía afroamericano se cuela en el Ku Klux Klan para revelar sus taras y fanatismo, o la conversión de Rami Malek en Freddie Mercury en la vibrante “Bohemian Rhapsody”.
DATOS:-En agosto, el Festival de Cine de Lima PUCP premió como Mejor Película a la brasileña “Los muertos y los otros”.- La película peruana “Retablo” tuvo un recorrido exitoso en los festivales en el 2018, y ganó más de un premio. Se estrenará en el 2019.- Destacaron eventos como el Festival Lima Independiente, Transcinema y Semana de Cine de la Universidad de Lima.