Muchos de los últimos filmes de Clint Eastwood provienen de casos reales sacados a la luz de algún libro biográfico o artículo periodístico. Por ejemplo, la historia de Leo Sharp, veterano de la Segunda Guerra Mundial que, habiendo fracasado su empresa de cultivo de flores, y ya muy anciano, decidió convertirse en transportista de droga del cártel de Sinaloa. Gracias al guionista Nick Schenk –el mismo de “Gran Torino” (2008)–, lo que fue un célebre artículo de “The New York Times” se convirtió en una nueva fábula eastwooniana.
En “La mula”, Leo Sharp es Earl Stone. Que se lee, haciendo la traducción del apellido, como Earl Piedra: un simbolismo nada gratuito. Earl es también un Clint Eastwood de 88 años, quien protagoniza y dirige con la solidez y tranquilidad de una roca. Como los maestros que no necesitan demostrar nada, y cuando casi todo ha sido dicho en su larga carrera, dirige con el puntillismo y paz con la que Earl cultiva sus lirios. Como dice el mismo personaje: el objetivo es ver ese destello de belleza que solo dura un día.
Internet acaba con el negocio de flores de este viejo individualista. Cuando quiere ver a su nieta (Taissa Farmiga) en su día de bodas, su familia lo echa. Empezando por su ex esposa (Dianne Wiest) y su hija (Alison Eastwood, también su retoña en la vida real). Hasta que un joven amigo de su nieta le ofrece un trabajo de buena paga. Así, Earl termina en el garaje de una banda de narcotraficantes latinos. El trabajo, además, le resulta placentero: maneja, hace viajes interestatales y recorre los amplios paisajes de EE.UU.
Nadie sospecha de Earl, aunque se siente que algún día lo atraparán. Pero más que un thriller, “La mula”asemeja a algún viejo western. Earl se parece a un integrante de “La pandilla salvaje” (1969), de Sam Peckinpah; al John Wayne más desadaptado y entrañable de alguna película de John Ford; o al Dean Martin, alcohólico irredento, de “Río Bravo” (1959), de Howard Hawks. En Earl se unen dos encantos: el de quien ha vivido de acuerdo a su pasión, con un egoísmo que no riñe con la fidelidad salvaje a una propia esencia, y la lucidez del que sabe que ha fallado y quiere compensar el error.
Toda “La mula” tiene de esta lucha contra el reloj, donde el antihéroe se esfuerza en pagar, con su dinero mal habido, diversas deudas de sus familiares, que tanto lo detestan. Lo que no significa que deje de verse con unas prostitutas o no asista a las fiestas que el capo de los narcos (Andy García) hace en su mansión. Pero lo más importante es el factor tiempo, y él sabe que le queda poco. Sin recurrir a 'flashbacks', Eastwood aborda el dramático paso del tiempo en más de un aspecto. Desde la bella fotografía de Yves Bélanger, compuesta desde tonos apagados y envejecidos, hasta las arrugas y el frágil andar de su propio cuerpo, así como desde el hecho de que a Earl Stone le atormenta una única pregunta que ya no puede evadir: ¿cómo podrá perdonarme mi ex mujer, la única que amo y he amado?
¿Qué más se puede decir sobre Clint Eastwood? Es difícil. Quizá podríamos empezar por definirlo como la intersección perfecta entre el director italiano Luchino Visconti, el estadounidense John Ford y el japonés Akira Kurosawa. “La mula” tiene la cadencia trágica de un caballero que vive fuera de su tiempo (como en Visconti), el humor socarrón que anida en vínculos improbables entre integrantes de grupos étnicos diferentes (a semejanza de Ford), y ese cuestionamiento moral que atormenta a los perdedores con una última oportunidad (como en Kurosawa). Eastwood no es menos grande que ellos; es único, es diferente. Vean “La mula” y compruébenlo.
LA FICHATítulo original: “The Mule”. Género: drama. País y año: EE.UU., 2018. Director: Clint Eastwood. Actores: Clint Eastwood, Bradley Cooper, Dianne Wiest, Alison Eastwood.
Calificación: ★★★★★