Sebastián Lelio usa el lenguaje del cine para sondear hasta dónde una persona es aceptada por los demás y retratar un lazo de amor cercado por los prejuicios. Es lo que ha hecho en “Una mujer fantástica”, filme chileno nominado a Mejor película extranjera del Oscar y que está de vuelta en los cines peruanos. Su protagonista es Marina (Daniela Vega), una mujer transgénero que chocará contra una serie de barreras luego de la muerte repentina de su pareja. La película no se deja encasillar y apela con destreza a diversos géneros cinematográficos. En palabras de Lelio: se trata de una película transgénero sobre un personaje transgénero.
Hace unos meses, además, Lelio presentó “Disobedience”, su primera película en inglés sobre un amor lésbico protagonizado por Rachel McAdams y Rachel Weisz. Y en su siguiente proyecto, Lelio dirigirá a Julianne Moore.
— ¿Con qué géneros dialoga “Una mujer fantástica”?La idea de hacer una película transgénero –en el sentido de los géneros cinematográficos– sobre un personaje transgénero apareció como un regalo y fue una puerta abierta que nos trajo mucha libertad a la hora de escribir. “Una mujer fantástica” es una película romántica, el estudio de un personaje, una cinta sobre una mujer, una película de fantasmas, y hay tanto fantasías como un corazón documental en el retrato de la protagonista. La libertad de la película intenta estar a la par de la libertad del personaje.
— ¿Qué preguntas se le venían a la mente en el proceso de hacer la película?Más allá de los géneros, el tema de fondo tiene que ver con los límites de la empatía y de la lealtad. ¿Qué estamos dispuestos a permitir del otro? ¿Qué personas son legítimas o ilegítimas? ¿Qué relaciones son legítimas o ilegítimas? ¿Puede existir algo así como un amor ilegítimo o una persona de menor legitimidad o rango? Si es así, ¿quién declara aquello y bajo qué autoridad? Eso que vibra en el viaje que propone la película conecta con algo que está en el aire y con lo que estamos viviendo en la sociedad, lo cual se podría definir como la crisis de los límites de la empatía. Estamos preguntándonos si queremos construir un mundo de segregación y de murallas, o si queremos abrazar la complejidad de la vida, aprender a vivir juntos y, quizá, salvarnos en el proceso. Lo que está en juego es nuestra propia supervivencia. Con eso conecta la película desde su modesto lugar.
— ¿Qué le sorprendió del trabajo con la actriz transgénero Daniela Vega?Ella trajo toda su energía, complejidad, verdad y genialidad a la película. Lo que ella trae es genuino e imposible de impostar. Fue un proceso difícil y complejo. Ella había hecho una pequeña película de graduación, algunos videoclips, no tenía mayor experiencia audiovisual –aunque sí teatral– y ha sido durante años una estudiante de canto lírico. Ella es una artista, pero también es joven, entonces que ella hiciera un papel protagónico en una película de este calibre fue un desafío grande para todos. Ella tuvo que aprender a manejar, perder peso, pasó por entrenamientos físicos y líricos, se enfrentó a tormentas de viento, etc. Fue un desafío total.
— En “Una mujer fantástica”, se coloca en el centro a un personaje que se sitúa en los márgenes de la sociedad. ¿Cuál fue la estrategia audiovisual al respecto?Quizá lo esperable hubiera sido filmar la película con la luz cruda del realismo social y cámara en mano, como un retrato sobre los márgenes. Pero lo que quisimos fue filmar esta historia con esplendor estético y, por momentos, con exceso de esteticismo. Fue como fabricar un caballo de Troya: la película luce el revestimiento de cierto clasicismo y de una caligrafía muy cuidada, pero en su corazón tiene un personaje que es completamente no-clásico y que, además, es real. Buscamos tomar este personaje que la sociedad rechaza y filmarlo en un acto de amor. Queríamos que la película no le tuviera miedo al placer, al igual que su personaje. En este caso, hablamos de un placer estético. Por eso, en varias secuencias, está la sensación de flotar y fluir, así como se muestran esos grandes espacios y se toma en cuenta la presencia de la ciudad.